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Reportaje:

Colonia Dignidad, en el banquillo

Schäfer regresa a Chile para enfrentarse a cargos de pederastia y asesinato

Francisco Peregil

El alemán Paul Schäfer parecía tener un sexto sentido. Durante años se rió de la policía de Chile. Siempre se escapaba a tiempo. Pero el 10 de marzo cayó en las manos de la policía argentina y ayer fue entregado a las autoridades chilenas. Tiene 83 años y llevaba nueve desaparecido. Sobre él pesan denuncias por abuso y violación de 27 niños en Colonia Dignidad, y de tortura y desaparición de personas durante la dictadura de Pinochet.

"Muchas veces se denunciaron crímenes en la colonia, pero nunca llegó a demostrarse nada", afirma el abogado Nelson Caucoto. "Tenía una red de protección que impidió enjuiciar y encarcelar a los autores de delitos. Una red con ramificaciones entre políticos, militares y jueces. Ahora ese poder se va a poner a prueba. Chile ha cambiado mucho en poco tiempo".

Violó a decenas de niños. Los lavaba y sodomizaba. Los azotaba para sacarles el "diablo del cuerpo"

Hijo de padre desconocido, Schäfer fue criado por su madre. En 1959 creó en la localidad alemana de Sieburg una institución de ayuda a niños y jóvenes. En la sede de la institución instaló micrófonos para espiar lo que se decía a sus espaldas. Así se labró fama de clarividente. Emigró a Chile en 1961 y asentó su Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad cerca del Parral, a 300 kilómetros al sur de Santiago. La colonia ocupaba una finca de 15.000 hectáreas.

El primero que empezó a mirar debajo de la alfombra fue el ex presidente de Chile Patricio Aylwin: "En 1966 yo era senador en la zona donde fundó Colonia Dignidad. Aunque llegó con fama de ser una colonia progresista que hacía obras interesantes en materia de salud y educación, hubo quejas. Pasó el tiempo, dejé de ser senador, vino la dictadura y empezamos a ver que los militares llevaban a la colonia a prisioneros políticos".

Cuando Aylwin ocupó la presidencia del país, terminada la dictadura, ordenó una investigación. "Schäfer y los suyos llegaron a un país donde había mucha gente de derecha que admiró el régimen de Hitler. Demostraron que su colonia tenía poco de órgano de beneficencia, pero con los años se habían ganado muchos amigos con las atenciones que otorgaban en su clínica a los amigos".

En la colonia, Schäfer violó a decenas de niños. Se hacía llamar Tío Permanente. Al niño al que elegía se le denominaba el Sprinter. Los lavaba y sodomizaba. A veces los azotaba para sacarles el "diablo del cuerpo". Eran niños de entre 10 y 14 años; la mayoría alemanes, aunque también había hijos de campesinos chilenos. El Servicio Nacional de Menores presentó en 1988 una denuncia contra los responsables del centro. En noviembre de 2004 se promulgó la sentencia. Fueron condenados 10 colaboradores de Schäfer por complicidad y 12 por encubrimiento. "Pero el principal responsable salió indemne porque se había fugado del país en 1994", dice Delia del Gatto, directora del Servicio Nacional de Menores. "Ahora pedimos que se reabra el sumario para que comparezca ante el tribunal".

Una de las denuncias que pesan sobre él es la desaparición de Álvaro Modesto Vallejos, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario. Un agente de los servicios secretos, Fuensalida Devia, lo condujo a Colonia Dignidad. El agente declaró que se lo entregó al profesor Schäfer. Nadie volvió a ver a Modesto. "Está probado que allí se mantuvo a gente detenida y se torturó", dice Caucoto.

Durante años, Schäfer se rió de los agentes y jueces del Chile democrático. La colonia estaba horadada de túneles. Había cámaras que detectaban con antelación la presencia de la policía. Y además, el Tío Permanente tenía informadores en la policía. Pero Chile ha cambiado mucho. Y la red de protección ya no tiene el poder que tenía.

Paul Schäfer, en silla de ruedas, es conducido al avión que lo trasladó de Argentina a Chile.
Paul Schäfer, en silla de ruedas, es conducido al avión que lo trasladó de Argentina a Chile.REUTERS

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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