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Reportaje:Eurocopa 2004 | Disponer de jugadores de varias Ligas, un valor añadido

Los exportadores ganan

Los semifinalistas cuentan con 51 futbolistas en clubes de otros países y contrastan su brillo con el fiasco de selecciones con apenas emigrantes

Existe una palabra en italiano, mammone, que sirve para designar al hijo que va cumpliendo años y se resiste a abandonar la casa de los padres. Vive bien y no le falta el dinero. Forma parte esencial de la cultura italiana y también de la española. Extrapolados al fútbol, los mammoni serían los futbolistas que se niegan a fichar por un club extranjero porque se encuentran muy a gusto en su propio país, donde perciben salarios millonarios. Es decir, España, Italia, Alemania e Inglaterra, cuatro grandes naciones que han sido arrumbadas de la fase final de la Eurocopa. Justo lo contrario de las cuatro semifinalistas, que cuentan con 51 futbolistas fuera de sus fronteras. Son países que exportan mucho e importan poco. Sus chicos han aprendido idiomas, culturas, distintas maneras de entender el juego, y han regresado a sus selecciones para triunfar. Los que más seleccionados tienen en otras ligas son los checos (18), seguidos de los holandeses (17) y, empatados, de los griegos y los portugueses (8). Son, en suma, gente de mundo con el gen de la competitividad más desarrollado. Y que con su marcha permiten dar salida en sus países a nuevos jóvenes con talento. El efecto positivo es doble. Es el cruce de culturas del que habla el técnico del Mónaco, Didier Deschamps, que consideró clave su paso por el calcio para convertirse en el capitán que llevó a Francia a conquistar la Copa del Mundo de 1998 y la Eurocopa de 2000.

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En España, sólo uno de los 23 seleccionados por Iñaki Sáez probó fortuna en otras competiciones: Morientes, a quien le fue muy bien en el Mónaco. Otro que emigró entre lágrimas al Chelsea fue Reyes, excluido a última hora por Sáez. Parece como si actuar en el exterior fuera un defecto más que una virtud, de tan encantada como está la Liga española de haberse conocido. Lo mismo sucede en Inglaterra, donde Rooney es ya Roonaldo, y en Italia, donde Totti es un fenómeno sin precedentes. Sin embargo, el único título de España, la Eurocopa de 1964, se logró con el liderazgo de Luis Suárez, que llevaba tres años en el calcio, donde ganó con el Inter dos Copas de Europa: en 1964 al Madrid y en 1965 al Benfica.

Peor es el ejemplo italiano: ni uno solo de los internacionales de Trapattoni actúa fuera del calcio. Los azzurri han sido verdaderos mammoni. Lo mismo que los británicos. Tradicionalmente encerrada en sí misma, Inglaterra ha abierto sus fronteras a la entrada de futbolistas en cascada, pero apenas ha dejado salir a los suyos: sólo Hargreaves, que llegó a Alemania a los 16 años y pertenece al Bayern, y Beckham, en su aventura comercial en el Madrid. También dos es el cupo de alemanes que han atravesado sus confines: el portero Lehman, en el Arsenal, y el medio Hamann, en el Liverpool.

Tras los partidos, es curioso pasarse por las ruedas de entrevistas de los jugadores y comprobar cómo españoles, italianos, alemanes e ingleses sólo hablan en su lengua materna. No les pregunten en otra que huyen despavoridos. En cambio, los checos están familiarizados con el alemán y el inglés; los holandeses con el castellano, el catalán y el inglés; los griegos con el italiano y el inglés; y los portugueses, con un poco de todo. Figo, por ejemplo, responde indistintamente en español, inglés y portugués.

- República Checa. El futbolista checo que se queda en casa es la excepción que confirma la regla. Puede que sea debido a que todavía no ha sido descubierto o a todo lo contrario (Poborsky ha regresado al Sparta de Praga después de un amplio periplo). O puede que como Heinz, una de las revelaciones del torneo, no cuajara en Alemania por su mala relación en el Hamburgo con el entrenador, el ex valencianista Kurt Jara. Y por eso volvió al Banik Ostrava. Nedved llegó hace ocho años al Lazio antes de fichar por el Juventus, que pagó 41 millones de euros. Koller peregrinó por Bélgica (Lokeren y Anderlecht) para ganarse el derecho a entrar en el Borussia Dortmund. Comparte vestuario con Rosicky, que irrumpió hace tres años en la Bundesliga. Y el joven portero Cech, de 22 años, ya ha acumulado experiencia en la Liga francesa (el Rennes) y va camino del Chelsea. Dicen que va a ser el mejor portero del mundo.

