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Columna
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Desiertos

A punto de entrar en la ITV, lo mejor, dicen, es tomar los baños y reparar el chasis. Hacía años que no olía a tanta jara y tomillo; a romero y azucena blanca. Descubrí desiertos perdidos en Tabernas, Los Filabres y oasis en Sierra María. Me asomé al Cabo de Gata con el corazón encogido por la belleza y me acordé de una puesta de sol en Cabo San Vicente, sentado en unas falesias, allá por tierras do Enrique el Navegante buscaba en la rosa de los tiempos nuevos horizontes.

O en la Isleta del Moro darme un chapuzón para quitar polvo del camino, como se hace en la praia do Amado, mientras los percebeiros se cuelgan de acantilados de muerte. Y en la Isleta detener el tiempo con un buen calamar potero, unas gambas rojas, y el poderoso vino de Láujar, como hice en El Raposo de la mareta de Sagres con percebes y arroz do marisco, con un branco alentejano.

En la rambla del Andarax abrí la boca ante la soberbia majestuosidad de tres araucarias, de más de treinta metros, que se convierten en vigías del desierto, trayéndome a la memoria el triste recuerdo de la araucaria centenaria que cortaron en mi calle, en Torremolinos, con nocturnidad, alevosía y complicidad. Tres araucarias que cada noche, con sus ramas desplegadas como velas de barco, recogen el rocío de la madrugada, como hacen las azucenas de la Fortaleza de Sagres. En Torremolinos, por el contrario, arrancaron de cuajo la araucaria porque el cemento que anida en la cabeza de algunos políticos es muerte verde pegada en la frente.

Di con mis cansados huesos en el balneario de Alhama de Almería, y me obligué a pasar la ITV, rodeado de unos excelsos y gallardos jovenzuelos de sesenta y pocos años que, por las noches, después de haber tomado los baños, se bailaban un pasodoble agarrao. Pena es que este pueblo, integrador de culturas (por los inmigrantes), tranquilo y sereno tenga un alcalde que no es digno de ese cargo. Nunca vi tanta suciedad y abandono en las calles. Me consolé en casa de Juani con jamón de la Sierra de Filabres, en su punto de sal y añada. Pienso volver. A Cabo de Gata y a San Vicente. De la ITV, bien, aunque debe quedar algún tornillo suelto.

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