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FÚTBOL | 26ª jornada de Liga

Los héroes inadvertidos

Diego Torres

El disparo de Roberto Carlos dio al balón una velocidad de 144 kilómetros por hora en los ocho metros de viaje que hizo desde su bota hasta la línea de gol. Tenso, Doblas, no pudo hacer más que un gesto estentóreo. Como el de un acalambrado con guantes. La pelota se metió en la portería del Betis y los jugadores del Madrid se lanzaron sobre el abrazo de Roberto Carlos y Ronaldo, toda la montonera coronada por el tupé dorado de Beckham. Brillaron los flashes. El partido se cerraba con un 3-1 a favor del equipo local y, en medio de la fiesta, un hombre sombrío lo contemplaba todo con aire incrédulo. Era Samuel, parado en el centro del campo, lejos de la fotografías, lejos de las películas y, probablemente, lejos del aprecio de una grada que, a la hora de elegir, apunta al blanco más visible. Al festejo fotogénico.

A muchos metros del tupé dorado de Beckham, Samuel seguía custodiando el área de Casillas, como si todavía temiese que el partido se le fuera a escapar vivo. El defensa central argentino lo ha pasado mal. Se ha maldecido muchas veces, desde que llegó a Madrid, en junio de 2004. Se ha sentido incapaz de adaptarse a una lógica desconocida, en un equipo tan inhóspito para los centrales como para los tipos sencillos.

A los 26 años, Samuel ha buscado refugio en su mujer y sus hijos, haciendo una vida hogareña, impropia de una estrella del espectáculo. Comprando los muebles en Ikea, como un estudiante. Y procurando estar físicamente al máximo para recuperar algo que no depende de la hinchada, ni de los compañeros, ni de la prensa, ni de Florentino Pérez.

Desde que llegó al Madrid, Samuel ha vivido luchando consigo mismo por recuperar el orgullo. Lo va consiguiendo gracias a partidos como el de ayer, imponiéndose por arriba en las dos áreas, cerrando a Oliveira por velocidad y oficio y dándole el pase del tercer gol del Madrid a Helguera con la cabeza.

Unos metros atrás, lejos del ruido galáctico, Casillas resultó imprescindible como casi siempre. Cabe preguntarse por la suerte que habría corrido este equipo sin su portero en el último lustro. Anoche se encargó de paralizar a Joaquín en un mano a mano y paró un tiro de Edu al segundo palo que llevaba todo el veneno.

Antes de recibir un gol, el Betis perdió el encuentro en el área de Casillas. Cuando fue sustituido, con un tirón en el muslo, el Bernabéu comulgó en un saludo cerrado y emocionante a uno de esos héroes inadvertidos: "¡Iker!, ¡Iker!, ¡Iker!".

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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