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Crónica:TOUR 2004 | Décima etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

El eterno Virenque organiza su día

Etapa de nueve puertos y sufrimiento en la que Mayo padece por las averías y Heras pierde siete segundos

Carlos Arribas

Tyler Hamilton acabó el Giro de 2002 con una clavícula rota y 12 molares destrozados de apretar los dientes para resistir el dolor. No se le escapó una lágrima por ello. Hamilton corrió todo el Tour de 2003 con la misma clavícula rota -aunque fue una rotura sin desplazamiento: el callo de la anterior soldadura frenó el avance de la nueva- y el mismo dolor opresivo. No soltó una lágrima por ello. Todo lo más lloró de alegría al ganar de forma heroica y luminosa la gran etapa de Bayona por el col de Bagargui. Hamilton, el ciclista de la educación extremada y el interior de granito, lloró descosidamente la noche del martes. Lloró sobre el cuerpo enfermo de "Tugboat", su golden retriever, su perro de nueve años enfermo de cáncer al que no le quedaba más salida que la eutanasia. "No me avergüenza decir que lloré un montón", dijo Hamilton. "Ha sido mi perro nueve años, ha sido mi hijo, mi familia. Y a mí mujer la conocí hace siete". Tan afectado estaba que sufrió en la carretera, ayer, 14 de julio, el día de Virenque.

Tour 2004 10ª Etapa

Limoges-Saint Flour, de 237 kilómetros

ETAPA DE HOY

Saint Flour-Figeac, de 164 kilómetros

GENERAL

1. Thomas Voeckler (La Boulang) 42h 42.14m

2. Stuart O'Grady (Cofidis) a 3m

3. Sandy Casar /Fdjeux) a 4.13m

9. J. Enrique Gutiérrez (Phonak) a 10.09m

ETAPA

1. Richard Virenque (Quick Step) 6h 00.24m

2. Andreas Klöden (T-Mobile) a 5.19m

3. Erik Zabel (T.Mobile) m. t.

4. Francisco Mancebo (Illes Balears) m. t.

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Richard Virenque sólo ha llorado una vez en público en el Tour. Fue un llanto de rabia e impotencia, en 1998, cuando el Tour les expulsó a él y a todo el equipo Festina. Tenía entonces Virenque 28 años. Había sido cinco el ciclista más mimado de todos los franceses y, después de aquello, nadie daba un duro por su futuro. Más le valdría retirarse, no volver a aparecer por el Tour. Era un hombre acabado. Un ciclista de pasado dudoso y nulo futuro.

¡Ja!

Un año después volvió al Tour, a ser el rey de la montaña, a ser Virenque. Virenque volvió a morir. En 2001 no pudo correr el Tour por sanción. Virenque, una vez contra todas las apuestas, volvió a resucitar. Volvió al Tour. Volvió a ser Virenque. Y por ahí aún anda. Por el Tour. Con 34 años. Con un maillot de lunares. Con su arte y su capacidad intactas para ganar escapado, solo, las etapas más duras. Como ayer. Macizo Central, volcanes del Averno, 237 kilómetros -el día más largo-, nueve puertos. Seis horas sobre la bicicleta.

Pregunta el escéptico: ¿por qué siempre le dejan irse solo un día a Virenque? ¡Qué aburrimiento! Responde el sabio: pregunte al pelotón, a los directores, a los equipos, a los corredores. Responde el pelotón: ¿cómo que le hemos dejado? Virenque atacó en el kilómetro 2. Le cogimos. Volvió a atacar otra vez. Le cogimos. Se infiltró en un grupo de 18. Capturamos a 16. Virenque voló. Responde Axel Merckx, el hijo del "caníbal", compañero de fuga de Virenque durante 135 kilómetros y seis puertos: Virenque me ha engañado.

Virenque se fue con Merckx y le dijo que a él sólo le interesaba ganar el maillot de la montaña, que le ayudara a ello y que, a cambio, no le dejaría tirado y hasta le permitiría disputar de igual a igual el triunfo de etapa. Así se organizó la jornada de descanso: Virenque se fue con Merckx, Merckx le ayudaba y le dejaba puntuar primero. Virenque se fue de Merckx: en el puerto de primera, el Puy Mary, giró un poquito el manillar de su acelerados y dejó clavado contra el rugoso asfalto al chico rubio y claro que nunca será como su padre. Detrás, el ritmo sostenido y regular de La Boulangère, el equipo del líder, el valiente e irreverente Thomas Voeckler -aquel a quien en La Martinica llamaba "Ti blanc" (el blanco pequeñito), porque era el más bajito, el único blanco del equipo-, guardaba las distancias. Grupo de ciclistas resignados al sufrimiento atravesó los puertos, sin ánimo, sin interés, de atacar: ciclistas vigilantes de detalles, de caras que denotaran sufrimiento. Ciclistas nerviosos: Mayo que sufre una avería en el Puy Mary, Mayo que toma la bicicleta de Unai Etxebarria, Mayo que vuelve a pararse para volver a subirse a su bicicleta, ya reparada por José Cruz Mújica, su mecánico de confianza. Todo el Euskaltel, con él. Detrás. Subiendo a ritmo sostenido un pelotón súbitamente acelerado por un ataque corto y extemporáneo de Marcos Serrano, el escalador gallego del Liberty. Haimar Zubeldia: "Nos pusimos nerviosos porque atacó Serrano y Gorospe, el director, venía lejos y nunca llegaba el coche para arreglar la avería".

Volvieron al pelotón a seguir al ritmo boulanger, lejos de Virenque, el especialista, el eterno, que como su rival de siempre, Jalabert, también tiene una etapa en 14 de julio, la séptima en sus 11 Tours. La primera fue en 1994, en tiempos de Indurain. También tiene embastado el séptimo maillot de rey de la montaña, el maillot que romperá el empate a seis con Bahamontes y Van Impe. En la llegada, tras Virenque, sprint velocísimo en cuesta: Mancebo inicia las hostilidades. Le remontan Zabel y Klöden. Mayo sufre pero no pierde comba; Ullrich tras él. Heras sufre y pierde 7s. Hamilton, llorando, también.

Virenque alza los brazos al entrar vencedor en la meta de Saint Flour.
Virenque alza los brazos al entrar vencedor en la meta de Saint Flour.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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