_
_
_
_
_
Reportaje:CUATRO AÑOS MÁS

Por qué hay que alegrarse de que haya ganado Bush

Antes de llevarse las manos a la cabeza al pensar en lo que van a suponer cuatro años más de George W. Bush es necesario recordar lo que habría supuesto la victoria de John Kerry. El candidato demócrata se habría enfrentado con enormes dificultades domésticas y exteriores. Los cuatro años de la presidencia de George W. Bush han encandilado de tal manera las pasiones políticas que habría tropezado con dificultades insuperables para reconducir la nave de la nación con un rumbo más equilibrado. Con el Congreso dominado por los republicanos, se habría visto constantemente denunciado por violar lo que se ha convertido en el credo de una gran mayoría: la prohibición del aborto, el rechazo del matrimonio homosexual, la sacralidad de la bandera, la oración en las escuelas, la reversión de la "acción positiva", la remisión de los impuestos, la defensa de la propiedad frente al ecologismo... Todos ellos, para no mencionar más que los más simbólicos, son más sentidos que la colosal deuda pública, el peligroso déficit presupuestario, la creciente diferencia de ricos y pobres, y el inquietante problema de la financiación de la Seguridad Social. Corre por las venas de la opinión americana una intensa corriente anti-intelectual, parecida a la española. Los sensatos razonamientos de Kerry atraen a la opinión educada, mientras que el grueso de la nación vibra con el atractivo emotivo de Bush.

El nuevo Gobierno no agradecerá lo prestado ni castigará por lo que se le ha retidado: simplemente actuará en función de lo que España le proporcione
Existen campos de juego importantes para las relaciones entre España y Estados Unidos. Uno de ellos es el de la lucha contra la proliferación nuclear

En el exterior, Kerry habría heredado el berenjenal de Irak en un momento en que buena parte de la nación sigue creyendo que está luchando con éxito contra el terrorismo. La talla internacional de Estados Unidos, la moral de las tropas en Irak y la convicción que los republicanos han sabido instilar en la opinión, le habrían obligado a continuar la intervención militar en Irak y lograr que sea, a pesar de todo, un éxito. Es curioso observar que en política exterior Kerry habría intentado un retorno a la que con tanto éxito prosiguió el padre de Bush, el presidente 41º. Pero si la internacionalización del conflicto es una de las claves del éxito en Irak, le habría costado mucho trabajo. Acudir a las Naciones Unidas, lograr el apoyo de la OTAN y, lo que es todavía más importante, conseguir la cooperación de los demás países islámicos, al menos los del Oriente Próximo y norte de África, como en 1991, habría tenido que realizarse de una manera que superara la rechifla de los "neoconservadores". Cualquier descalabro o fallo en esas direcciones habrían sido denunciados enseguida como una prueba de que su brutal unilateralismo era la manera correcta de proceder.

El ejemplo de Nixon

El Congreso y el grueso de la opinión conservadora del país, en cambio, apoyarán fuertemente a Bush en ese sentido, al igual que sucedió con Nixon respecto a China: sólo un presidente republicano habría podido realizar una reversión política tan formidable como fue el reconocimiento de la República Popular China en 1971. En la vida de las naciones, al igual que en la de los individuos, conviene que los ciclos de su existencia completen su curso. Bush ha iniciado y propulsado en Estados Unidos, y en el mundo entero, un ciclo político unilateralista y "preventivo" que conviene viva ahora hasta agotar sus posibilidades. En estos próximos cuatro años, Bush se verá obligado a vivir las consecuencias de lo que ha iniciado. Sería una pena que hubiese podido descargar sobre Kerry la responsabilidad de lo que ha causado en el mundo.

Reacción española

En España se piensa que las relaciones con Estados Unidos están pasando por uno de sus peores momentos y se esperaba que la victoria de Kerry hubiese significado una saludable mejoría. Muchos pensaban de la misma manera en el resto de Europa. Estas esperanzas son infundadas. Para Estados Unidos, España ha sido en el pasado poco más que una "expresión geográfica". La importancia geoestratégica de la Península les indujo a contraer los acuerdos de defensa de 1953 y años sucesivos, pese a la intensa oposición de los partidos de izquierda, tanto en América como en Europa. La guerra fría prestó al régimen de Franco una legitimidad importante. Las inversiones americanas que sucedieron a los acuerdos de defensa fueron decisivas para cebar el desarrollo económico español, y, en último término, para cimentar el transcurso de la transición democrática. Aun así, el lamentable y grotesco golpe de 1981 suscitó en la mente del gobierno del presidente Reagan un último coletazo de la visión de la política española a través del prisma de la guerra fría. El embajador Potter y el secretario de Estado Haig apostaron por la "estabilidad" por encima de una democracia que veían incierta. El presidente Bush, padre, con su experiencia diplomática, fue el que se percató de que Felipe González, aun siendo un inquietante socialista, había consolidado la democracia en España.

