"Los programas del corazón tienen un exceso de opinión"
Hay quien compara a Corazón, corazón (14.30, sábados y domingos, TVE-1) con la revista ¡Hola!, algo que no disgusta a Cristina García Ramos (1949, La Laguna, Tenerife), directora y presentadora del magacín. "Tenemos a gente tocando a nuestra puerta para entrar. Saben que salir en este programa es prestigioso desde el punto de vista social", asegura. Estrenado el 4 de julio de 1993, Corazón, corazón cumplió ayer su edición número 1.000. La muerte del ex boxeador Pedro Carrasco, en enero de 2001, marcó su récord de audiencia (3.882.000 espectadores, 33% de cuota de pantalla).
Pregunta. Pionero de los espacios de crónica social, más de 11 años en antena... ¿Qué distingue a Corazón, corazón del resto de formatos de este tipo?
Respuesta. Somos un informativo de la vida social, en un momento en el que los programas de corazón tienen un exceso de opinión y muy poca información. Nosotros damos noticias: si la gente se casa, si se separa, si espera un hijo, si se estrena una película, si ha salido un nuevo disco... E intentamos que sean los propios protagonistas de la noticia quienes opinen y den fe de lo que contamos.
P. Enfermedades, crisis de pareja, rumores... ¿Dónde está el límite de los asuntos a tratar?
R. La selección la establecemos con los propios personajes. Tan importante es lo que sale en Corazón, corazón como lo que se queda fuera. En este sentido, la actitud de Rocío Jurado ante su enfermedad ha sido modélica. Sabíamos lo que tenía, su entorno respetó que la cantante lo contara cuando quisiera... Cada persona tiene el derecho a decidir qué parte de su vida privada quiere compartir con los demás. Aunque nuestra obligación como periodistas es preguntar. Luego, hay determinados personajes que nunca tienen que aparecer, los famosos que no son tales, que han surgido como subproducto de la fama porque hay que alimentar horas y horas de programas, creados ex profeso por algunos concursos... Tampoco tiene cabida nada que tenga que ver con montajes, mentiras, falsedades.
P. Y en 1.000 programas, ¿cómo se filtra a los intrusos de la fama?
R. Se desarrolla un instinto. Por ejemplo, todo lo que suena a montaje tiene que ver enseguida con el dinero, y como nosotros no pagamos a los famosos no es fácil que vengan a nosotros a vendernos una moto. Pueden utilizarnos para otra cosa; por el prestigio que tenemos, salir en el programa es una manera de ponerse en circulación para vender algo.
P. ¿Han recibido algún consejo, alguna sugerencia por parte de la nueva dirección de la cadena?
R. Hasta el momento nada. Mantenemos muy buenos resultados de audiencia, y en cuanto a los contenidos no hemos recibido ninguna indicación. Nosotros mismos sabemos dónde están los límites. Intento no poner nada en Corazón, corazón que a mí no me guste.
P. ¿Hacia el programa 2.000?
R. Nunca se sabe. Esto funciona semana a semana, siendo muy permeable a lo que se percibe en la calle, a lo que se ve en las otras cadenas, intentando marcar las diferencias, que los telespectadores agradecen. Somos serios y rigurosos.
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