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La estrategia del zigzag entre Europa y Moscú

Pilar Bonet

La competencia entre EE UU, por una parte, y Rusia, por la otra, aflora de forma cíclica en Ucrania desde los tiempos de Leonid Kravchuk, el artífice de la independencia, durante cuyo mandato Kiev renunció a los misiles heredados de la URSS y firmó el Tratado de No Proliferación como Estado no nuclear. Eso sí, con dudas que crisparon a Washington y a Moscú.

Las decisiones nunca definitivas y la revisión de posiciones para no cerrarse ninguna puerta han caracterizado el rumbo de Ucrania, tal vez por la localización geográfica en el centro de Europa de este país de 47 millones de habitantes con una frontera de 2.800 kilómetros con Rusia. En política exterior, Yushchenko se identifica con una línea proatlantista, y Yanukóvich, con una línea prorrusa. Dicho esto, todo es más complicado.

A cambio del apoyo del socialista Olexandr Moroz, Yush-chenko se ha comprometido a retirar los soldados que Kuchma envió a Irak. Sobre el papel, Yanukóvich aspira a "un sistema de seguridad conjunto con Rusia y los Estados europeos", según dijo en su reciente debate televisivo con su rival. En esa ocasión, Yanukóvich no mencionó la OTAN, pero su campaña electoral afirma que Ucrania no permitirá que la Alianza llegue a la ciudad de Vorónesh, es decir, a la frontera rusa. Con todo, medios próximos a Yanukóvich no excluyen que, de ganar las elecciones, éste, como Kuchma, utilice la integración en la OTAN como carta amenazadora en conflictos económicos con Rusia. El equilibrio de Ucrania entre los intereses geoestratégicos internacionales (incluidas las rutas de transporte de petróleo alternativas a Rusia) discurre en parte entre bastidores y, por ellos, se atisban incompatibilidades. Kuchma ha dicho que el líder ruso Borís Yeltsin tenía razón en 1992 al firmar un "decreto secreto" que prohibía a las empresas militares rusas trabajar con sus colegas ucranias, porque "no sabía dónde estaría Ucrania mañana". Ucrania, según Kuchma, había tenido que esforzarse después para llegar a un acuerdo con Moscú. La industria militar ucrania, heredera de la soviética, necesita en parte a la rusa, pero también compite con ella, por ejemplo, en la construcción de tanques. Según Vladímir Litvín, con Yanukóvich la línea proatlantista se mantendrá, "porque así lo exigen las realidades políticas".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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