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Reportaje:LA CRISIS DEL CARMEL

Lecciones de una crisis

Varios de los políticos que han intervenido en el Carmel evalúan la gestión pública del suceso

Milagros Pérez Oliva

El socavón del Carmel no sólo ha causado daños y provocado angustia a varios cientos de familias que han tenido que dejar sus casas. También ha puesto a prueba la solidez personal y política de los cargos públicos más directamente implicados. Cuando se ha cumplido ya más de un mes del desalojo forzoso, algunos de los políticos que han estado en primera línea de fuego hacen un alto para repasar qué lecciones han sacado de la crisis, qué cosas no se tuvieron suficientemente en cuenta y que fallos se produjeron. Todos han vivido momentos de gran tensión, que les ha quitado el sueño; se han sentido señalados e insultados, y han percibido el aguijón de la desconfianza pública.

Pasado un mes, cuando el diagnóstico de lo sucedido en las obras del metro tiene todavía importantes lagunas, la crisis ha derivado en un conflicto político de primera magnitud que amenaza con tapar el problema original. El análisis de cómo se ha gestionado la crisis permite extraer enseñanzas para el futuro. Por ejemplo, los efectos que ha tenido sobre la propia crisis la dimensión mediática del suceso. Una de las mujeres afectadas lo expresó con claridad en un programa de televisión después de negarse a autorizar una inspección de su piso: "No volvemos a casa porque en cuanto no seamos noticia ya no nos harán caso". Los gestores de esta crisis han podido comprobar también que, en una sociedad abierta, la transparencia no es sólo un valor democrático, sino un requisito de supervivencia política; que cuando se quiebra la confianza en las instituciones, es muy difícil restituirla y que en situaciones de incertidumbre, la gestión de la información se convierte en un elemento clave.

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Lo que sigue es el resumen de las reflexiones expresadas por cinco de los políticos que estuvieron en el Carmel los primeros días de la crisis.

- MONTSERRAT TURA, consejera de Interior (PSC). La primera lección que hemos aprendido de esta crisis es que los mecanismos de control no han de estar lejos de aquellos que tienen la responsabilidad política de la obra. Y que hemos de crear un sistema que nos permita recoger y valorar las apreciaciones subjetivas de la ciudadanía. Hemos de tener más sensibilidad hacia las quejas porque son un elemento de alerta: los temblores, las grietas, las críticas sindicales, eran síntomas de alarma que no supimos interpretar.

Apropiarse del dolor. Se ha visto que toda desgracia desemboca en un debate político partidista en el que hay quien intenta apropiarse del dolor de las personas, algo que deberíamos evitar. Y debemos hacer lo posible para que las reacciones sean proporcionadas. Del mismo modo que la Administración no ha de confundir los planes de mejora global del barrio con la solución del problema de los socavones, que se ha de traducir en compensaciones justas, tampoco los afectados han de cometer el error de intentar sacar provecho de la situación con demandas desproporcionadas. En todo caso, la Administración no debe perder de vista que gestiona el dinero de todos.

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Desconfianza cruzada. Cualquier crisis se agrava cuando existe desconfianza. En este caso había desconfianza de todos respecto a todos: los políticos de los técnicos, los vecinos de los políticos y de los técnicos, los técnicos de los políticos. En estas condiciones, la recuperación de la crisis siempre es más lenta y dolorosa. La confianza sólo puede recuperarse a base de información realista y ajustada a lo que se sabe en cada momento.Una crisis de esta naturaleza es una vivencia muy intensa para un político. Todos los que hemos intervenido en esta crisis hemos tenido un sentimiento muy intenso, pero no todos los que teníamos responsabilidad hemos intervenido con la misma intensidad. Estoy en disposición de decir que el comportamiento del Gobierno no ha sido el de considerar la crisis como un asunto de todo el Ejecutivo. Existe la figura del conseller en cap, que tiene la función de coordinar. En una crisis que afectaba a diferentes departamentos y organismos, era muy necesario que esa función se ejerciera.