España ha sido desde entonces un país excéntrico para Estados Unidos. En lo económico va en el tren de la Unión Europea, y las relaciones comerciales y financieras multilaterales y bilaterales seguirán su curso normal bajo la nueva presidencia. En lo político, en cambio, nunca comprendieron por qué el Gobierno de Felipe González les obligaba a abandonar la base de Torrejón de Ardoz, con todas las facilidades de todo orden que suponía para ellos, cuando continuaban en otras, como las importantísimas de Morón y Rota; y menos aún que pretendiera salir de la Alianza Atlántica, unos meses tan sólo después de su ingreso y precisamente en el periodo álgido de la polémica de los euromisiles. Tampoco comprendieron por qué Aznar se lanzaba en sus brazos de manera tan generosa, aunque lo aceptaron con sumo gusto, ni que su sucesor haya osado crear un precedente tan significativo para la "coalición internacional" como ha sido la sonada retirada de las tropas españolas de Irak.

En realidad, la "declaración conjunta" que firmó el ministro Piqué con la secretaria de Estado, Madelaine Albright, es un documento intrigante para la mentalidad americana. ¿Qué pretendían los españoles con el establecimiento de una "relación especial"? Indudablemente que querían dar más. La realidad ha demostrado luego que ese tipo de relaciones sólo las crea la historia y no la voluntad de los Gobiernos. Estados Unidos es un país eminentemente práctico, y por ello no siente que tiene que agradecer ni perdonar nada. Si España quiso enviar tropas o retirarlas después será porque le conviene. Si España cede importantes facilidades a las fuerzas americanas con su geografía estratégicamente privilegiada será porque le interesa hacerlo así.

El nuevo Gobierno americano ni agradecerá lo que se le ha prestado ni castigará por lo que se le ha retirado: simplemente obrará en función de lo que España le proporcione. Como dijo De Gaulle, parafraseando a Gladstone: "No hay países amigos o enemigos, sólo hay intereses nacionales".

Cuatro años de experiencia

Hay razones para suponer que Bush ha aprendido algo después de cuatro años de experimentos neoconservadores. Al menos ha demostrado haber comprendido que Irán y Corea del Norte exigen, por sus circunstancias regionales, un trato diplomático muy diferente al propinado a Irak. El Partido Republicano está compuesto de otras ramas tan importantes como la de los neoconservadores, tan preocupadas como los liberales por temas tan tradicionales del partido como el equilibrio presupuestario y la reducción de la deuda nacional. Están más preocupadas aún por el futuro del partido, pues un fracaso exterior o doméstico de los neoconservadores, como temen, les haría perder la presidencia y buena parte del Congreso en las elecciones de 2008. Los europeos encontrarán en estos republicanos moderados una presión moderadora sobre las tendencias tóxicas de George W. Bush

Existen, así, campos de juego importantes para las relaciones entre España y Estados Unidos. El único tema en que ambos candidatos han coincidido durante su campaña electoral es el del peligro que supone la proliferación nuclear. España ya se ha sumado al régimen de control de la proliferación y la Marina española se distinguió con la detención de un barco norcoreano que llevaba misiles de alcance medio para Yemen. No es necesario añadir el tema del terrorismo, respecto al que la cooperación se impone a escala mundial; durante la presidencia española de la Unión Europea, en 1995, nuestro país consiguió un progreso muy apreciado por Estados Unidos. Aunque la ideología que los neoconservadores han impuesto en la opinión no permitirá al reelegido presidente ni una vuelta al Protocolo de Kioto ni un acercamiento a la Corte Penal Internacional, el problema del calentamiento de la atmósfera y sus consecuentes cambios ambientales es otro tema sobre el que puede producirse un clima de cooperación con Europa.

Poco puede hacer España con Estados Unidos respecto a Hispanoamérica, un continente abandonado por Estados Unidos y por Europa a su intestina evolución populista, ahora que no inquietan las tentaciones que suponía la Unión Soviética. Pero España puede ser un apoyo de importancia en Naciones Unidas, en la Alianza Atlántica y especialmente en el mundo islámico, como lo fue en 1991 con la organización de la Conferencia de Madrid. Es un apoyo que el presidente Bush buscará, sin prejuicios respecto al pasado inmediato, como también esperará que los aliados europeos olviden las desavenencias que ha causado, y es indudable que a España y a Europa también les interesará obrar en ese sentido, pues un descalabro en Irak y el descarrilamiento de la cuestión palestina herirán a los países europeos no menos que a Estados Unidos.

Jaime de Ojeda ha sido embajador de España en Washington.

El ministro de Exteriores, Moratinos, con su homólogo norteamericano, Powell.
El ministro de Exteriores, Moratinos, con su homólogo norteamericano, Powell.REUTERS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_