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Reportaje:TERROR EN LONDRES | Las víctimas

"Cinco minutos antes me habría tocado a mí"

Testigos aseguran que el túnel de la estación de Edgware Road amortiguó la explosión de la bomba

Un silencio denso se adueñó ayer de Londres. Después de las bombas, el desconcierto. Pese a las sirenas de policía, bomberos y ambulancias que inundaron el centro de la ciudad desde primera hora de la mañana, rostros circunspectos deambulaban por los alrededores de la estación de metro de Edgware Road, en el noroeste de Londres. La explosión que se produjo a las 9.17 (10.17 en la España peninsular) en un túnel de la estación no sonó a bomba, más bien "como un golpe fuerte, como si se hubiera caído algo muy pesado", explica Mukesh, propietario de un establecimiento de reparación de calzado en Praed Street, a unos 300 metros de la estación. Howard, recepcionista de un edificio de viviendas de lujo próximo a la estación, confirma que el túnel amortiguó el ruido. "No fue un estallido muy fuerte y tampoco vi humo".

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Quien sí vio humo fue Malcolm, que se encontraba trabajando en la reforma de una tienda junto al límite del cordón de seguridad colocado por la policía, a 200 metros de la estación. "Después de la explosión empezó a salir mucho humo detrás de una tienda, unos cien metros calle abajo. Ahí hay un tramo donde el tren circula por la superficie". Un policía confirma que el tren se paró en el túnel y que tras la explosión los pasajeros abandonaron el tren atravesando los vagones entre el humo.

Curtis y su hija Leanne, venidos de Canadá para disfrutar de unas vacaciones en Londres, se asustaron: "Pasamos mucho miedo cuando nos enteramos de que había sido una bomba. Nos dirigíamos a la estación por la mañana y cuando estábamos a punto de entrar, nos lo impidieron. Si hubiéramos estado allí cinco minutos antes, nos hubiera tocado a nosotros. Hemos venido aquí a ver historia y hemos estado a punto de entrar a formar parte de ella", apunta Curtis.

El síndrome de la maleta aqueja ahora a estos turistas de Calgary. Miran de reojo a personas que se encuentran paradas junto a sus maletas. "Esto te pone un poco nervioso porque hay tanta gente con equipaje... y no sabes qué llevan dentro", dice Curtis. No obstante, él y su hija seguirán adelante con su viaje. "Nos quedamos aquí. Al fin y al cabo, también tenemos terrorismo en casa, con Estados Unidos de vecino".

Una persistente lluvia hacía más patente el silencio en Praed Street, que une la estación de Edgware Road con la de Paddington, y que ayer era una calle desierta de autobuses y sin apenas coches circulando. La explosión no fue la única razón por la que el tráfico era escaso. La alerta que se activó en toda la ciudad tras las explosiones afectó también a la estación de Paddington, desalojada hacia las 12.30, al descubrirse tres paquetes sospechosos. A las 12.35, dos artificieros inspeccionaban los paquetes, que finalmente resultaron ser una falsa alarma, pero, como lo describió un policía, "no vamos a correr ningún riesgo, después de lo que ha pasado". A las 13.30, la estación se reabrió con servicios limitados.

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Paddington fue evacuada por unos "enérgicos policías" que condujeron la operación de forma ordenada, "aunque se produjo un poco de pánico", relata Shelley, una editora de libros australiana. Procedente de Israel, Shelley llegó a Londres para pasar "unas vacaciones seguras en Europa, y me encuentro esto". "Estoy aterrorizada", asegura, aunque inmediatamente se corrige: "Bueno, en realidad, estoy muy angustiada. Cuando nos dijeron que teníamos que desalojar la estación, hubo mucho griterío y no entendíamos bien lo que decían. Algunas personas que estaban al principio de la salida tenían una actitud un poco laissez-faire, y los de atrás les empujaban".

Los teléfonos móviles también estuvieron silenciados la mayor parte de la mañana por el exceso de llamadas realizadas por gente que trataba de comunicarse. Shelley estuvo recibiendo mensajes de texto de familiares y amigos asustados y no podía contestarles para decir que estaba bien. Las líneas de telefonía fija también sufrieron interrupciones. No obstante, Shelley se muestra firme: "No voy a darme la vuelta y marcharme. Probablemente tendré que beber montones de tazas de té, incluso un vino me sentaría bien, hasta que venga mi amigo a recogerme, pero no voy a irme", asegura sentada en la terraza de un café.

Lynn, una ejecutiva de Worcestershire, sí quiere regresar a su casa. "Llegué esta mañana a Paddington desde Great Malvern para tomar otro tren y acudir a una reunión en Kent, pero ahora no sé cuándo podré marcharme. La gente estaba calmada durante la evacuación, pero cuando nos han dicho que saliéramos, se me ha encogido el estómago", dice. "Lo único que quiero ahora es irme a casa".

Los servicios de rescate y los servicios médicos evacuan a un herido de la estación de metro de King's Cross.
Los servicios de rescate y los servicios médicos evacuan a un herido de la estación de metro de King's Cross.REUTERS

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