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Reportaje:Eurocopa 2004 | Grecia espera rival

El Gascoigne danés

Gravesen parece haber controlado sus excesos y se ha convertido en todo un líder

A un palmo de distancia, Gravesen impresiona. Por su voz cascada y sus orejas puntiagudas que sobresalen de un poderoso cráneo completamente afeitado. El aspecto del medio centro de Dinamarca es entre intimidatorio y divertido, según el momento y el lugar. Y su biografía está cargada de bromas pesadas y enfrentamientos con rivales y compañeros que, eso sí, ha podido calmar en los últimos meses gracias a las arengas de su seleccionador, Morten Olsen, que le considera vital para el rendimiento de su equipo.

En efecto, Gravesen, a sus 28 años, es un jugador tan carismático y efectivo en el manejo del juego como conflictivo dentro y fuera de la cancha. Tan básico para mantener el sentimiento de grupo como peligroso para destruirlo en uno de sus locuras incontrolables. De momento, Olsen lo mantiene a raya, como se vio el pasado martes ante Suecia (2-2). Cuajó un gran partido, lleno de fuerza y sentido de la distribución del balón. Esa noche, su estruendosa risa resonó en los intestinos del estadio Do Bessa, donde se paró a hablar con la prensa al finalizar el encuentro. Estaba eufórico. "Me gusta este equipo. Cada vez estamos mejor", dijo en un inglés vertiginoso y propio de los bajos fondos de Liverpool: juega en el Everton, de esa ciudad, desde hace cuatro temporadas.

Una vez, Topting y él pusieron hielo en los pantalones de Gronkjaer y acabaron a puñetazos
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Gravesen ha llegado pletórico a la Eurocopa, en un estado de excitación que roza el fanatismo. Así fue el sprint de 20 metros que se lanzó en el segundo tiempo frente a los suecos en dirección al banquillo, cuando acudió a recibir unas instrucciones de Olsen. Nunca un jugador corrió tanto ni con tanta determinación para recabar unas órdenes. El caso es que tiene muy asumida su jerarquía en el conjunto y quiere demostrarla a cada instante.

Ya se perdió, por una sanción previa, el primer encuentro, ante Italia, y no quiere perderse ni un minuto más. Para eso pretende olvidarse de sus juergas de otros tiempos. "Sólo pienso en entrenarme y en dormir", proclama. Ésa es su manera de preparar el choque de hoy, ante la República Checa, un rival que está encandilando no sólo a sus aficionados particulares, sino también a los generales, y al que se ha dedicado a estudiar. "Como me sobra tiempo, he visto sus tres partidos. Nedved, Rosicky, Baros... Son muy buenos". ¿Mejores que Dinamarca?, se le pregunta. "Bueno, nosotros ya llevamos cinco años juntos y podemos jugar muy bien. No buscamos la gloria individual, sino la colectiva", matiza.

Esta hermanita de la caridad en que parece haberse convertido Gravesen no tiene nada que ver con el compañero de farra de Topting, del Bolton, en la pasada Copa del Mundo, la de Corea del Sur y Japón 2002. Como se aburrían a menudo, un día de marzo de ese año decidieron poner hielo en los pantalones de su compañero Gronkjaer, que quiso vengarse y acabaron los tres a puñetazos. En otra ocasión, en un entrenamiento en Rumania con vistas a un lance clasificatorio para la cita portuguesa, Gravesen le bajó los pantalones al defensa Jensen, mientras a éste le hacían una entrevista, con tal mala fortuna que justamente en ese instante un fotógrafo hizo clic. Así que las partes íntimas del pobre de Jensen dieron la vuelta al mundo sin su consentimiento.

El Everton pagó por Gravesen al Hamburgo 4 millones de euros en 2000. Pero en Alemania rindió por debajo de lo esperado. De ahí, el asombro de un larguirucho periodista germano el pasado martes en el estadio Do Bessa, de Oporto. "Este Gravesen no puede ser el mismo que conocemos de Alemania. Ha mejorado muchísimo".

Claro que en Inglaterra tampoco se ha escapado de las polémicas. En el año 2001 dijo que el Everton no tenía suficiente calidad y el entrenador, Walter Smith, quiso echarlo del conjunto. Y el curso pasado, en un partido ante el Newcastle, el delantero Shearer le llamó cobarde por una entrada con la que lesionó a Bernard. En fin, un angelito, una especie de Gascoigne danés que Olsen ha conseguido controlar. Al menos, de momento.

Gravesen se dispone a dar un pase ante la oposición del búlgaro Ivanov.
Gravesen se dispone a dar un pase ante la oposición del búlgaro Ivanov.REUTERS

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