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Crítica:FERIA DE SANTANDER | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La diosa fortuna evitó la tragedia

Los festejos de rejones suponen una tregua en el transcurrir de una feria entre dos bandos, hoy irreconciliables. Dos bandos contrapuestos en sus intereses: los aficionados y los taurinos. Éstos, en la aplicación mercantil de la cuenta de resultados, aunque para ello haya que saltarse los apartados referentes a la cultura, tradición y arte de la denominada fiesta nacional. Los otros, arriando la bandera de la integridad como salvaguarda indispensable de la expresión artística y cultural del evento.

Los aficionados al toreo a pie en coso no acuden a los eventos ecuestres. Se quedan en casa velando armas. Un coro de voces juveniles, que en igual proporción de ellos y ellas, pueblan casi todo. Son los sustitutos. Este cambio de personal trae consigo la desaparición del aroma tan taurino que emanan los habanos. A la vez que las botas de vino son sustituidas por el refresco más multinacional y los bocatas se convierten en bolsas conteniendo chucherías.

Bohórquez / Fernandes, Vega, Cartagena

Toros de Fermín Bohórquez, blandos y nobles. Aplaudidos en el arrastre. Rui Fernandes: dos pinchazos, dos rejones caídos, descabello (palmas); dos rejones caídos, un descabello (palmas). Sergio Vega: pinchazo, rejón trasero, dos descabellos -aviso- descabello (pitos); rejón trasero, descabello (ovación). Andy Cartagena: rejón (dos orejas); rejón (dos orejas). Abrió la puerta grande y ganadero y mayoral dieron la vuelta al ruedo. Plaza de toros de Santander, 25 de junio. Lleno.

Un público éste al que el arte en cuestión les importa un bledo. Doma, maniobrabilidad, cabriolas y monadas son su referencia. Se controla muy mucho que ninguno de los jinetes ponga en excesivo riesgo a los caballos artistas. Pobre del que se deje tropezar un caballo. Quizá por este motivo las astas de los toritos para rejones parezcan muñones. Si esto se le pregunta al aficionado que se quedó en casa nos dirá que salen tan mutilados para que no canten los cuernos de los toros que matan las figuras. A Dios gracias los beneficiados de los muñones fueron las monturas de Sergio Vegas.

Tal desastre fue la actuación del mencionado caballero en la tarde de ayer que se vivieron momentos de dramatismo a la máxima escala cardiaca. Derribado al poner banderillas a su primero quedó la monta en el suelo a merced del de Bohórquez que encelado le tiró una riestra de cornadas. Los muñones y la falta de tino por escasez de pitón obraron el milagro. El caballo se levantó íntegro. No quedó ahí la cosa. En su segundo fue derribado en dos ocasiones repitiéndose las dramáticas escenas. El acabóse era aquello. Y es que Vegas no sólo tuvo tres derribos sino que todos sus caballos fueron zarandeados. Si la ley se cumple y los nobles retornos de Bohórquez salen de acuerdo con la misma, la tragedia hubiera sido de espanto. La diosa fortuna y los muñones salvaron a los equinos.

Al final de tan dramática actuación, Sergio Vegas fue ovacionado. Sin duda por obra de la tensión nerviosa vivida. Bien haría el caballero en retirarse al menos momentáneamente de los ruedos. El día que el carné de rejoneador se dé por puntos, a este señor se lo retiran.

El beneficiario de tanto drama fue Andy Cartagena. Lució su cuadra en todos los terrenos sin estrecharse pero sabiendo provocar las ovaciones del público. Cortó dos orejas en cada uno de sus toros. Rui Fernandes pasó inadvertido en el que abrió plaza; en su segundo fue desmontado dos veces sin consecuencias. Vulgar pero voluntarioso. Fue el reflejo de su trabajo.

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