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Reportaje:CATÁSTROFE EN ASIA

"Hay gente que lleva 60 horas en un árbol"

La llegada de los servicios de rescate a las zonas más remotas multiplica los relatos de horror, muerte y supervivencia.

El avance de los servicios de socorro hacia las islas y lugares más remotos del sureste asiático no hace sino aumentar los relatos de devastación y horror. Uno de cada cinco habitantes del archipiélago indio de Nicobar ha muerto o desaparecido, mientras que entre el 60 y el 70% de los habitantes de la capital del distrito indonesio de Aceh Java ha perdido la vida. Los relatos de horror y muerte, pero también de supervivencia, en muchos casos milagrosa, llegan desde toda la zona afectada.

SRI LANKA
"Había algo extraño en el agua"

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La familia del esrilanqués Dilip Sivakumar ha vivido de la pesca desde tiempos inmemoriables. Ahora, la mitad ha sido engullida por las aguas en su pueblo, Unawatuna. El domingo, Sivakumar y su hermano estaban faenando cuando notaron algo raro. "Había algo extraño en el agua", señaló, pero no llegaron a percibir el maremoto hasta que volvieron a su pueblo: "La tierra había cambiado. Veía los árboles, pero no las casas. Creía que estaba soñando". Sivakumar asegura que reconstruirán las casas arrasadas. "Salvé mi vida, pero he perdido a mi familia".

INDONESIA
"El 60 o 70% de los habitantes de la ciudad ha muerto" Zulfian Achmad, jefe del distrito de Aceh Java, la zona de Indonesia más perjudicada, describe una situación apocalíptica y asegura que el "60 o 70% de la población de la capital ha muerto". "Todos los edificios han sido arrasados", prosigue Achmad, quien asegura que los supervivientes huyeron a las montañas. "No tenemos medios para darles refugio".

Maghadevi, de 13 años, ha perdido a sus padres, pescadores del pueblo indio de Nagapattinam. "Tengo miedo del mar, no quiero volver a verlo. Incluso si nos regalasen una casa junto a la playa, la rechazaría", asegura Maghadevi, que ha sobrevivido junto a sus tres hermanos de 8, 10 y 15 años. El domingo por la mañana, su padre acababa de volver de faenar y se fue a la playa con su madre para vender la pesca. "De repente, la televisión se apagó y volvió a encenderse. Entonces empezamos a escuchar gritos: 'El agua llega... ¡Corred!'. No perdimos ni un segundo: corrimos y corrimos hacia el interior, pero no miramos atrás. Al cabo de diez minutos llegamos a una casa de cemento y conseguimos subir al tejado. Allí permanecimos, rodeados de agua por todas partes", relata Maghadevi. Cuando volvieron al pueblo, los cadáveres de sus padres estaban en el depósito.

INDIA
"El agua llega... ¡Corred!"

"Vengo aquí desde hace 20 años. Adoraba Patong", relata Ernesto, un milanés de 60 años, mientras pasea por una de las playas más conocidas de Phuket, ahora convertida en un lugar de muerte y desolación. "Hemos visto crecer la ciudad, tenía una vida extraordinaria. Ahora todo ha terminado", señala este milanés, que consiguió salvarse del tsunami. "Nunca olvidaré esa ola. La vi. Habíamos paseado por la playa después del desayuno, pero volvimos al hotel. Eso nos salvó", agrega Ernesto.

TAILANDIA
"Nunca olvidaré esa ola"

Los equipos de rescate lograron llegar ayer a las zonas más remotas de los archipiélagos de Andaman y Nicobar, que se encontraban muy cerca del epicentro del terremoto, que provocó la oleada de tsunamis. "La situación en algunas islas con las que acabamos de contactar es horrible", explica S. B. Deol, coordinador de los equipos de rescate. "Hay quien lleva 60 horas viviendo en una palmera; pero no van a aguantar para siempre. Necesitan cuanto antes comida y ayuda", prosigue. Nadie es capaz de establecer un número de víctimas, pero creen que uno de cada cinco habitantes del archipiélago de Nicobar ha muerto o se encuentra desaparecido. La geografía de las islas ha cambiado. Poco a poco van llegando relatos, como el de Meghna Rajasekhar, que sobrevivió durante dos días flotando sobre una puerta. "Fue capaz de llegar hasta el pueblo, donde le dieron agua de coco", dice un miembro de los equipos de socorro.

INDIA
"Necesitan cuanto antes agua y comida"

Eduard Issel, austriaco de 56 años, sobrevivió a la ola gigante porque logró alcanzar el techo de su hotel de la playa tailandesa de Khao Lak. "Estaba en el edificio cuando llegó una ola de 30 metros. El agua arrastró cuerpos, coches, viviendas, todo...", señala, antes de recordar cómo "gritaban los heridos, que eran cosidos sin ningún tipo de anestesia", tras haber sido destrozados por la fuerza del mar.

TAILANDIA
"Los heridos gritaban"

Christine de Santis, de Hong Kong, pasaba sus vacaciones en un centro hotelero de la costa del sur de Malaisia. A primera hora de la mañana ya estaba en la piscina. "En ese momento, la ola golpeó. No puedo creer que haya sobrevivido. Supongo que las pequeñas islas justo enfrente del hotel detuvieron las aguas el tiempo justo para que pudiésemos salir corriendo".

MALAISIA
"No puedo creer que haya sobrevivido"

El Ministerio de Asuntos Exteriores mantiene los siguientes teléfonos de información: 91 379 16 25 / 91 379 16 27 / 91 379 16 28. Para donativos, las ONG ofrecen los siguientes números: Cruz Roja (902 22 22 92); Unicef (902 255 505); Médicos Sin Fronteras (902 250 902); Oxfam (902 330 331); Acción contra el hambre (902 100 822). Cruz Roja

Dos turistas contemplan cómo el maremoto llega a la costa, el domingo, en el noroeste de Malaisia.
Dos turistas contemplan cómo el maremoto llega a la costa, el domingo, en el noroeste de Malaisia.AP

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