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Reportaje:Eurocopa 2004 | La gran resaca

La victoriosa derrota de Eriksson

El técnico cree que "Inglaterra jugó un partido fantástico", salvo en los tres últimos minutos

Santiago Segurola

Con el aire de profesor que le caracteriza, Sven Goran Eriksson convirtió ayer la derrota de Inglaterra en lo más parecido a una victoria. Al técnico sueco no le faltan tablas para estos asuntos. Es un hombre de mundo que se maneja con un aire cosmopolita, algo que tiene fascinado al fútbol inglés, donde generalmente se ha cultivado una clase de entrenador curtido en los belicosos estadios de las Islas, donde el pelotazo, los tacklings y el espíritu aguerrido de sus equipos animan un tipo de técnico más proclive a los placeres de los pubs que a los refinamientos de Eriksson. "Cualquiera que haya visto el partido sabe que habrá que tener respeto a nuestro equipo", dijo el seleccionador inglés, que sólo tuvo elogios para su equipo. Las crónicas, sin embargo, ofrecieron una versión diferente del juego inglés. Abundaron las críticas y fueron numerosos los análisis que defendieron la meritoria victoria de Francia.

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Eriksson, un técnico curtido en el fútbol italiano y portugués, se ha encontrado con unos interesantes jugadores que tienen un aire despersonalizado. Por un lado, representan los viejos valores del fútbol inglés. Lampard, Gerrard y Scholes, por citar a los centrocampistas, tienen el aire agresivo y emprendedor que se espera de su selección. Pero es el segundo gran torneo que Inglaterra juega de una manera italianizada, más preocupada de sostenerse defensivamente que de protagonizar el juego. Es una contradicción que la mayoría de los futbolistas lleva mal: han nacido para una cosa, pero Eriksson les obliga a otra. Este contraste entre las obligaciones y las tendencias naturales de los jugadores genera una tensión evidente en el equipo, que parece agarrotado y empequeñecido. Sin embargo, el país está encantado con el técnico y sus sofisticadas explicaciones. Ante la hipótesis de su posible fichaje por el Chelsea, la federación le renovó el contrato inmediatamente.

Eriksson está investido de autoridad y no está dispuesto a la autocrítica. Inglaterra puso en problemas a Francia, estuvo a punto de derrotarla y perdió en el último minuto. Otra cosa es que su juego fuera superior al de su rival, que no está para tirar cohetes. "Si nos olvidamos de los tres últimos minutos, creo que jugamos un partido fantástico", declaró Eriksson. "Considerando que era Francia y que les permitimos muy pocas ocasiones durante el encuentro, hoy haría lo mismo que preparé para el partido", añadió. De sus palabras se deducía la posición de inferioridad de Inglaterra con respecto a Francia, una herejía en otros tiempos.

El técnico tuvo el detalle de defender a los dos protagonistas de los errores que le costaron el partido a su equipo. Uno fue Beckham, que falló el penalti cuando Inglaterra ganaba 1-0; el otro, Steve Gerrard, se equivocó clamorosamente en la pelota que cedió al portero. Se cruzó Henry, se llevó el balón y fue derribado en el área. Allí ganó el partido Francia, que apenas había creado ocasiones en el área inglesa. "¿Qué le dices a Gerrard, que no pase hacia atrás? ¿Qué le dices a Beckham, que tire el penalti hacia el otro lado? Si fueran errores tácticos, yo podría decir algo. Pero en estos dos casos no tengo nada que decir".

Hombre frío por naturaleza, Eriksson manifestó que su principal trabajo en estos días será psicológico. Habló de Inglaterra como favorita para ganar el torneo y se mostró inalterable en su optimismo. Desde luego, no pareció invadido por el estupor que demostraron sus jugadores tras la derrota. Eriksson es de otra pasta. Es de los que convierten una derrota en una victoria.

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