Lluvia doble de orejas
Lluvia de orejas y lluvia de lluvia. En una tarde de truenos y agua los tres rejoneadores nadaron en la abundancia de las orejas. Bajó Fermín Bohórquez en su primero, porque estuvo tan indolente como una hamaca gris. Dos triunfadores se erigieron en la tarde pamplonica. Primero, y en especial, Pablo Hermoso de Mendoza. Él estaba en su tierra, ya se sabe que cuando viene a Pamplona se pone suntuoso y grave como un cáliz sagrado. Juega además con ventaja porque los nombres de sus caballos figuran en el luminoso de la plaza, cada vez que sale uno de ellos. Y así podíamos ver cómo actuaba y en qué momento el caballo llamado Curro, después Chenel, luego Fósforo, más tarde Samurai, a continuación Chicuelo, para dar paso a Campogrande y acabar otra vez con Fósforo. Esa ventaja deriva de que cuando las cosas o los objetos o las personas nos las nombran empezamos a entender el mundo. Y eso da ventaja.
Murube / Bohórquez, Hermoso, Galán
Toros de Murube, muy buenos para el rejoneo, manso el 2º. Fermín Bohórquez: silencio y oreja. Pablo Hermoso de Mendoza: dos orejas y oreja. Sergio Galán: dos orejas y oreja. Plaza de Pamplona, 6 de julio. 2ª de feria. Lleno.
Sin ser navarro, el joven rejoneador Sergio Galán triunfó con tanta calidad como si fuera de la mismísima Burlada. En el cuarto el cielo negro soltó un trueno descomunal, que semejaba un toro negro enorme que quisiera sacarnos a todos de la plaza de una embestida brutal. Sólo fue un espejismo. La corrida discurrió por cauces normales. El dios de la lluvia nos visitó, quizá ofuscado por tanto galope alborotadamente sobreexcedido.