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Reportaje:Copa Davis 2004 | España levanta su segunda ensaladera

Heridas por cicatrizar

Jordi Arrese, Juan Bautista Avendaño y Josep Perlas, los capitanes, son conscientes, aunque no lo digan, de las fisuras del equipo

No; ninguno de los miembros del G-3, el grupo de tres capitanes del equipo español, quiso ayer hablar con claridad sobre las consecuencias futuras de sus decisiones en esta final de la Copa Davis. No resultaron agradables para nadie. Ni para algunos jugadores ni mucho menos para ellos. Pero los resultados demostraron que han acertado. Y ellos, al menos, encontraron motivos para sentirse satisfechos.

"Ha sido durísimo", confesó Jordi Arrese, el que se sentó en el banquillo; "tomamos decisiones controvertidas y sabíamos que podían ir en nuestra contra. Pero el éxito es sólo para aquellas personas que se arriesgan y que hacen las cosas disipando todas las dudas. No tenemos ningún apego al cargo. Nosotros fuimos honrados y aplicamos las conclusiones a las que llegamos los tres. Ahora sabemos que no nos equivocamos".

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No fue fácil para Juan Carlos Ferrero, un número uno y campeón de Roland Garros, enterarse de que iba a ser sustituido por Rafael Nadal el jueves por la mañana, justamente unas horas antes de entrar en el sorteo. Y más duro aún le resultó que luego, el viernes, tras comprobar el estado físico en que había quedado Nadal en su duelo contra Andy Roddick, el G-3 le pidiera otro esfuerzo y que disputara el partido de dobles. Tampoco para Tommy Robredo fue agradable descubrir primero que nadie contaba con él, a pesar de ser el 13º del mundo, cuando se planteó la sustitución de Ferrero y, después, descubrir de golpe y porrazo que iba a saltar a la pista con otro compañero en el doble.

No les sentó bien. Y Robredo así se lo comunicó a los capitanes cuando se reunió con ellos el viernes por la noche. Aunque aparentemente la cordialidad seguía reinando, la verdad es que el grupo quedó realmente tocado con todas aquellas situaciones porque esta vez no existía la complicidad de 2000, cuando los jugadores se habían comprometido con los cuatro capitanes en una cruzada a muerte para conseguir la Copa Davis.

"Durante muchos años, los primeros del ránking sabían que tenían un sitio asegurado en el equipo y en los partidos individuales", explicó Juan Bautista Avendaño, miembro del G-4 y ahora del G-3; "pero a partir de 2000 aquello cambió. Ferrero jugó contra Rusia, pero no en las semifinales frente a Estados Unidos cuando estaba convencido de que lo haría. Y Àlex Corretja, número uno español entonces, no disputó ningún individual en la final ante Australia. Aquel compromiso entre los jugadores y los capitanes nos habilitó para tomar decisiones realmente importantes. Y la situación prosiguió cuando llegó el G-3".

La primera bomba que les estalló en las manos se produjo antes de la final de 2003, cuando decidieron relevar a Albert Costa por Feliciano López para que jugara junto a Corretja en el doble. Costa había jugado las tres eliminatorias anteriores y se había inscrito con Corretja en varios torneos del circuito para preparar el dúo.

"Costa comentó que había perdido la confianza en el G-3 y eso me aludía también a mí", comenta Josep Perlas, que entonces era su entrenador; "aunque habíamos establecido la diferencia entre ser su técnico y ser uno de los capitanes, cuando aquello ocurrió hubo detalles que delataban que no se estaba sintiendo a gusto conmigo y creo que la situación afectó incluso a su tenis". Hace unos meses se produjo la ruptura entre ellos. Un desenlace similar al que tuvo con Carlos Moyà tras ser apeado de la final de 2000.

Sin embargo, la controversia se vivió este año en cada eliminatoria. En Brno, en la primera ronda, López entró incluso rebotado al vestuario tras conseguir empatar la eliminatoria a dos y se dirigió a Robredo, al que había sustituido, para decirle: "¡Parece que no te alegres de mi victoria!". Después, en las semifinales contra Francia, en Alicante, fueron los capitanes los que se dirigieron a Moyà para decirle que iban a sustituirle por Nadal porque atravesaba un momento de dudas en su juego ante el enfado del de Hostalric, que no entendió por qué no se contó con él.

Así que, cuando llegó a Sevilla, el equipo ya estaba bastante convulsionado. Y, cuando se produjeron las últimas decisiones del G-3, todo se fue resquebrajando, empezando por los entornos de los jugadores más afectados. En la fiesta de celebración todos se sintieron muy unidos. Pero, en el fondo, todos saben que hay unas heridas que quizá no se cicattricen. Puede que sean una causa para el final del G-3. O puede que no haya tiempo para tomarse el desquite. Porque en las elecciones a la presidencia federativa del próximo 29 de enero hay grandes posibilidades de que Pedro Muñoz supere a Agustí Pujol. Y entonces el futuro de los capitanes quedaría en el aire.

Jordi Arrese, con el micrófono en una mano y el trofeo en la otra, junto a Juan  Avendaño (a su derecha) y Josep Perlas.
Jordi Arrese, con el micrófono en una mano y el trofeo en la otra, junto a Juan Avendaño (a su derecha) y Josep Perlas.P. C.

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