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Crítica:JAZZ | Al Jarreau
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En plenas facultades

Aunque corto de tiempo -nada hay en contra de los conciertos cortos, si el artista da lo que tiene que dar-, el veterano Al Jarreau inundó suficientemente la noche estival madrileña de sonidos, ambientes musicales, improvisaciones y temas que remitían inevitablemente a los años dorados -los años setenta y, sobre todo, los ochenta-, de este virtuoso de Milwaukee que, con 64 años, parece tener aún las facultades interpretativas en plena vigencia. Deslizándose por un jazz funk en que podría caber absolutamente todo, aunque escoltado por los teclados sabios de Larry Williams -más de veinticinco años trabajando juntos-, la exquisita guitarra de Ross Bolton y los coros de una Debbie Davis que sabía colocarse mejor que ninguno de sus compañeros debajo de la luz del foco, Al sacó del armario de sus experiencias algunas de sus mejores galas.

Al Jarreau

Al Jarreau (voz), Chris Walker (bajo), Ross Bolton (guitarra), Debbie Davies (coros), Mark Simmons (batería), Joe Turano (teclados y saxo) y Larry Williams (teclados). Cuartel de Conde Duque. 25 y 30 euros. Madrid, jueves 22 de julio.

Arrancaba aún bajo la luz del sol con una versión vocal del clásico de Chuck Berry Route 66, para continuar con un caliente meddley de composiciones, entre las que destacó Distracted, que explotó como una traca de fuegos artificiales. Tras un romántico Waiting for the magic, en medio del cual Al improvisaba su fraseo vocal sobre un castellano "gracias", el artista se soltó la melena con uno de los mejores temas de la noche, la canción Jacaranda Buganvilia, escrita, según confesión del propio autor, como homenaje a Nelson Mandela.

Aunque todo el concierto estaba planteado alrededor de las magníficas cualidades instrumentales que posee su voz, Jarreau no pecó de egoísta y ofreció la posibilidad de lucimiento a sus compañeros especialmente en dos temas. Uno fue Mornin', en el que los dedos de Williams dibujaron preciosos arabescos, y el otro, la mítica This time, tocada con la única compañía de la guitarra de Bolton. Entre medias otra versión gloriosa, aunque llevada al terreno de Al Jarreau, de Take five de Paul Desmond, y enfilando la recta final, una deliciosa parada en Midnight sun y otra batería de clásicos, entre los que destacaban Step by step y Breakin' away. Como se explica al comienzo de esta crónica, fue una actuación que no llegó a las dos horas, pero que sí tuvo el aspecto de un concierto redondo en el que todo tiene la duración adecuada y no hay oportunidad de perderse en lo superfluo, lo que, en el jazz, suele ser uno de los mayores peligros. Máxime cuando se trata de un artista con tantas coartadas comerciales como Al Jarreau.

Al Jarreau, a la izquierda, durante su actuación.
Al Jarreau, a la izquierda, durante su actuación.SANTI BURGOS
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