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Kirchner rompe su silencio y expresa sus condolencias a las familias de los 185 muertos en la discoteca

"Expreso mi respeto, compromiso y solidaridad con las víctimas de lo ocurrido, como así también para con sus familiares y seres queridos", dijo por fin el presidente argentino, Néstor Kirchner, que regresó ayer a la capital federal después de pasar la fiesta de Nochevieja en su casa de El Calafate, frente al Lago Argentino, en la provincia de Santa Cruz, al sur del país. Después de cuatro días de silencio, hizo llegar sus condolencias a los familiares de los 185 muertos que causó el incendio en la discoteca República Cromagnon, del barrio de Once, en el centro de Buenos Aires, el pasado jueves por la noche.

En unas breves declaraciones telefónicas recogidas por la agencia oficial de noticias, el jefe del Estado justificó el silencio que causó indignación en Buenos Aires porque "la tragedia fue demasiado grande y demasiado terrible como para agregarle declaraciones o gestos de exhibicionismo como los que se pudieron observar a los pocos minutos del desastre".

Kirchner reclama ahora a los jueces que "actúen rápida y eficazmente, identificando y castigando a los responsables". El presidente recordó que hace 11 años el incendio de otra discoteca causó 17 muertos. "Se repitió lo sucedido en la discoteca Kheyvis, de manera amplificada y profundizada, y todavía estamos esperando justicia. Los responsables de este poder independiente del Estado deben comprender que su rol es vital en la funcionalidad social, no sólo porque la impunidad es predemocrática, sino porque además la reparación, cuando llegó, siempre fue demasiado tarde", añadió Kirchner.

Una niña de 10 años, Agustina Antón, y una mujer de 25 años, Viviana Villalba, se sumaron ayer a las víctimas fatales, y son ya 185 los muertos. Más de 150 de los 260 heridos que aún permanecen ingresados en los hospitales se encuentran en salas de cuidados intensivos. Los amigos y familiares de los jóvenes muertos han decidido reunirse cada día, al caer la tarde, en el sitio de la tragedia. El dolor, la bronca y la indignación social crece como la cantidad de asistentes a las marchas de repudio contra el Gobierno autónomo de la capital federal a pesar de la ola de calor que azota Buenos Aires, con temperaturas superiores a los 35º, y de las tradicionales vacaciones que vacían la ciudad en enero. Los manifestantes exigen la condena judicial del administrador y responsable de la discoteca, el empresario Omar Chabán -que ayer declaró ante la juez que investiga el caso-, de todos los funcionarios responsables y la renuncia al cargo del jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra.

"¡Ibarra, Chabán, la tienen que pagar!", gritaban las 6.000 personas reunidas el pasado lunes por la noche a las puertas del palacio de la jefatura de Gobierno de la ciudad, situada frente a la Plaza de Mayo, en el extremo opuesto a la Casa Rosada, sede del Ejecutivo nacional. Un hombre de 71 años, identificado luego como José Buberman, roció su cuerpo con alcohol, encendió el fuego y se arrojó al suelo. Los asistentes, que lograron controlar y apagar las llamas con sus propias ropas, suponían que era familiar de alguna de las víctimas. Pero nadie logró confirmarlo. Poco antes de que se disolviera la marcha, los manifestantes arrojaron piedras a los agentes de policía, 13 de los cuales resultaron heridos. Cinco personas fueron detenidas.

Los jóvenes reunidos en asamblea popular, que realizaron las primeras convocatorias de protesta, rechazan el apoyo de agrupaciones políticas de extrema izquierda o partidarias y no aceptan otras banderas que la argentina al frente de las marchas.

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