Restricciones informativas. He aprendido con errores propios que se ha de tener mucho cuidado con el tratamiento de la información. Estaba hablando con los vecinos cuando se acercaron un gran número de cámaras y pedí que no se filmara, porque no quería contribuir a la imagen de que los políticos sólo vamos a hacernos la foto. Fue un error. No me di cuenta de que cualquier restricción a la información puede interpretarse como un intento de ocultación. Hemos de confiar en que los profesionales de la información serán responsables y cuando un vecino no quiera que le filmen, no lo harán. Pero yo debería haberles dicho a los vecinos que, puesto que ejerzo un cargo público, mi imagen es también pública y debo permitir que me filmen siempre.

- JOAN CLOS. Alcalde de Barcelona (PSC). La primera lección es que hay que aumentar la seguridad de los métodos constructivos y mejorar los sistemas de control: ahora hemos sabido que se habían producido dos o tres túneles de chimenea previos al socavón, y estos incidentes no llegaron al responsable máximo de la obra. Hemos de habilitar un mecanismo para que los incidentes técnicos salten la barrera profesional y enciendan las alertas en el nivel político.

Evitar la prisa. Algunos de los errores cometidos, como permitir el retorno de los vecinos para tener que desalojarlos de nuevo, fueron fruto de la prisa. En una crisis como la del Carmel, se ha de evitar la precipitación y encontrar un punto de equilibrio entre riesgo y seguridad. Tal vez nos excedimos en fijar los límites del círculo de protección, tal vez no era necesario desalojar a 1.000 personas. Si tuviera que volver a decidir, creo que haría lo mismo, pero es obvio que una población flotante tan grande dificulta la gestión de la crisis. En el futuro, el reto es evitar el efecto péndulo: que a la hora de decidir las obras se exagere la seguridad y se dejen de lado otros valores, como la eficacia y la economía.

Descalificaciones globales. Hemos de reflexionar sobre un mecanismo insidioso que se ha producido y que es muy peligroso: las descalificaciones colectivas. Una cosa es el enfado comprensible de los afectados, y otra abonar un discurso de descalificación global de "los políticos". Porque eso quita legitimidad a la democracia y genera frustración. Las críticas son legítimas, pero deben concretarse. Los medios también han abusado de otro término genérico, el de "los vecinos", que tampoco tiene una realidad homogénea. La ciudadanía es diversa y se expresa a veces con demandas contrapuestas.

Otro fenómeno nuevo ha sido la emergencia de los abogados. Obviamente, todos los afectados tienen derecho a la reclamación jurídica, y los abogados tienen derecho a ir al Carmel a buscar clientes. Lo que no me parece lógico es disfrazar eso de otra cosa. Ésta es una dinámica nueva para las administraciones, que han de atender las reclamaciones justas pero también protegerse de las injustas.

- ANNA SIMÓ. Consejera de Bienetar y Familia (ERC). Una cosa que se debe tener en cuenta en una situación como la del Carmel es que tratamos con personas a las que se les ha parado la vida. Por tanto, la prioridad ha de ser resolver los problemas más inmediatos. Desde este punto de vista creo que se ha actuado bien, aunque algunas medidas, dada la envergadura del problema, se han demorado demasiado. Una lección importante es que cada departamento, cada administración, independientemente de las competencias de cada uno, ha de aportar todo lo que puede, aunque no le toque. En eso, el Ayuntamiento tuvo un comportamiento modélico. Todos se volcaron.

Crisis de confianza. Una de las cosas que se han de tomar en consideración es que una crisis como ésta no se puede resolver con rapidez. Requiere mucho tiempo. De hecho, no se resolverá hasta que todos y cada uno de los afectados pueda normalizar la vida. Hemos de saber expresar de forma honesta que se está haciendo todo lo necesario y lo posible, pero que no siempre se puede hacer todo. Hemos de admitir las limitaciones, pero dejando claro que ponemos todo el esfuerzo posible en resolver la situación. Mientras tanto, la crisis ha de servirnos para revisar los mecanismos de gestión de la obra pública.

Dinámica de reclamaciones. Forma parte de la lógica de una situación tan dramática. Las indemnizaciones son uno de los aspectos de la crisis que el Gobierno ha de pactar sin tacañería, pero con criterios de estricta proporcionalidad. Cataluña es muy variada y tiene muchas necesidades. Hemos de dejar muy claro hasta dónde es razonable atender las reclamaciones de los afectados.

