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VISTO / OÍDO
Columna
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Autor intelectual

La expresión es de ellos cuando el terror en Atocha. Surge, sola, cuando veo la destrucción de libros y la agresión a autores el 16 de abril: así empezó Hitler. Los autos de fe quemaron libros y autores (también eran ellos). La cuestión histórica: se empieza así y se termina organizando guillotinas, pelotones y campos de concentración. Pero ¿cómo se empieza? No lo puedo atribuir a quienes cometieron el acto violento en la librería Crisol: no es un primer paso. Ni el primer paso de Hitler fue la noche de cristal (1938), sino el trabajo de preparación, de lavado de cerebros -o de cochina hez metida dentro- de unos "autores intelectuales" sobre la Alemania empobrecida y deshecha. Era otro tiempo.

Veamos: Carrillo se quitó la peluca, y salió de las manos de la policía: su partido fue legal, y él, diputado. Hubo autores intelectuales, por entonces, con pintadas en los muros de Madrid, que igualaban a Carrillo con el cardenal Tarancón, con cuya fácil rima pedían "el paredón". Hubo muertos -cien rojos, en la transición-, hubo ridículos intentos de golpes de Estado -la tejerada- y se acabó. Le pregunté a Carrillo, desayunando con él, si nadie le había increpado: no, nadie. Apenas un solo incidente de palabra. Han pasado más de 25 años, y Carrillo pasea, acude a conferencias, presenta libros: nunca le ha pasado nada. Dejó el Partido Comunista, o el partido le dejó a él. España ha sido otra.

¿Por qué ahora? No sólo es el suceso Carrillo, escaparates y libros rotos, sino sus precedentes: los calumniadores, los que mienten sobre hechos y sobre personas, los que gritan ante su propio espectro de la España rota, los que van desde panfletos casi clandestinos hasta periódicos de vieja fama que les albergan en sus columnas mientras su tirada decae, y no relacionan una cosa con otra. Los que se meten en Internet y desde el anónimo propagan culpas infinitas sobre quien les da la gana. Hay relaciones históricas: este crecimiento del soufflé derechista viene de la pérdida de las elecciones, y está en vídeos, libros. Lo primitivo en estas castas antiguas es el asalto a la librería: las hemos visto apedreadas en el Madrid de la transición y en la Vasconia del miedo. No me digo que "no pasarán", porque trae mala suerte. Pero España y el mundo no son los de 1936. El soufflé no se levanta dos veces.

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