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Reportaje:VIOLENCIA EN IRAK

Diez días en un 'agujero negro'

El Gobierno francés asegura que no tiene la certeza de que la periodista de 'Libération' desaparecida en Irak haya sido secuestrada

Hace ya 10 días, desde el miércoles 5 de enero, que la periodista francesa Florence Aubenas, del diario Libération, y su chófer Husein Hanun al Saadi cayeron en el agujero negro iraquí. Nadie ha reivindicado el secuestro; tampoco hay noticias sobre su estado, ni proclamas belicopolíticas asociadas a sus nombres. El jueves, el presidente iraquí, Gazi al Yauar, se entrevistó en París con el presidente Jacques Chirac y, por primera vez, pronunció la palabra maldita; dijo estar triste por "el secuestro de esta periodista inocente". Ayer, fue el imán de la ciudad santa chií de Nayaf, el jeque Sandreddine al Kubbanji, representante del Consejo Supremo de la Revolución Islámica, el principal partido chií, que en la plegaria de los viernes denunció el "rapto" de Florence Aubenas, que calificó de "acto de terrorismo".

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El Gobierno francés, sin embargo, sigue negándose a hablar de secuestro mientras no haya una reivindicación. Hervé Ladsous, el portavoz de Exteriores, apuntó ayer que las palabras del presidente iraquí pudieran haber sido mal traducidas. El Ejecutivo galo parece sentirse incómodo en este asunto, tal vez porque todavía tiene que explicar los aspectos más opacos de su intervención en el caso de los periodistas Christian Chesnot y Georges Malbrunot, liberados el pasado 21 de diciembre tras más de cuatro meses de secuestro en manos del Ejército Islámico en Irak, cuya última secuela ha sido el robo de documentos del despacho del diputado de la UMP Didier Julia, que en noviembre había protagonizado una misión en Irak, nunca totalmente aclarada, para liberar a los rehenes.

La noche del jueves estaba previsto un homenaje a Chesnot y Malbrunot, en el Instituto del Mundo Árabe, en París, pero la velada se convirtió en una movilización para la liberación de Aubenas y su chófer. El acto tuvo un alto contenido no sólo político y social, sino también emocional. Florence, como la conocen sus colegas en Libe, es uno de esos personajes que todas las redacciones desean tener. A sus 43 años es una de las referencias del periódico. De hecho, formaba parte de la sección de Sociedad, pero en realidad escribía para todas las secciones del periódico. Sus últimos trabajos habían sido sobre un sonado juicio de pedofilia conocido como el proceso d'Otreau, en el que muchos de los acusados fueron liberados sin pruebas.

Ahora estaba en Irak para cubrir las elecciones. El mismo día que desapareció, Libération publicaba un amplio reportaje sobre la preparación de los comicios en Bagdad en el que Aubenas hablaba con todo tipo de gente dibujando un interesante fresco de la situación, y desmintiendo, avant la lettre, a quienes después han dicho que no vale la pena mandar periodistas a Irak para que vivan encerrados en la habitación de su hotel sin poder salir. Puertas adentro, en Libération se vive muy mal la ausencia de este personaje que todos califican de "supersimpática" y "extravertida". No sólo por lo que tiene de terrorífica la situación, sino porque Florence "siempre está de buen humor, transmite entusiasmo y ganas de hacer cosas", como explica uno de sus compañeros.

El jueves, el Instituto del Mundo Árabe, además de sus colegas, estaban también sus padres, que defendieron a capa y espada la decisión de su hija de viajar a Irak. "Ella está allí por todos nosostros", dijo Benoît Aubenas, "pero también por los iraquíes. Ella nos trae su testimonio". Su madre, Jacqueline, insistió en lo mismo: "Es por el deber de informar que Florence se fue a Bagdad", dijo. Todos, en realidad, respondían a Chirac, cuya primera reacción pública al conocerse la desaparición fue pedir a los medios de comunicación que no manden a nadie más a Irak.

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Los otros destinatarios de la velada fueron los periodistas de los medios árabes, que ya se han movilizado para pedir la liberación de los secuestrados, pero a los que se les pide que insistan en defender una libertad que, finalmente, es a ellos a quienes más concierne.

El embajador francés, Bernard Bajolet (derecha), saluda a un líder suní en Bagdad.
El embajador francés, Bernard Bajolet (derecha), saluda a un líder suní en Bagdad.AFP

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