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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

20 años haciendo listas

Hace dos décadas, en noviembre de 1984, yo tenía 17 años y estaba loco por la música. Al salir del instituto, escuchaba las canciones de grupos como Los Burros, The Smiths o Cocteau Twins, entre muchos otros, y sentía que se adaptaban a mi mundo como hechas a medida. Como mi economía no llegaba para comprar muchos discos, esa afición se alimentaba por otros caminos. Escuchando fervorosamente el programa que Jordi Beltran y Àngels Bromsons tenían en Catalunya Ràdio, por ejemplo, o recorriendo cada sábado por la noche la ruta de bares en la comarca de Osona: el Traffic en Manlleu, el Nexus y el Hangar en Vic y el Be Negre -el más canalla- en Torelló. A pesar de todo este dispositivo, el panorama de revistas musicales era en ese momento de lo más precario: las páginas de Vibraciones, por lo que recuerdo, rezumaban de nostalgia del rock sinfónico y el hippismo; Popular 1 se había entregado a la causa heavy y gustaba a mis compañeros de clase que eran fans de Barón Rojo y Obús; y otras, como Disco Express, empezaban a agonizar. Y entonces apareció Rock de Lux.

La revista 'Rock de Lux' cumple 20 años de cita fiel con sus lectores. Y lo celebra con listas de los mejores cantantes, discos, etcétera

Estos días Rock de Lux celebra los 20 años de existencia en los quioscos y lo hace con un número extra, el 223, consagrado al deporte preferido de los periodistas musicales: escribir listas de los mejores discos, cantantes, singles, grupos en directo... En 1984 yo compré ese primer número de Rock de Lux. Vista ahora, con la perspectiva de los años, era una propuesta titubeante, pero sin duda diferente a las demás. Como las revistas de quinceañeras, también regalaban pósters -Scorpions y David Bowie en esa primera entrega-, y como las revistas de rock duro, también atendían a los fans del cuero negro, entrevistando a AC/DC. La novedad, sin embargo, eran las páginas sobre el pop del momento: Aztec Camera, Alaska y Dinarama, Boy George... Eso era un auténtico cambio, y además aparecían algunas secciones, tímidamente y medio escondidas, en las que se hablaba de cine, cómic y literatura.

Esa propuesta inicial de Rock de Lux estaba emparentada de lejos con las revistas inglesas de gran tradición, como el New Musical Express o Melody Maker, y con los años consiguió algunos matices que la mejoraron. Digamos que tardó unos meses en comprender cuál era su público y ajustar su personalidad. Las primeras portadas podían estar dedicadas a artistas tan dispares como Tina Turner, Nina Hagen, Decibelios o La Fura dels Baus, pero poco a poco acotaron el territorio del pop-rock independiente -mayormente británico-. Mi fidelidad por Rock de Lux, debo admitirlo, tuvo altibajos. Cuando me cogía una fase más guitarrera y norteamericana, entregado a escuchar a los enormes Dream Syndicate, por ejemplo, me pasaba al Ruta 66, una revista rival y casi opuesta a Rock de Lux, pero luego no tardaba en volver al redil.

Como toda revista musical que se precie, durante estos 20 años Rock de Lux me ha proporcionado muchas alegrías y no pocos enfados y discusiones. La principal satisfacción proviene sin duda de la apertura al pop menos comercial. Las críticas de discos desconocidos me han revelado un sinfín de grupos nuevos que, de lo contrario, habrían pasado inadvertidos. Los años de lector de Rock de Lux también me han dejado en la memoria un puñado de colaboradores. Recuerdo los artículos apasionados de Luis Troquel, gran reivindicador de The Smiths, y las críticas de cine y musicales de Quim Casas, siempre a favor del riesgo. Recuerdo el exquisito cuidado que tiene Juan Cervera con la selección de las novedades literarias, y el esfuerzo de Santi Carrillo, el director de la revista, por evitar los lugares comunes en la información musical. Recuerdo las críticas de maquetas y singles de Esteve Farrés, un explorador siempre dos pasos por delante de las modas y, en los últimos años, las tiras cómicas de Juanjo Sáez, tan ácidas con el mundo pop que actúan casi como contraeditorial de la revista. Recuerdo, en fin, tantos y tantos colaboradores que no puedo nombrar y que participaron en estos 20 años de música y letra.

Los enfados y discusiones que mencionaba más arriba están también en la esencia de la revista. Como la mayoría de publicaciones del ramo, los redactores de Rock de Lux escogen sus grupos preferidos, critican canciones y hacen listas de los mejores de cada año con una insolencia que a veces al lector le resulta ofensiva. Nick Hornby contó muy bien esta sensación con esos tres amigos de su novela Alta fidelidad: los fanáticos de la música solemos ser intransigentes y arrebatados, y la obsesión por catalogar y hacer listas a veces nos traiciona y nos convierte en seres injustos. Así, Rock de Lux ha celebrado sus 20 años con la esencia de su personalidad: haciendo listas. De hecho, la cosa ya empezó dos años atrás, con los fastos del número 200. Los 200 mejores discos de la historia; las 50 mejores películas españolas; 19 libros que no deberías perderte; los 100 mejores discos españoles del siglo XX. Hagan sus propias quinielas y compren luego la revista de este 20 aniversario. Seguro que en algún momento se enfadarán con los chicos del Rock de Lux, pero el repaso histórico es tremendamente divertido. Aunque para ellos el mejor disco de la historia sea Andy Warhol de la Velvet Underground y no What's going on de Marvin Gaye... Habráse visto, ¡qué desatino relegarlo al segundo lugar!

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