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Reportaje:TEATRO

El amor, la muerte, el príncipe

Javier Vallejo

El Corral de Comedias de Alcalá de Henares tiene duende. Como su primo hermano de Almagro, o el desaparecido de la madrileña calle de la Cruz, se levanta en un antiguo patio de vecinos. Guarda la proporción humana. El escenario habla al oído y está al alcance de la mano. Es la antítesis de tanto centro cultural sordo y ciego construido en las últimas décadas. Perfecto para espectáculos sin escenografía ni cuarta pared. A Amor es poder, que reúne la Égloga de Cristino y Febea, y la Representación sobre el poder del Amor, de Juan del Encina, le viene al pelo. El Teatro del Mundo y La Trulla de Bozes lo estrenan el 3 de junio, con dirección escénica de Alicia Sánchez y musical de Carlos Sandúa.

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Una tal Cupido

Del Encina (1469-1529) es el último gran representante de una tradición larga de poetas músicos (Alfonso X, Martin Codax, Jordi de Sant Jordi...), y el iniciador del teatro moderno en España. Durante la Edad Media, el teatro era el ritual de cierre de muchas fiestas, religiosas y palaciegas, en las que participaba toda la comunidad. Al tomar Granada los Reyes Católicos, la corte castellana dispuso de más tiempo para cultivar las artes. Del Encina, que tenía una formación sólida a pesar de ser hijo de zapatero, fue nombrado en 1492 director de espectáculos de Fadrique Álvarez de Toledo, segundo duque de Alba. Durante cinco años compone, monta e interpreta églogas para Navidad, Semana Santa, Carnaval y otras ocasiones festivas. Las edita en el Cancionero de 1496, separándolas cuidadosamente de la lírica (hasta entonces el teatro circulaba sin marcas de diálogo, confundido con poesías y canciones). Un año después, abandona la corte del duque por la del príncipe don Juan, hijo de Isabel y Fernando.

La Representación sobre el

poder del Amor, compuesta cuando Del Encina tenía 28 años, es un regalo de bodas para el príncipe, de 19, y Margarita de Austria, su esposa. "Casaron en Burgos, y en Salamanca les brindaron un recibimiento extraordinario", dice Carlos Sandúa. "Días después de la función, el príncipe enfermó y murió. La tradición dice que de exceso de amor".

La égloga resultó profética: al comienzo, Cupido se presenta al público, pero no al pastor Pelayo, que quiere impedirle la caza en territorio vedado y resulta cazado. Del Encina sabía de amores. Sus canciones y villancicos exaltan a la mujer y los placeres carnales. Anduvo tan metido en faldas como en intrigas para obtener bulas, beneficios y canonjías. Muerto el príncipe, y visto que en España no conseguía medrar más, marchó a Roma, donde César Borgia le introdujo en la Corte del Papa español Alejandro VI. Allí se representaron obras suyas. Stazio Gandio da cuenta de una en casa del cardenal Arborea, a la que asistieron "muchos obispos (...) y más putas españolas que hombres italianos". La vida en Roma era del agrado de Del Encina, pues se quedó allí durante tres papados. No se ordenó sacerdote hasta 1518, seguramente para obtener el priorato de la catedral de León.

La Égloga de Cristino y Febea escenifica con gracia pagana la lucha entre la fe y el amor. El pastor Cristino le cuenta a un amigo su propósito de retirarse a una cueva, para consagrar su vida a Cristo. Cuando el dios Amor se entera, responde que Cristino se ha ido sin licencia, y que lo hará volver. Lo consigue enviándole una ninfa maravillosa, que lo emboba. Las dos funciones están escritas en un castellano germinal, divertido y cristalino, y rematadas musicalmente por sendos villancicos (el de la Representación sobre el poder del Amor se ha perdido: Carlos Sandúa ha colocado otro en su lugar).

Alicia Sánchez (derecha) y la compañía Teatro del Mundo, en el ensayo de 'Amor es poder'.
Alicia Sánchez (derecha) y la compañía Teatro del Mundo, en el ensayo de 'Amor es poder'.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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