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Reportaje:

Aprendizajes compartidos

La Nostra Escola Comarcal, uno de los centros pioneros de la enseñanza en valenciano, celebra su 30 aniversario

En la primavera de 1974 la enseñanza en valenciano abría una brecha decisiva en el muro autoritario y castellanizado de la escuela franquista. El ICE de la Universidad de Valencia organizaba los primeros cursos de valenciano para profesores, mientras la Facultad de Filosofía y Letras iniciaba la lucha para conseguir la legalización de una cátedra de lengua y cultura valencianas. Y en la comarca de l'Horta, la Nostra Escola Comarcal de Picassent daba sus primeros pasos con 60 alumnos. Nacía un centro pionero de enseñanza en valenciano en régimen de cooperativa por iniciativa de un grupo de padres y maestros antifranquistas, procedentes de la Juventud Agrícola Rural Católica (JARC), el mundo sindical y la izquierda clandestina.

Los próximos días 14 y 15 de mayo, la Escola Comarcal recordará sus orígenes bajo el lema 30 anys compartint aprenentatges. Serán momentos de recuerdos, de anécdotas y de actividades culturales, pero también de mirar hacia el futuro. Para la actual directora, Imma López, la Escola Comarcal "es el resultado del esfuerzo de mucha gente que a lo largo de tres décadas ha hecho posible una escuela democrática, participativa, comarcal, arraigada al medio y en valenciano, cuya principal premisa es la renovación pedagógica".

La Escola Comarcal es hoy un proyecto consolidado. Actualmente tiene 314 alumnos, 36 trabajadores y más de 270 socios usuarios y de trabajo. Pero a lo largo de 30 años han pasado por sus aulas miles de estudiantes, muchos de los cuales son en la actualidad destacados profesionales de la empresa, la Universidad y la Administración.

Sin embargo, los orígenes de la escuela fueron difíciles. La falta de medios económicos y la hostilidad del régimen marcaron los inicios. Jaume Sobrevela, presidente del centro en los primeros años, afirma que "en esos tiempos la escuela estaba totalmente castellanizada por convicción y por ley; fue un acto de valentía crear un colegio con principios democráticos y en el que la lengua de enseñanza fuera el valenciano, todo ello viviendo todavía el dictador y diez años antes de la aprobación de la Llei d'Ús i Ensenyament del Valencià". Una escuela con esta filosofía de trabajo era ilegal, pero el tímido aperturismo del régimen, y sobre todo la presión social en la calle mediante huelgas obreras y estudiantiles, favorecieron el permiso del Ministerio de Educación, aunque sin subvención económica.

La primera ayuda económica de la Comarcal vino de la cooperativa de viviendas Coinser de l'Horta Sud, que aportó también recursos técnicos. Pero el colegio no renunció a subvenciones oficiales. Organizó una manifestación en Valencia en la sede del Ministerio de Educación y algunos padres viajaron a Madrid hasta conseguir un 10% de los gastos del centro, contribución que irá en aumento en el periodo democrático. Más adelante, recuerda Sobrevela, "gracias a la mediación de Manuel Sanchis Guarner, se firmó un convenio por el valenciano con la Diputación de Valencia, junto a los colegios La Gavina i La Masia , que supondrá un respiro económico".

"Con el tiempo la Comarcal se ha consolidado como referente de innovación educativa, ya que ha participado en todos los movimientos de renovación pedagógica", asegura Albert Taberner, uno de los maestros fundadores de la escuela y ex portavoz de EU en las Cortes Valencianas. Y este trabajo le ha valido algunos premios, como el Baldiri Reixach al proyecto educativo en valenciano, o el de Gestión Innovadora de Caixa Popular. Son reconocimientos a una trayectoria cuyo valor principal ha sido educar y enseñar en valenciano compartiendo aprendizajes.

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