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Columna
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'Cool'

La hija de Franco (que vive; la hija, digo) dijo el otro día en el suplemento Magazine del diario El Mundo que su familia, aunque parezca rígida, es una familia muy cool. La hijísima posaba con su propia hija y su nieto (por ende, nietísima y bisnietísimo del Generalísimo) en el Valle de los Caídos, al que la madre del joven (ese miembro de la familia real a cuyo desposorio con una millonaria venezolana no ha asistido ningún pariente por línea paterna) describía como el lugar que, por la tranquilidad y fuerza que transmite, eligió el abuelo Paco para recordar lo mala que es la guerra. Es que el abuelo Paco también era muy cool, si lo sabrán los cientos de presos republicanos que levantaron el conjunto arquitectónico al pacifismo bajo la rasca de la sierra madrileña y del látigo fascista: supercool. La pregunta es: ¿qué aviesa intención anima hoy la publicación de semejante reportaje? Yo, en plan cool, me decanto por pensar que lo del Magazine no es más que una semblanza couché de la España más bizarra y freak elaborada para goce e inspiración de Galactus, Grace Morales y su Mondo Bruto: cómo se lo estarán pasando en esa patriota redacción.

Porque, si no, es que ahora, para que nos entreguemos a la reconciliación nacional, vale todo, es decir, vale que nuestras democráticas fuerzas armadas desfilen con un miembro de la División Azul (uno de esos alegres voluntarios de Franco -el del monumento feng shui- que se fueron de fiesta con el amigo Hitler); vale disparar a osos y osas dentro y fuera del territorio nacional (y tiene que lamentarlo públicamente el presidente de la vecina República Ilustrada, porque, aquí, qué más da un oso menos, o nueve; total, somos muy cool); vale que Rouco Varela lance arengas de NO-DO contra el Gobierno laico y el progreso (fallido, sí, pero por otras razones, Monseñor: vea, vea algún Boletín de Información Anti-industrial de Los Amigos de Ludd; puede encontrarlos, si se atreve a subir, en la librería Traficantes de Sueños, primer piso de la calle de Hortaleza, 19). Si ahora vale que cualquiera pueda decir que es cool, voy a decir lo que a mí me parece cool. Veamos. Me parecen cool los grupúsculos de porreros y curiosos que se colocan de noche, risueños, ante la sede de la Iglesia de la Cienciología, ese vértice arquitectónico de tal poder de atracción que entre los corrillos circula el rumor de que abduce con los rayos que emite un parquímetro estratégicamente situado. Aunque el templo de Hubber, guionista hollywoodiense de ciencia-ficción, quiere un paso más en la implantación del Imperio (toda vez que la colonia ha sido previamente envenenada con hamburguesas), su esquinazo va camino de convertirse en la versión siglo XXI de la fumada y el botellón. Me parece cool ir a la plaza de toros de Vistalegre y que se haya convertido en una cancha de baloncesto en la que, en lugar de torturar y asesinar a inocentes, juega el Estudiantes rodeado, para mi sorpresa de novata en espectáculos deportivos, de banderas españolas tricolores, o sea, republicanas, junto a un batiburrillo ondeante del que formaban parte la palestina, la comunera de Castilla, la soviética, la ikurriña y otras a descifrar: eso sí que es recuperar espacios. Me parece cool ir al Auditorio 1º de Mayo CC OO porque se celebra el 9º Festival Internacional de Cine Gay y Lésbico de Madrid, organizado por la Fundación Triángulo y dirigido por Gerardo José Pérez Meliá, y ver la versión soft (a la espera de la edición hard, que seguro que es aún más cool) de Rapsberry Reich, warholiana, homocore película del queer Bruce LaBruce en la que se especula sobre cómo la Revolución de Octubre fracasó por no contemplar la revolución bisexual, que es por donde había que empezar, y se lanzan consignas tales como "La heterosexualidad es el opio de las masas". Me parece cool ir al cine Rex con motivo de la 2ª edición del Festival de Cine Documental Musical Inedit a ver Underground. The city of the rainbow, de Gervasio Iglesias, una historia del underground sevillano de los setenta, gestado entre soldados de la base de Rota y encarnado en Smash: Julio Matito y sus compinches en plena era de los dúos picoleteros, eso sí que era echarle valor y ser cool. En fin, relaciono todo lo anterior para que si algún turista ha venido a pasar el puente de la Almudena no crea que en Madrid lo más cool que tenemos es Monseñor, la familia Franco y el Valle de los Caídos.

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