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VISTO / OÍDO
Columna
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El péndulo

Por lo que hace este Zapatero disparado, por lo que dijeron sus ministros al tomar posesión -excepto Bono: caso aparte- se ve más que en la campaña que lo que pretende es restaurar la democracia: llevar el péndulo hacia el lado izquierdo, del que ha estado lejos tanto tiempo. Parece que algunos filósofos creen en ese péndulo: el apolíneo-dionisíaco, el de Gog y el Magog, el Yin y el Yang. Cuando no son filósofos ni nada creen en el Bien y el Mal como Bush y como Aznar. No digo Blair porque tengo idea de que no cree en grandes cosas. Al decir izquierda noto un escalofrío de inseguridad: no va a restaurar o a crear ZP la igualdad, la libertad y la fraternidad porque eso pertenece a otro péndulo más grave y pesado. Digo, simplemente, la democracia en España. El paso de igualdad que ha dado con la división de su Gobierno parece más importante cuando se las ve juntas. Creo que, por lo menos, ellas creen en una idea superior: la de la mujer. Socialistas, personas humanas -no hay otras, aunque Bono crea en las personas divinas-, políticas o intelectuales están advirtiendo que sobre ellas hay una ideología, una reivindicación histórica. No digo el feminismo, que es una lata, pero sí la realidad de la mujer. Sospecho que en las ministras de la derecha, algunas desdichadas, otras furibundas, alguna acertada, no existía ese fuego que alentó a las sufragistas. La derecha cree que la mujer es superior al hombre por el factor maternidad y la categoría de ama de casa: el trabajo las preocupaba menos, porque en su ideología están las castas. Las clases, que diría el viejo amigo que nunca perdió la razón.

Supongo que la iluminación de Zapatero es la misma: restaurar al público, a la res pública, pero sin excesos. Creo que lo ha aprendido en los ocho años de Aznar, tan aleccionadores. Sobre todo en los últimos años, cuando él ha salido a las calles con un borde de pancarta agarrado y con unos gritos detrás de él, y unas banderas sindicales, de partidos maltratados, republicanas, ácratas, a los lados. No sé si se da cuenta de que esto es un péndulo, que debe mantenerlo en esa izquierda posible todo el tiempo que pueda; no sé si se enviciará en el poder, como sus antecesores -menos Calvo Sotelo, que no supo qué le estaba pasando- ni si empujará hacia la derecha. Pero la aceleración de ahora es buena.

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