- IMMA MAYOL. Teniente de alcalde de Barcelona (ICV). Es muy importante que quien toma las decisiones en el máximo nivel esté muy en contacto con la realidad del conflicto y priorice la atención social, para que las personas afectadas se sientan cuidadas por las administraciones. Eso creo que se ha hecho bien. Pero los gestores que estábamos sobre el territorio teníamos una percepción diferente de la que tenían quienes tomaban decisiones desde el despacho. Por ejemplo, el anuncio de grandes cantidades de dinero para planes de futuro, pensando que eso iba a tranquilizar, fue un error porque dio una imagen de mercadeo. Lo que le importaba a la gente era saber cuándo podría volver a su casa, de modo que las promesas de futuro no eran ningún consuelo.

Incertidumbre. La gente se ha quejado de no tener suficiente información. Información sí han tenido. El problema es que no les hemos dicho en cada momento lo que ellos querían oír porque no podíamos responder a las preguntas que más les importaban. Nosotros gestionábamos incertidumbres cuando la gente reclamaba certezas. La gente se ha sentido atendida, pero no informada. El Ayuntamiento ha demostrado estar en mejores condiciones para gestionar la crisis que el Gobierno. En el futuro es importante que haya alguien que coordine y asuma la responsabilidad. Al principio hubo demasiada gente mandando y poca coordinación. Había varios departamentos de la Generalitat implicados y hemos tenido un conseller en cap totalmente ausente.

Control público. Otra lección es que, en un sistema de contratación pública, la pérdida de control de la Administración es muy peligrosa. No se puede subcontratar tanto y la Administración debe asumir directamente el control de la calidad de las obras. Tampoco se puede pedir la solución a quien ha creado el problema: quien ha diseñado el túnel o ha decidido el método constructivo no tiene distancia para ver los errores.

Marcha atrás. Para la credibilidad política no hay nada peor que la marcha atrás. Es mejor gestionar incertidumbres que dar certezas y luego tener que rectificar. Seguramente por las ganas de resolver el problema, nos precipitamos al considerar que la gente podía volver a sus casas. Lo que demuestra que, en situaciones de emergencia, la actuación compulsiva puede ser muy nociva. La gente agradece que los políticos den la cara, aunque sólo sea para compartir el mal trago. Pero lo que hizo Rodríguez Zapatero es inaceptable. Me parece bien que fuera al Carmel, pero antes hubiera tenido que reunirse con las administraciones y tomar los acuerdos pertinentes, y luego presentarse allí todos juntos. La presencia de Rodríguez Zapatero parecía más pensada para favorecer su imagen personal que para fortalecer a las instituciones.

- JOSÉ CUERVO. Concejal de Presidencia (PSC). Hemos aprendido que en la gestión en directo de estados de enojo legítimo, cuando predominan la confusión y la desesperanza, es importante que haya una presencia institucional que mantenga la esperanza con humildad. También es muy importante transmitir la sensación de cariño y empatía. La gente, cuando está enfadada, te insulta, pero luego te pide perdón si ve que sigues ahí, intentando resolver el problema.

Serenidad. En la gestión de una crisis es muy importante la serenidad. La crisis no se resuelve, como se ha visto en este caso, cuando uno decide, sino cuando se supera realmente el problema. Pero cuando tratas de dar confianza sin información fiable, entonces lo que haces es crear desconfianza. Yo me negué a llevar a los afectados información de GISA, porque era confusa y contradictoria. En algún momento, por querer transmitir tranquilidad dio la impresión de que las administraciones minimizaban el problema. El consejero Nadal ha actuado de modo ejemplar, pero ha dado la impresión de que no lo explicaba todo. En todo caso, en la comunicación con la gente hemos ido por detrás de los acontecimientos.

Interlocutores. Desde el principio debería haberse contado más con los movimientos sociales del barrio. Deberíamos haber buscado intermediarios de la propia comunidad para gestionar la crisis. La asociación de vecinos, cuando se le ha dado la oportunidad, ha hecho una buena gestión y ha ayudado mucho. Pero ha faltado coordinación institucional y ha habido ausencias clamorosas.

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