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SAN FERMÍN
Columna
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El parque humano

Eduardo Zaplana y por el patio de caballos. ¡Cómo está el patio! Eduardo Zaplana por aquí y, claro que sí, denunciando con contundencia las mentiras del Gobierno. No del Gobierno al que él mismo pertenecía en el luctuoso 11-M, sino del que remplazó a aquél cuando Acebes, Zaplana y demás amigos de la contundencia dialéctica dejaron de ser considerados dignos de crédito y de confianza.

Eduardo Zaplana y triunfando por los sanfermines. En la comisión investigadora del 11-M triunfa Jaime Ignacio del Burgo. Como no podía ser de otra manera, lo hace en el navarrísimo papel de enredabailes. Por enredabailes se entiende aquí al que entra al baile con los cordones de las alpargatas sueltos, animado por el propósito de distraer a los que bailan y terminan armándola. Zaplana, con el pañuelo sanferminero anudado al cuello de esa manera, más que a un enredabailes recordaba a los míticos secundarios del Far West; secundarios como Jack Palance o Lee Van Cleef, siempre caracterizados por su media sonrisa petrificada, su dialéctica expeditiva y su facilidad para armarla. De secundarios, a fin de cuentas, es de que lo hicimos en el hito histórico de las Azores. De secundarios, o de comparsas, por decirlo con una palabra más próxima a las fiestas.

En los sanfermines todo es tradición a partir de su segunda vez

Zaplana en fiestas y entre las comparsas. Zaplana flanqueado por correligionarios y amigos de Jaime Ignacio del Burgo como la alcaldesa Barcina y el presidente autonómico, Miguel Sanz. Se ve que la presencia de un secundario de lujo del PP es ya tradición en los sanfermines. En los sanfermines todo es tradición a partir de su segunda vez, y de que nos visitara esa secundaria de lujo del Ayuntamiento madrileño que es doña Ana Botella, ya hace más de dos años. Pues así está el patio sanferminero y así va el libro de ilustres visitas. Como salta a la vista, esto es un parque temático de la humanidad.

El error persistente de esa alcaldesa que cada siete de julio marcha por las calles de la ciudad disfrazada de bucólica pastora del Pirineo -un disfraz más adusto que el de lagarterana-, es empeñarse en sacar adelante, contra viento y marea, el llamado Centro Temático de los Sanfermines. A ver en qué edificio, contenedor o arca de Noé metes tú a todas las especies del parque humano que bullen en las fiestas de Pamplona. A ver en qué parque temático o museo de los horrores te llevas el susto de muerte de encontrarte, de sopetón y sin previo aviso, con la media sonrisa petrificada de un secundario de lujo como Eduardo Zaplana. Y digo la media sonrisa de Zaplana como podía decir el vuelo kamikaze de un leñador australiano. El representante sanferminero del género humano que ayer publicaba en la prensa una oda a Rocco Siffredi, rey del porno, también es un ejemplar llamativo.

A ver si va a llevar razón el pensador alemán cuando dice que el modelo de pastoreo de y apaciguamiento de hombres ensayado de Grecia a esta parte, visto cómo está el patio, visto como está el parque, debe darse por fracasado. Quizá conscientes de ello, los del circo vienen este año didácticos y nos traen las enseñanzas, la infinita paciencia y las fulminantes patadas de los monjes guerrero de Shaolin. Pero la competencia que tienen los del circo es feroz.

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