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Zapping
Columna
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España

Leo que la sucursal alemana de la productora Endemol ha ideado un reality show que aspira a descubrir al alemán más viril. ¿De qué modo? Haciendo competir los espermatozoides de los concursantes.

Correr

Procedentes de un banco de esperma, las muestras elegidas protagonizarán una enloquecida carrera. El jurado está formado por un ginecólogo, un andrólogo y un urólogo, y el premio es un reluciente Porsche, metáfora de la velocidad y de la potencia triunfadora, supongo. La idea, como manda la tradición mediática, ha escandalizado, pero, en el fondo, reproduce, en su fase más primigenia y elemental, muchas de las competiciones y concursos que nos rodean, ideados para coronar al más macho.

Sida

En un canal informativo vía satélite de la tele de un amigo veo a Nelson Mandela. Aparece en un resumen de los hechos más relevantes del mes de enero. Mandela está abatido, sentado junto a su nieto Mandela. Ambos asisten al funeral de Makgatho, hijo de Mandela, que murió el pasado 11 de enero a causa del sida. Días antes, Mandela rompió el tabú al declarar públicamente las causas de la muerte de su hijo, una confesión que ha tenido mucha repercusión en África. La imagen impresiona tanto como la estadística (en Suráfrica el sida mata cada día a 600 personas) y reproduce la entereza de quienes sobreviven. La serenidad y la falta de lágrimas histéricas contrasta con lo que veo en A tu lado, donde otro enfrentamiento artificial provoca una rentable sesión de llantos que se alarga durante toda la semana.

Simulacro

España es es el magacín antropológico de La 2 y será, en el futuro, un programa de culto. En una plaza-plató típicamente española se juntan varios presentadores a exprimir la actualidad cultural. No se trata sólo de renovar la España de Crónicas de un pueblo con el espíritu de los Premios Príncipe de Asturias, ni de recuperar joyas del programa Raíces, ni de animar los centros territoriales de TVE o publicitar la red de Paradores Nacionales, sino de hacer un simulacro de la España plural. Los presentadores saludan en euskera, catalán y gallego y comparten una tolerancia perteneciente al reino de lo que pudo haber sido y no fue. No esperen ver aquí a Kiko Matamoros, español mediático de la semana, pero sí a Labordeta o a Pedro Guerra. No se renuncia a la participación o al concurso. Ejemplo: ¿cómo se llama el caballo de Don Quijote, Rocinante o Babieca? Ejemplo de participación: una mujer llama para denunciar que Mar adentro es un plagio de un poema suyo. El respeto que se muestra por la diversidad emociona. Pero, a juzgar por el discurso de Ibarretxe en el Congreso y las reacciones que provoca, me temo que llega tarde. Haber elegido a Mon Santiso como uno de los presentadores de España es es un acierto: está curtido en fenómenos sobrenaturales.

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