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LA COLUMNA
Columna
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El imperio, al desnudo

Josep Ramoneda

LA EXTEMPORÁNEA reacción de este oráculo del neoconservadurismo que es The Wall Street Journal, comparando a Zapatero con Franco, da la idea de cómo ciertos sectores políticos americanos entienden la relación con sus aliados: "Siempre podrás ver un bigote a tu lado". Como muy bien intuyó Aznar, ésta es la única respuesta que se espera de un país como España. Lo que The Wall Street Journal no dice es que, pese al antiamericanismo público y notorio de Franco, los Gobiernos americanos no tuvieron ningún escrúpulo en darle un apoyo que fue determinante para que la dictadura durara tantos años. El periódico americano insinúa que Zapatero tiene un deber de agradecimiento por las ayudas recibidas por España durante la transición. Puestos en este plano, quizá tendríamos derecho a pedir a Estados Unidos una indemnización por los daños causados a España con su asistencia permanente a la dictadura franquista.

Alguien tenía que dar el primer paso. Quizá era necesaria la frescura de un novato como Zapatero. Pero se equivocan los que piensen que es un gesto aislacionista. Al contrario, es un gesto que retrotrae la cuestión de Irak al punto de partida, que puede provocar reacciones en cadena y que suma a favor de los que piensan que las cosas deben hacerse de otra manera. Además llega en el peor momento para Bush y su gente: en plena campaña electoral, cuando los libros de Bob Woodward y de Richard Clarke están evidenciando las contradicciones en la cúpula del poder.

Aunque se habla mucho de nuevas guerras, las inercias intelectuales hacen que todavía se siga pensando la victoria en términos de ocupación militar. Pero la victoria y la derrota hoy están en las mentes más que en el campo de batalla. Como dice el profesor Jeremy Black, "la guerra es un proceso cultural centrado en la imposición de la voluntad". Estados Unidos quiso creer y hacer creer que había ganado la guerra de Irak porque había ocupado el país. Pero las guerras sólo se ganan cuando la parte perdedora se da por derrotada. Y hasta que esto ocurre puede pasar un largo periodo de férrea resistencia y de onerosa ocupación.

Para blanquear los errores acumulados por el tándem Bush-Blair se dice ahora que no hay que mirar al pasado, que lo importante es conseguir la estabilidad de Irak. Las razones de esta guerra no son ajenas a la situación actual. Estados Unidos presentó la ocupación como una guerra contra el terrorismo. Era falso. El terrorismo estaba en otras partes. Entre ellas, en un Afganistán, donde probablemente todavía vive Bin Laden, que sospechosamente se ha dejado en segundo plano para concentrar atención, fuerzas y prioridades en Irak. Si el enemigo es Al Qaeda, ¿por qué no se ha dado prioridad a la limpieza de su santuario?

El motivo principal de la invasión de Irak era ofrecer al mundo una demostración del poder americano atacando un objetivo fácil, un ejército deteriorado por dos guerras y un bloqueo, desmotivado y corrupto. ¿Había algún interés por parte de España de colaborar en esta operación? No. La promesa de Zapatero viene precisamente del momento en que Aznar decidió entrar en guerra.

La importancia de la retirada de las tropas es que pone en evidencia todo el castillo bélico montado. Una vez alguien ha señalado con el dedo el centro del problema, otros pueden seguir el mismo camino. La obligación de España es colaborar en la lucha contra el terrorismo, no en la construcción de una hegemonía fundada en la fuerza militar de una nación concreta, aunque sea amiga.

El hecho de que España rechace esta lógica es ya de por sí una prueba de la debilidad de los que la promueven. Por eso ha irritado tanto a la Administración americana y sus ideólogos. La decisión de Zapatero pone en evidencia que el imperio está más desnudo de lo que parece. Se atribuye a Kissinger esta frase: "Nunca habría ido a la guerra de Irak sin Francia y Alemania". Cuando no se es capaz de demostrar el interés general de una operación es difícil conseguir aliados.

Estados Unidos se ha metido en una estrategia equivocada y ahora necesita ayuda. Pero es difícil lograrla con la desconfianza que genera la comprobación de que los argumentos eran falsos: las armas de destrucción masiva no están y el terrorismo ha llegado por la puerta que la guerra ha abierto. Ahora, EE UU quiere a toda costa hacer un simulacro de entrega del poder a los iraquíes en junio. Tal como están las cosas, ¿qué entregarán? ¿A quién lo entregarán?

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