Juzgado por pederastia el principal condenado por el 'caso Raval'
El fiscal pide 44 años para Tamarit por la presunta violación de dos menores magrebíes
La Sección Octava de la Audiencia de Barcelona juzgó ayer al principal implicado del caso Raval, Xavier Tamarit Tamarit, acusado de violar y someter a todo tipo de vejaciones a dos menores magrebíes de siete y nueve años de edad en una casa que la familia del procesado tenía en Canet de Mar (Maresme). La fiscal pidió 44 años de cárcel para el acusado. Esta ha sido la tercera vez que Tamarit se ha sentado en el banquillo de los acusados.
Tamarit cumple una condena de 66 años de cárcel por abusar de ocho menores y años antes otra sala de la Audiencia de Barcelona ya le había condenado por abusar de tres niñas. Durante el juicio de ayer negó los hechos, aunque reconoció que se relacionaba con menores de edad en Canet y que se encontraba junto a su casa, aunque no les tocaba "ni el hombro". El procesado, que se encontraba en libertad provisional a la espera de ser juzgado por el caso Raval cuando sucedieron los hechos, respondió a preguntas de la fiscal que "no sólo es falso y absurdo" que violara a los menores, sino que les daba "un trato exquisito" porque es "muy meticuloso".
Fuentes judiciales citadas por Europa Press explicaron ayer que Tamarit, de 47 años, está recluido en un departamento especial de la cárcel de Quatre Camins para evitar que tenga problemas con otros internos. Los hechos por los que Tamarit fue juzgado ayer se remontan a fechas comprendidas entre los días 5 de septiembre y 28 de octubre de 2000, cuando invitó en tres ocasiones a los dos menores a la casa de su familia. La fiscal sostiene que el acusado, "con el pretexto" de que dejaba una bicicleta a los menores, los hizo subir a su vivienda y les sometió a todo tipo de tocamientos y abusos, además de obligarles a que le practicaran felaciones.
La fiscal señaló que el procesado tenía un cuchillo encima de una mesa y al alcance de la vista de los menores y que Tamarit repitió estos hechos en otra ocasión, después de dar 100 pesetas a los menores y advertirles de que no dijeran nada a nadie.
