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Entrevista:NATAN SHARANSKY | Ex disidente soviético y ministro israelí | NUEVO MANDATO DE BUSH

"Las dictaduras son, en el fondo, sistemas muy débiles"

Durante años se le consideró una especie de extraterrestre, el producto atípico de una noble causa, la que, a costa de grandes sacrificios, representaban los disidentes de la antigua URSS. Sin embargo, desde hace unas semanas, Natan Sharansky saborea el sabor del desquite. Sus teorías sobre la expansión de la libertad y la guerra contra la tiranía, formuladas en su último libro, han encontrado un firme defensor en George W. Bush. Hasta el punto de que el antiguo disidente soviético, hoy ministro para Asuntos de Jerusalén del Gobierno israelí, recibió en noviembre una invitación a la Casa Blanca para intercambiar puntos de vista con Bush.

Pregunta. ¿Le halaga que su libro esté en la mesilla del presidente Bush?

"Es halagador que Bush adopte la idea de que sólo es posible garantizar la seguridad en el mundo mediante el fortalecimiento de la libertad"
"Los árabes pueden vivir en un régimen democrático, exactamente igual que los occidentales. ¡Ya está bien de estereotipos racistas!"
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Respuesta. No sé si lo tiene en la mesilla de noche, yo lo vi sobre la mesa del despacho. Lo que me halaga es que el presidente Bush considere que mi libro contiene una expresión, un resumen de sus ideas. Él cree verdaderamente en los principios sobre los que escribo y, sobre todo, intenta ponerlos en práctica. Y eso es mucho más importante y mucho más difícil.

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P. En él se definen las teorías de los neocon.

R. ¿Qué quiere decir neocon? Las etiquetas, en general, ocultan el intento de ignorar los contenidos, la idea en sí. Es un condicionamiento político que hace que, si uno es de izquierdas, esté automáticamente en contra, mientras que si es de derechas, está automáticamente a favor. Yo, en cambio, expongo una idea que me parece profunda e importante: que sólo es posible garantizar la seguridad en el mundo mediante el fortalecimiento de la libertad. Es una idea que elaboré ya cuando era disidente en la Unión Soviética en colaboración con mi gran maestro, Andréi Sajarov, y el hecho de que un presidente estadounidense se convierta en disidente, adopte esta idea, nos crea y la promueva, no sólo es halagador, sino la realización de un sueño.

P. ¿Qué le dijo Bush durante la entrevista en la Casa Blanca?

R. Me dijo que mi libro se hace eco de una cosa que siempre ha pensado: que no es posible que la libertad sea un don exclusivo de Dios a los estadounidenses: "Es un don para todos, todos los pueblos tienen derecho a vivir en libertad y, si todos son libres, nuestra seguridad está garantizada". También me dijo: "En su libro he encontrado las bases teóricas e históricas de esta opinión, y ahora ha llegado el momento de pasar de la teoría a la práctica".

P. Entonces, ¿se puede decir que esta batalla por la libertad total ha encontrado un comandante en la persona de Bush?

R. No es una batalla por la libertad total, sino por una auténtica seguridad, y el presidente Bush es consciente de que la seguridad para nosotros significa la libertad en su territorio [el de los palestinos]. Cuanta más libertad tengan ellos, más seguridad tendremos nosotros. Por eso me parece magnífico que el que cree en todo eso sea el líder del mundo libre.

P. ¿Pero cómo concilia esta aspiración suya de libertad con la ocupación militar de los territorios?

R. Hace muchos años que digo sin cesar que la amplitud de nuestras renuncias debe ser paralela a la amplitud de sus reformas. En pocas palabras, quiero dar a los palestinos todos los derechos de los que disfruto yo, y entre ellos, el de destruirme. Y para ello no hay más remedio que escoger el camino de la democracia. Hace años que repito estas cosas, y ahora, por fin, el líder del mundo libre piensa como yo, cree que los árabes pueden vivir en un régimen democrático, exactamente igual que los occidentales. Ya está bien de estereotipos racistas, de decir que la democracia no está hecha para los árabes.

P. ¿No cree que, más que el "poder de la libertad", se trata del poder de la fuerza?

R. Desde luego que no. Mi libro no habla de las relaciones entre gobiernos, de cómo un gobierno determinado emplea la fuerza contra otro. Lo que intento demostrar es que las dictaduras son sistemas de gobierno muy débiles, en el fondo, porque tienen que emplear toda su fuerza en controlar a cada ciudadano, a su mente. Y, como son tan débiles, no hace falta declararles la guerra, basta con no prestarles apoyo, no reforzarlos, no darles fuerza desde fuera. Eso basta para alentar a los disidentes. Eso significa que es posible fomentar un cambio sin usar la fuerza.

P. Sin embargo, en el caso de Irak, Bush escogió la guerra.

R. Si, en ocasiones, el mundo libre se ve obligado a hacer uso de la fuerza y declarar la guerra, es sólo porque antes ha habido un periodo en el que ha intentado apaciguar al dictador mediante concesiones. Así ocurrió con Hitler, así ocurrió con Stalin y, posteriormente, con Arafat y Sadam Husein. Si, en los años ochenta, EE UU no hubiera pensado que Sadam le era útil para enfrentarse a Irán, él no se habría vuelto nunca tan poderoso. Lo mismo se puede decir de Arabia Saudí, un país del que hablo largo y tendido en mi libro. Si no reciben ayuda del exterior, esos regímenes caen por sí solos, como pasó con la Unión Soviética.

P. Y ahora, después de Irak, ¿qué país debería ser el primero en el punto de mira de Bush?

R. Cualquier país que represente una amenaza puede estar en el punto de mira, sin distinciones. En este momento, Irán es el primero de la lista porque, de aquí a un año, puede tener la bomba atómica. Hace ya 10 años que, a petición de los jefes de Gobierno israelíes, intento convencer a Rusia de que no transfiera tecnología nuclear a Irán. Es una lástima que el mundo haya perdido esos 10 años, porque Irán es un ejemplo excelente de las teorías que expongo en el libro.

P. Explíquese un poco más.

R. Yo subdivido la población de los países totalitarios en tres grupos: los convencidos, los disidentes y los que piensan una cosa y expresan otra. Con el paso de los años, el número de estos últimos va en aumento constante, mientras que hay un descenso paralelo en el número de convencidos. Hoy, en Irán, casi todos son gente que piensa una cosa y expresa otra, por lo que, con un poco de estímulo externo, muy concentrado, sería posible fomentar transformaciones verdaderamente drásticas. Si yo fuese uno de los consejeros políticos de Bush, le diría que empleara ese método, no sólo con Irán, sino con Siria, Arabia Saudí y Egipto.

Natan Sharansky.
Natan Sharansky.REUTERS

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