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Portabella veta los espectáculos de animales en el circo, pero no en el Zoo

La exhibición de los cetáceos se ofrece dos veces diarias en otoño y hasta cinco en verano

El Ayuntamiento de Barcelona ha prohibido la exhibición de elefantes y otros animales en un circo instalado en la ciudad. El motivo, su carácter no doméstico. En cambio, mantiene en el Zoo un espactáculo con delfines que no han nacido en cautividad. Organizaciones ecologistas consideran incoherente la actitud del teniente de alcalde responsable de la decisión, Jordi Portabella. La Asociación de Defensa de los Derechos de los Animales y Depana defienden la prohibición al circo, pero creen que debería ampliarse al zoológico, aunque sea de titularidad municipal. O precisamente por eso.

Inuk, Tomai y Blau, los tres delfines mular macho del Zoo de Barcelona, salen a escena. El centenar de niños que hay en las gradas del delfinario aplauden la aparición, mientras el volumen de la música va subiendo. Empieza el espectáculo: durante media hora, los tres cetáceos combinaran saltos, piruetas y acrobacias mientras una voz en off explica las principales características de los delfines y alerta de los efectos que la contaminación tiene en el medio marino. Inuk, de 22 años, y sus dos descendientes, de 5 y 3 años, juegan a la pelota, muestran su cola y besan a los cuidadores. Las exhibiciones se reparten entre los dos delfinarios y tienen lugar dos veces al día en otoño e invierno, de tres a cuatro veces en primavera y hasta cinco en verano.

En la otra piscina de las instalaciones de la Ciutadella, cinco delfines hembra, de entre 150 y 300 kilos, nadan en círculos y giran sobre sí mismas, ganándose la admiración de algunos espectadores. El tanque de agua salada en el que viven, al aire libre, mide unos 20 metros de diámetro por 6 de profundidad y es ligeramente mayor al de sus compañeros Inuk, Tomai y Blau, que está parcialmente cubierto.

Aunque algunos miembros de esta familia de cetáceos han nacido en libertad, el zoológico destaca su "facilidad de adaptación a la vida en cautiverio". Pero el camino hasta que los delfines puedan hacer todas las piruetas y juegos del espectáculo es largo. Son necesarios entrenamientos de varias horas al día, con innumerables repeticiones, al cabo de las cuales reciben una recompensa (principalmente comida como arenques, caballa o calamares). Según uno de los cuidadores de los cetáceos, "los delfines están bien, son como las personas, pueden tener días mejores o peores, y si no están en condiciones se suspende el espectáculo y ya está".

Prohibición polémica

El pasado mes de diciembre, el Ayuntamiento de Barcelona aprobó por unanimidad del pleno una ordenanza que prohíbe la utilización de animales salvajes en espectáculos "que les puedan ocasionar daño, sufrimiento, degradación, parodias, burla, tratamiento antinatural o pueda herir la sensibilidad de las personas que los contemplan". Esta prohibición, que afecta básicamente a los circos, ha reabierto la polémica sobre el trato a los delfines que actúan en el Zoo de Barcelona, de propiedad municipal. El responsable de la prohibición de exhibir animales en el circo es el mismo que permite la exhibición de delfines: Jordi Portabella.

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Organizaciones del ámbito ecologista, como Depana, alertan de que los cetáceos que participan en estas exhibiciones sufren estrés, del mismo modo que los leones, tigres y elefantes de los espectáculos prohibidos en el Circo Mundial.

"Las tasa de mortalidad infantil de los delfines que viven en cautiverio es más alta y su longevidad es menor que en circunstancias normales", afirma Marta Gumà, miembro de la junta directiva de Depana. Según Gumà, el espectáculo del Zoo de Barcelona es "aberrante" porque quiere dar una apariencia educativa a una conducta que no es habitual en el delfín en libertad. Además, Gumà advierte de que "los mamíferos marinos sufren mucho por la falta de espacio". En este sentido, recuerda que la ordenanza aprobada por el Ayuntamiento también prohíbe "mantener a los animales atados la mayor parte del tiempo o limitarles de forma duradera el movimiento necesario para ellos".

Otra organización ecologista, la Asociación de Defensa de los Derechos de los Animales (ADDA), aprueba la normativa municipal que prohíbe la actuación de animales salvajes en los circos, pero también es partidaria de extender la medida al ámbito de los espectáculos con delfines. "El adiestramiento de los animales supone romper con su propia voluntad y ello les comporta estrés", afirma una portavoz de ADDA. En opinión de esta organización, es contradictorio no aplicar la ordenanza municipal en estos casos, ya que todos los animales en cautividad sufren de igual manera.

Sin embargo, para el Ayuntamiento estas acusaciones carecen de fundamento. "La ordenanza municipal regula el régimen de exhibición de los animales salvajes en un circo. El Zoo de Barcelona funciona según la normativa internacional de zoológicos y tiene además su propio código ético. Por tanto consideramos que no se pueden comparar los espectáculos con leones con los de delfines: un circo es un circo y un zoo es un zoo", afirmó el viernes una portavoz del concejal Jordi Portabella (ERC), promotor de la prohibición.

Esta portavoz declaró además que los delfines de la Ciutadella no sufren porque no tienen las mismas necesidades de movimiento que otros animales salvajes, aunque de todos modos añadió: "Las piscinas donde viven cumplen con los requisitos mínimos de tamaño, y en ellas el delfín está en su medio natural, el agua, mientras que los leones del circo viven entre rejas".

Hace unos días, representantes del circo presentaron un recurso a la prohibición del espectáculo con elefantes asiáticos, alegando que en su país de origen son considerados animales domésticos. Pero, según el Ayuntamiento, esta especie de elefantes tiene elementos salvajes y está incluida en el convenio de protección de animales en peligro de extinción, con lo que los paquidermos seguirán definitivamente en sus jaulas hasta que el Circo Mundial abandone la ciudad.

Salvajes, pero menos

La ordenanza municipal se inspira en el Convenio Internacional de Tráfico de Especies Protegidas (CITES) a la hora de definir qué animales pueden ser considerados salvajes o no, asunto que también ha sido consultado con expertos en el ámbito de la biología y la zoología. De estos expertos ha surgido la negativa a considerar a los elefantes del Circo Mundial animales domésticos.

La portavoz municipal que explicó la situación en nombre de Jordi Portabella, que presume de ser licenciado en Biología, aseguró que los delfines y los elefantes o los tigres son incomparables porque los cetáceos son "menos salvajes", refiriéndose a que no agreden al hombre.

La ordenanza municipal prohíbe la exhibición de animales salvajes en cautividad (parte de los delfines han nacido fuera del zoológico), con finalidades lucrativas. El zoo cobra una entrada por el espectáculo y, tras la desaparición de Copito de Nieve, es una de sus fuentes de ingresos. De todas formas, la discusión empieza a ir más allá y ya se cuestiona a zoológicos tan raquíticos como el de Barcelona, donde montones de animales viven en espacios archirreducidos.

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