Charlie Kaufman reivindica el valor de la experiencia para escribir un buen guión
Charlie Kaufman es un hombre pequeño, tímido, "de personalidad obsesiva", aparentemente inseguro, con un indudable aire al guionista homónimo al que dio vida Nicolas Cage en la película Adaptation y por la que Kaufman (y su hermano ficticio Donald) fue nominado al Oscar a mejor guión en 2003. También tiene algo de Joel Barish, el personaje interpretado por Jim Carrey que decide borrarse la memoria para olvidar a su novia en el filme Olvídate de mí. "¿De qué voy a escribir si no es sobre mí? Todo el material que sirve de inspiración para un guión tiene que ser necesariamente subjetivo, aunque luego le añadamos cosas para redondearlo".
Sentado frente a una entregada audiencia de unas 200 personas, Charlie Kaufman reivindicó el sábado en un coloquio en el Lincoln Center de Nueva York el derecho a inspirarse en su propia experiencia personal, de la que dijo "resulta imposible desprenderse cuando te dispones a inventarte una historia", y aseguró que "sumergirme en el caos del momento presente es fundamental para escribir sobre tu vida ya que la perspectiva cambia si dejas que pase el tiempo".
Pero sería un error definir a Kaufman, de 46 años, como un mero guionista autobiográfico ya que desde su primer filme, Cómo ser John Malkovich, en el que los personajes encontraban una puerta de acceso al interior de la mente del actor John Malkovich, este neoyorquino ha aportado al lenguaje cinematográfico una frescura de ideas y conceptos narrativos y visuales que le han convertido en uno de los nombres más cotizados de la industria, hasta el punto de ser uno de los contados guionistas que participa en la creación total de una película, desde la selección del casting hasta el montaje final.
Tras los pasos de Woody
"Necesito estar implicado en todo el proceso. No lo concibo de otra manera. Por eso no considero que los filmes que he escrito sean películas ajenas porque las dirigieran otros. El cine hay que entenderlo como un trabajo de equipo, aunque es cierto que es el director el que tiene el poder. Por eso pronto dirigiré mi primera película, quiero saber qué se siente teniendo la palabra final". De esta forma, Kaufman se acercará aún más a la experiencia del hombre que más admira y que le hizo apasionarse por el cine: Woody Allen, un director con el que comparte un cierto parecido físico, además de una clara timidez a hablar en público que, como su maestro, salva brillantemente con dentelladas de ironía.
Kaufman, quien vuelve a estar en las quinielas de cara a las nominaciones a los Oscar por Olvídate de mí (por la que ya se ha llevado varios premios), es original hasta en el formato de sus trabajos. "Yo me salto todas las convenciones propias de un guión. Lo escribo como si fuera una obra de teatro. El guión es una forma de literatura porque se escribe para ser leído. Y su finalidad no creo que sea de tipo técnico. Lo importante es comunicar emociones a la gente que va a trabajar en una película".
Babelia
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