Naufragio olímpico

Eduard Lorente, nadador catalán, batió un día de primavera al mítico Alexander Popov en una prueba de 100 metros libres. Fue en Austria. Aquel día, Lorente, que ya en los Campeonatos de España, en Cádiz, había dado muestras de su magnífica progresión -y de sus grandes posibilidades en la prueba de los 50 metros- salió del círculo de especialistas y entendidos para convertirse en un personaje popular del deporte español. Que tiemble Atenas, se oía de fondo, que llega Lorente. En los Europeos de Madrid, donde hubo festival de medallas, las posibilidades de Lorente se extendieron al resto de los nadadores. Era España quien iba a triunfar en Atenas. O eso se decía.

Llegó Lorente, ayer, a las series de los 100 metros y logró terminar sexto, con 50,48s, en la serie que ganó Thorpe. Su actuación en la piscina de Atenas es una muestra perfecta de lo que Rafael Blanco, ex presidente de la Federación Española de Natación y actual director general de Deportes, denomina "la falta de madurez del nadador español". "El problema fundamental al que nos enfrentamos", dice Blanco, "es que no somos capaces de repetir en los Mundiales y los Juegos las actuaciones buenas que ya son habituales en los campeonatos nacionales y europeos. Y no me refiero a puestos, sino a marcas". Lorente llegó a Atenas con una mejor marca de 49,17s, la 16ª mejor de todos los participantes, y sólo fue capaz de hacer una marca segundo y medio más lenta.

Como Lorente ayer, el resto de jornadas. Ni los hermanos Wildeboer en los 100 metros espalda y los 200 libres, ni María Peláez en los 200 mariposa, ni el 4x100 femenino, ni Erika Villaécija en los 400, ni Roser Vives en los 200 mariposa, ni Arantxa Ramos en los 400 libre se han acercado a sus mejores marcas. "En realidad", dice Blanco, "sólo Nina Yivanevskaya ha estado correcta, aunque nos sepa a poco su quinto puesto en los 100 espalda. Pero, por lo menos, ha conseguido ese puesto con su mejor marca del año".

Una explicación piadosa para el naufragio de los españoles en sus actuaciones matinales en la pileta ateniense sería que tanta ilusión les hacía competir en unos Europeos en su país que todos adelantaron su preparación y han llegado fuera de forma a Atenas. Pero eso no lo acepta Blanco. "Precisamente, se les dijo a todos que el objetivo era Atenas, que Madrid apenas importaba", dice el máximo responsable federativo hasta hace un par de meses; "la base, el núcleo central del equipo olímpico español salió de los nacionales de Cádiz, que fueron en marzo".

A Lorente aún le queda la posibilidad de mostrar su capacidad plena en la prueba de 50 metros, su verdadera especialidad, a la que llega con una estupenda marca de 22,12s. Y a Erika Villaécija, la de 800 metros. Y también el relevo de 4 x 200 femenino. Son las últimas oportunidades de los nadadores españoles para mostrar que cualquier crítica actual es precipitada.