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Tribuna:UN AÑO DE GOBIERNO SOCIALISTA
Tribuna
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El primer cuarto

Dicen los teóricos de la comunicación que las frases aparentemente brillantes, para ser eficaces, deben responder a un concepto previamente elaborado. Cuando la frase es sólo eso, un tentador escorzo en el vacío, puede que siga siendo brillante, pero no resultará eficaz; y si quien la pronuncia es un político, tiene muchas probabilidades de resultar peligrosa.

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero dijo, unos meses antes de las elecciones generales, que el PSOE es el partido que más se parece a España, estaba haciendo comunicación de la buena: una formulación atractiva para transmitir un concepto potente. No sólo enunciaba una verdad sociológica, sino que, en realidad, mostraba la idea clave de la estrategia con la que el Partido Socialista, entonces en la oposición, recuperó la mayoría electoral; y también el eje principal de la actuación del Gobierno socialista que ahora cumple su primer año.

Se ha producido una reactivación de la política social tras la involución de los años anteriores
Es la sociedad la que señala el camino a los gobernantes, y no al revés

Abandonadas para siempre las ensoñaciones vanguardistas de cierta izquierda clásica, hoy sabemos que la vanguardia social está en la propia sociedad. Que es la sociedad la que señala el camino a los gobernantes, y no al revés. Que si la tarea principal de un partido en una democracia moderna es transformar los impulsos sociales en proyectos políticos coherentes, la de un gobernante es gestionar la voluntad social mayoritaria de forma honrada y eficiente.

Quizá a algunos nostálgicos de una cierta épica del liderazgo esto les sepa a poco. Pero a mí me parece una tarea hermosa en una sociedad democrática madura e informada; es decir, en una sociedad que sabe lo que quiere y que no necesita salvadores.

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En cualquier caso, se comparta o no esta idea, ésa es la clave explicativa principal de la política del Gobierno durante estos meses: recuperar para la acción de gobierno valores, criterios, aspiraciones y talantes -sí, también y sobre todo talantes- que responden claramente al sentir mayoritario de la sociedad española de hoy.

En realidad, no es tan difícil saber qué es lo que la gente siente y desea. Normalmente basta con tener los ojos y los oídos abiertos y evitar la vieja tentación de confundir tu mundo con el mundo.

No se necesitan grandes estudios sociológicos para saber, por ejemplo, que la mayoría de los españoles prefiere que España apueste por la unidad de Europa y mantenga una política exterior basada en nuestras prioridades de siempre: Europa, el Mediterráneo, Iberoamérica y también, por supuesto, una relación equilibrada de amistad con Estados Unidos. Una política exterior que se ha sustentado durante años en el consenso social y político y que fue unilateralmente sustituida por una única prioridad: la subordinación ciega a los intereses de la Administración norteamericana. Tampoco es muy difícil saber que los españoles se encuentran más cómodos si nuestro país aparece entre los que impulsan la paz y la cooperación internacional que si se le ve jaleando a los promotores de guerras preventivas.

Es evidente que en España no hay base social para sostener un discurso neoliberal. La mayoría de los españoles, incluso los de ideas conservadoras, creen en políticas sociales activas y en servicios públicos universales. El reto de esta etapa es demostrar que eso es posible y compatible con una economía sana y equilibrada. La falacia derechista que identifica esfuerzo social con desastres económicos va siendo desmentida por la realidad de la economía española durante este año, en el que ha habido una clara reactivación de la política social tras la involución de los ocho años anteriores, y eso ha ido acompañado de excelentes datos económicos.

No es difícil darse cuenta de que resucitar el mito de la anti-España para condenar a todo lo que se mueve con autonomía no era la mejor receta para un país que se ha acostumbrado a valorar unidad y diversidad, cohesión y autogobierno, como términos que no sólo no se enfrentan entre sí, sino que se necesitan mutuamente.

Y no hay más que salir a la calle para percibir que las mujeres no están dispuestas a seguir esperando para obtener la plena igualdad de derechos y de oportunidades con los hombres. Que la exigencia de una lucha sin cuartel contra la violencia de género es un auténtico clamor social. Y que, más allá de las creencias individuales, la sociedad española ya sólo admite un marco jurídico y de derechos que garantice a cada persona la libertad de gobernar su propia vida sin imposiciones de nadie.

Y por supuesto, los españoles saben muy bien dónde están las claves del futuro: en la educación y en la innovación tecnológica. Saben que en el siglo XXI sólo pueden aspirar a estar en primera línea los países que tengan los ciudadanos más capacitados y que mejor sepan utilizar los recursos de la tecnología para el bienestar colectivo.

Así que éste es el guión: compromiso con Europa y defensa de la paz, política social activa con crecimiento económico, cohesión y diversidad en lo social y en lo territorial, igualdad entre hombres y mujeres, derechos civiles, educación e innovación tecnológica. Y aunque, como dirían en el baloncesto, sólo se ha jugado el primer cuarto, el resultado hasta ahora nos anima a perseverar. A perseverar en la política que más nos aproxima a la España que los españoles desean. Y a perseverar también en el talante, aunque la desleal oposición nos invite todos los días a hacer lo contrario.

José Blanco es secretario de Organización y Coordinación de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE.

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