El arquitecto de Bill Gates
Bernard Cywinski, experto en domótica y autor de edificios singulares, interviene en un curso en el Museo de las Ciencias
Las revistas especializadas sostuvieron hace pocos meses una polémica en torno a la mayor fortuna del mundo. El duelo enfrentaba a Bill Gates, fundador de Microsoft, con Ingvar Kamprad, quien hizo lo propio hace 46 años con la multinacional Ikea. La publicación de referencia en la materia Forbes zanjó el asunto asegurando que los 46.000 millones de dólares (37.187 millones de euros) de capital personal sitúan a Gates en primer lugar. Cierto o no, el dinero convierte al creador de Windows en algo parecido a un faraón contemporáneo.
Cuando a principios de los noventa Gates decidió levantar su mansión al norte de Seattle, planeó un edificio acorde a tal condición. Los encargados fueron los arquitectos James Cutler y Bernard Cywinski, a los que tiempo después se uniría el interiorista Thierry Despont.
Gates quería una fusión entre una construcción ecológica integrada en el paisaje y la última tecnología. La primera parte correspondió a Cutler, famoso por la utilización de madera reciclada y por su capacidad para disimular los edificios en la naturaleza. La domótica -aplicación de sistemas informáticos a las viviendas- quedó en manos del equipo de Cywinski, quien ayer intervino en uno de los cursos de Campus TI, en el Museo de las Ciencias de Valencia.
Cywinski tiene una barba blanca sin bigote que le da cierto parecido con la imagen del Tío Sam, y hace hincapié en que la mansión de Bill Gates, terminada en 1998 y que costó más de 50 millones de dólares (cerca de 40 millones y medio de euros) fue un campo de experimentación cuyos resultados se están generalizando.
El arquitecto pone como ejemplo las llamadas bombas de calor geotérmicas, un sistema que aprovecha el agua de lluvia, y la almacena en el subsuelo del edificio de modo que se mantiene a una temperatura estable a lo largo del año. El agua proporciona a la casa calefacción o refrigeración mediante una variación moderada de la temperatura del agua, lo que según Cywinski implica un escaso consumo de energía.
Los techos recubiertos de tierra y césped -"un perfecto aislante natural"- como los que hay en la casa de Gates han sido aplicados por el despacho Bohlin Cywinski Jackson a otros proyectos, igual que la utilización de pins colgados de la ropa que activan dispositivos cuando el habitante entra en un cuarto de la casa. En el caso de la del principal accionista de Microsoft, el pin, que empezó siendo un aparato de dimensiones considerables, es capaz de encender la luz, regular la temperatura, poner música o la televisión según se haya programado en la pantalla de cada habitación.
El despacho de Bernard Cywinski tiene cinco sedes en las que trabajan 134 arquitectos. Preparan edificios para el Gobierno, instituciones y particulares, y, según él, para todos los bolsillos. "Es como con los coches. Tienes coches baratos con tecnología barata y luego... En EEUU se ha convertido en una elección normal, no necesitas ser Bill Gates para comprarla".
El arquitecto persigue crear tecnología socializadora dada su potencialidad para "aislar a las personas". Y destaca las aplicaciones en el campo de la seguridad. La de la casa de Gates, por ejemplo, es enteramente electrónica y se controla desde la sede de Microsoft. Cywinski advierte: "Si te cuento algo más tendría que matarte". Más o menos lo que hacían los faraones.
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