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Crónica:CICLISMO | Campeonatos del Mundo
Crónica
Texto informativo con interpretación

Aliada del sufrimiento

Somarriba, enferma, logra terminar la séptima, como en Atenas

Carlos Arribas

"En cuanto se estiraba la cuerda, tosía y tosía. Pensé en bajarme, pero me dije: 'Joane, tienes que sufrir un poco más'. Soy una aliada del sufrimiento".

Joane Somarriba (Gernika, Vizcaya; 1972) habla con un tono de voz en el que la resignación ha sustituido a la desesperación, a la ira. La voz de una persona que, pese a haber alcanzado las más altas cimas de su especialidad -ha ganado tres Tours, dos Giros, un Mundial contrarreloj- aún siente que la mala suerte se ha empeñado en acompañarle en los momentos clave de su carrera. "Y es así", cuenta su esposo, el ex ciclista Ramontxu González Arrieta, cuando el Mundial femenino apenas lleva dos vueltas y ve a su Joane pasar en la cola del pelotón hablando con su compañera Dori Ruano. "Qué mal la veo", dice; "no me gusta nada su cara. Está muy mal. Tiene el pecho muy cogido. Ha estado toda la semana con fiebre, con antibióticos. Y, aunque me ha dicho que estaba un poco mejor, no puede estar bien del todo. ¡Qué mala suerte tenemos! El año pasado, en Hamilton, estaba que se salía. Hasta ella, que es discreta, que nunca exagera, me lo dijo: 'Ramontxu, me veo muy bien'. Me lo dijo después de ganar el Mundial contrarreloj. Se veía ganadora también el sábado, capaz de hacer el doblete. Pero tuvo una avería en la bici, tardaron en repararla porque no permitían coches de equipo y se quedó sin posibilidades. Y este año también venía muy bien. Estuvimos hasta el viernes de la semana pasada en Navacerrada, en el Pasadoiro, y bajó muy bien. Pero el lunes empezó con el catarro...".

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El amante de Verona

Pese a correr enferma, el martes, en la contrarreloj, Somarriba logró terminar la cuarta. Un resultado que le levantó el ánimo, la moral; que le hizo pensar que quizás el sábado...

¡Aún aguanta!

Para muchos, el que ayer saliera a correr Somarriba supuso ya un hecho reseñable. Más tarde, al verla en la carrera, la misma pregunta se acompañaba de signos de admiración. ¡Aún aguanta, no se retira! Y, ya al final, cuando la cosa se puso seria, cuando las mejores empezaron con ataques demoledores, el respetable se quedó sin palabras, inefable. ¿Cómo describir a lo que estaban asistiendo?

En la última subida al durísimo parque de Torricelle, después de que Ruano hubiera sido capturada tras intentar una fuga mal acompañada, un ataque tremendo de la rusa Bubnenkova dejó hecho trizas al grupo principal, pero delante, cuando ya sólo quedaban cuatro, a rueda de la alemana Arndt, allí estaba Somarriba, entre toses, desalientos, calambres, dolores. Sufriendo. Y, cuando Arndt, aquella alemana que cruzó la meta en Atenas, medalla olímpica de plata, haciendo un soberano corte de mangas al mundo en general, se lanzó en el descenso hacia una victoria que no se le escapó, ¿quién fue la ciclista que mantuvo la ilusión de las perseguidoras? La resoplante Somarriba, la mujer de la mala suerte, la mujer que buscaba en Verona quizás su última gran victoria.

En el descenso también se escapó la italiana Guderzo, segunda al final, y también enlazó un grupo por detrás. En la recta decisiva, Somarriba, la renqueante, logró quedar la quinta de su grupo, la séptima en total. El mismo puesto que en Atenas.

"Físicamente, está muy bien. Tiene muchos más años de ciclismo en sus piernas. Pero no sé si seguirá un año más", dudaba Ramontxu. Y ella no le sacó de dudas. "Me gustaría terminar mi carrera en los Mundiales de Madrid, en 2005, pero... no sé. Puede ser un año muy largo hasta llegar allí. Lo tendré que pensar muy bien", concluyó.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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