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Reportaje:ELECCIONES EN IRAK

Los suníes buscan su papel en la Constitución

A pesar de pedir el boicoteo a las elecciones, algunos líderes participarán en la redacción de la Carta Magna

Los líderes árabes suníes que más han hablado para pedir el boicoteo o el aplazamiento de las elecciones dicen que tienen intención de participar en política después de los comicios, e incluso intervenir en la redacción de una Constitución permanente. Es demasiado lo que está en juego -con la redacción de la Constitución prevista para agosto de 2005 y la celebración de las primeras elecciones regulares a finales de año- para que los grupos suníes rechacen el proceso político, dicen estos dirigentes, pese a que insisten en criticar la próxima votación. Estas palabras de varios suníes prominentes son el signo más positivo de que todavía hay alguna posibilidad de que intervengan en el proceso político, con lo que podrían dar nuevo aliento a los esfuerzos de Estados Unidos para implantar la democracia en Oriente Próximo.

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Los que dicen que quieren participar en el proceso no son los líderes de la rebelión suní, y no existen indicios de que la violencia vaya a disminuir tras las elecciones. Pero algunos de esos dirigentes, entre los que hay clérigos poderosos, tienen enorme influencia sobre los guerrilleros y podrían servir de puente entre el nuevo Gobierno -que se prevé dominado por los chiíes- y los rebeldes.

La semana pasada, los dirigentes suníes amenazaron con sabotear la Constitución si el Gobierno salido de las elecciones y las autoridades estadounidenses no cuentan con ellos. Una disposición de la ley fundamental de transición, aprobada en la primavera del año pasado, permite que basten tres de las 18 provincias del país para anular un proyecto de Constitución, siempre que voten en su contra, en un referéndum, dos tercios de sus residentes. Los suníes son mayoritarios, por lo menos, en tres provincias, y sus líderes están empleando esta disposición como arma para advertir a los chiíes, los kurdos y los estadounidenses de que la minoría suní confía en tener un hueco en la política tras las elecciones.

"Desde luego, el que nos hayamos retirado de las elecciones no quiere decir que no vayamos a participar en la redacción de la Constitución", ha dicho el jeque Moayad Ibrahim al Adhami, uno de los miembros más importantes de la Asociación de Estudiosos Musulmanes, que asegura representar a 3.000 mezquitas y es el grupo suní más influyente de los que proponen el boicoteo electoral. "Las elecciones son una cosa; la Constitución es otra". Los líderes suníes están negociando con las autoridades iraquíes y estadounidenses sobre otras formas de participación en el nuevo Gobierno, aunque obtengan malos resultados en las elecciones nacionales. Existen propuestas dirigidas a garantizar que el Gobierno reserve varios cargos ministeriales para los suníes.

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John D. Negroponte, embajador de Estados Unidos en Irak, dice que la embajada está tendiendo la mano a "prácticamente cualquier grupo suní con el que entramos en contacto", con el fin de convencerles de que participen en política. Con suerte, es posible que quienes han decidido "quedarse al margen u oponerse en esta ocasión" se comprometan tras las elecciones.

Los políticos chiíes dicen que quieren garantizar una representación adecuada de los árabes suníes en el nuevo Gobierno. Alí Faisal al Lami, asesor de Ahmed Chalabi -el antiguo exiliado que se presenta en la lista chií con más posibilidades-, dice que los candidatos chiíes se han reunido con jefes tribales suníes en ciudades hostiles como Mosul, Ramadi y Tikrit. "Les ofreceremos cargos en el Gobierno e incluso ministerios", asegura.

Mohsen Abdul Hameed, dirigente del Partido Islámico Iraquí, el principal grupo suní que se ha retirado de las elecciones, intenta mantener el equilibrio entre el antiamericanismo de sus bases y el deseo de intervenir en política. Hace poco contó que había recibido una amenaza escrita de una célula rebelde para que no colabore con el nuevo Gobierno, pero que sigue en "intensas negociaciones" con las autoridades estadounidenses para lograr que su partido tenga un hueco. "No ocuparemos puestos en el Gobierno ni aceptaremos nombramientos", decía Abdul Hameed. "Pero participaremos en la Constitución, y participaremos en la redacción del borrador si nos lo piden". El anuncio de la retirada del Partido Islámico Iraquí, hecho a finales de diciembre, representó un duro golpe para las elecciones porque se trata de un partido popular entre los árabes suníes.

Debido a los llamamientos al boicoteo y la grave situación de la seguridad en las provincias de mayoría suní, las autoridades iraquíes y estadounidenses temen que los suníes muestren escasa participación el domingo y que, como consecuencia, consideren ilegítimo al nuevo Gobierno. Los árabes suníes gobernaron Irak durante décadas, pero fueron expulsados del poder con la caída de Sadam Husein, que era un suní de Tikrit. Ahora, muchos se sienten frustrados bajo la ocupación de Estados Unidos y consideran que las elecciones van a servir para que los estadounidenses instalen un Gobierno de predominio chií.

Adnan Pachachi, el candidato suní laico más conocido, ha dicho que, después de las elecciones, para la asamblea nacional debe ser prioritario acercarse a los grupos que han denunciado las elecciones para invitarles a participar en la elaboración de la Constitución.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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