- Holanda. Desde Johan Cruyff, los holandeses son unos nómadas impenitentes. Tienen fama de adaptarse a cualquier circunstancia y consideran España y, sobre todo, Barcelona como una segunda residencia. Nueve son los jugadores que han pasado por el Barça. Tres de sus delanteros son o han sido bandera de tres de las Ligas más poderosas de Europa: Van Nistelrooy en Inglaterra, Makaay en Alemania y Kluivert en España. De los que siguen en Holanda, dos joyas tienen las horas contadas en el Ajax: Van der Vaart y Sneijder. Hasta el veterano Van Hooijdonk, de 34 años, ha decidido alargar su carrera en el Fenerbahce turco. Por probar que no quede. El último será el zurdo Robben, de 20 años, atado por el magnate ruso del Chelsea, Roman Abramovich.

- Grecia. Emigrar es una tradición reciente en el fútbol griego, pero empieza a dar frutos. La experiencia en el exterior le ha otorgado un oficio del que carecía. Y que se traducía en un fracaso tras otro en las grandes competiciones: no había ganado ni un solo partido hasta llegar a Portugal. Ocho son los chicos de Otto Rehhagel que juegan en clubes foráneos. Ninguno triunfa de manera rotunda, pero al menos les ha servido para algo. El central Dellas, por ejemplo, está siendo una torre pese a que apenas ha participado en el Roma. Antes estuvo en el Sheffield y en el Perugia. El lateral zurdo Fyssas ha confirmado su buena temporada en el Benfica. El centrocampista Karagounis, autor del primer gol del torneo ante Portugal, venía de ser irrelevante en el Inter; y lo mismo el delantero Charisteas, con dos tantos, inédito en el Werder Bremen, a la sombra de Ailton. También el habilidoso Vryzas, que estaba en la Serie B italiana: el Fiorentina, recién ascendido. Y el lateral derecho Seitaridis, que cambia el Panathinaikos por el Oporto: ocupará la vacante de Ferreira, que se va al Chelsea.

- Portugal. Los portugueses se lo piensan dos veces para marcharse. Pero, cuando lo hacen, son pieza clave allá donde van. Figo, Rui Costa y Couto, campeones juveniles en 1989 y 1991, representan una generación exitosa en sus clubes. Lisboeta de 32 años, Rui Costa salió de los juveniles del Fafe, se afianzó en el Benfica y saltó a Italia en 1994: pasó siete cursos en el Fiorentina antes de fichar por el Milan y conquistar la Copa de Europa y la Liga. Otro lisboeta de casi 32, Figo, vive hace nueve años en España. El Barça lo fichó del Sporting de Lisboa en 1995 y, cinco años después, el Madrid se lo llevó pagando 37 millones. También procede del Sporting Cristiano Ronaldo, de 19 años, que fascinó en un amistoso al técnico del Manchester United, Alex Ferguson, que lo contrató. Ahora cautiva a todo el planeta. El imitador de Panenka en los cuartos de final ante Inglaterra, el delantero Postiga, de 21 años, no logra adaptarse al Tottenham. Pauleta, en cambio, natural de las islas Azores, se curtió en España (Salamanca y Depor) antes de triunfar en Francia (el Burdeos y ahora el Paris Saint Germain).

En la parte superior, Baros, con la camiseta del Liverpool, es felicitado por un compañero tras marcarle un gol al Milan y a la derecha, Makaay durante un partido con el Bayern. Debajo, Nikolaidis celebra un gol del Atlético al Sevilla en la pasada Liga y a la derecha, Rui Costa, del Milan, se zafa de una entrada del interista Luigi di Biagio.
En la parte superior, Baros, con la camiseta del Liverpool, es felicitado por un compañero tras marcarle un gol al Milan y a la derecha, Makaay durante un partido con el Bayern. Debajo, Nikolaidis celebra un gol del Atlético al Sevilla en la pasada Liga y a la derecha, Rui Costa, del Milan, se zafa de una entrada del interista Luigi di Biagio.REUTERS / REUTERS / RICARDO GUTIÉRREZ / AFP

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