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ELECCIONES 2004

Los catalanes votan hoy bajo el impacto del atentado y de la sospecha de desinformación

- Masivo seguimiento de la 'cacerolada' en Barcelona y otras ciudades catalanas - Más de 5.000 manifestantes protestan ante la sede barcelonesa del PP - Fuerte tensión entre el 'conseller en cap' y la delegada del Gobierno

Francesc Valls

La masacre terrorista de Madrid y la sospecha de desinformación por parte del Gobierno del Partido Popular planean sobre los 5,3 millones de ciudadanos catalanes que hoy están convocados a las urnas. La jornada de reflexión de ayer no hizo precisamente gala a tal nombre. Fue más bien agitada. A partir de las ocho de la tarde se celebraron varias manifestaciones que culminaron en una gran concentración de más 5.000 personas ante la sede del PP, que continuaba a las once de la noche. Una hora antes se celebró una masiva cacerolada en Barcelona y otras ciudades de Cataluña.

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El 'conseller en cap' acusa al Gobierno del PP de ocultar información sobre el atentado

Manresa, Igualada, Badalona, Girona, Santa Coloma de Gramenet... fueron algunas de las ciudades catalanas que siguieron de forma espontánea y ruidosa esa protesta contra el Gobierno del PP. Todo ello tuvo un preámbulo de marchas, como la de Barcelona, en la que había pancartas del tipo: Basta de mentiras, Terrorismo: ¿cuántas vidas vale un escaño? y Los muertos son nuestros, la guerra es la vuestra. En esta manifestación, convocada a través de mensajes sms de móviles, los gritos más coreados eran del tipo: "Prou mentides!" y "¡Esto nos pasa por un Gobierno facha!".

La calle reflejaba la tensión política de los despachos. Ya desde primeras horas de la mañana de esta insólita jornada de reflexión los partidos políticos catalanes expresaron cuando menos sus sospechas de que el Gobierno del PP podría estar retrasando la información sobre las investigaciones policiales respecto al atentado terrorista de Madrid. La relación de la masacre con la participación de España en la guerra de Irak dejaba de ser un lema de la manifestación del pasado viernes, que sacó a la calle a más de un millón de barceloneses, y pasaba a ser asumida por los partidos de izquierda.

La máxima tensión política se produjo cuando el conseller en cap, Josep Bargalló, acusó directamente al Ejecutivo de José María Aznar de ocultar información sobre el atentado. Poco después, la delegada del Gobierno en Cataluña, Susana Bouis, le respondía con un contundente: "Estas afirmaciones no hacen más que generar intolerancia y actos de violencia".

Con esa tensa jornada de reflexión se llega a las elecciones generales de hoy, con sus virtudes balsámicas o revulsivas para la política catalana que deben despejar muchos interrogantes: ¿Cómo repercutirá el atentado de Madrid y la política informativa del PP en los resultados? ¿Cómo se repartirá el espacio nacionalista? ¿Superará el Partido Popular a Convergència i Unió (CiU)? ¿Será capaz el Partit dels Socialistes (PSC) de mantenerse? ¿Cuántos diputados obtendrá Esquerra Republicana (ERC)? Además, el Gobierno de Pasqual Maragall aguarda desde su constitución, el pasado mes de diciembre, el resultado de esos comicios para poner velocidad de crucero a su navegación. De la mayoría que salga de las urnas en toda España dependen los grandes proyectos del tripartito: desde el Estatuto de autonomía hasta la mejora de la financiación autonómica.

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- Atentado y desinformación. ¿Cómo reaccionará el cuerpo electoral a causa del atentado terrorista del pasado jueves en Madrid? Esa es la pregunta que se hacen los estados mayores de los partidos políticos catalanes desde Esquerra hasta el Partido Popular, pasando por los socialistas, CiU e Iniciativa per Catalunya. Algunos analistas creen que la actitud dilatoria, según criterios, del Gobierno central en la atribución del atentado terrorista puede afectar negativamente en el voto al PP. Otros, en cambio, opinan que esa lluvia antigubernamental aún no ha calado en un electorado que sigue identificando al Partido Popular con el paladín del antiterrorismo. En cualquier caso, en Cataluña ha cuajado mucho más que en cualquier otra comunidad de España la idea de que Al Qaeda, la "segunda vía policial" del ministro del Interior, Ángel Acebes, ocupa el primer lugar en la lista de sospechosos de la autoría del criminal atentado de Madrid. Así se evidenció en la manifestación contra la masacre de Madrid que congregó el pasado viernes a más de un millón de ciudadanos en el paseo de Gràcia y donde la pancarta No al terrorismo, no a la guerra fue la más numerosa.Las reacciones ayer de destacados miembros del Gobierno catalán, desde el conseller en cap, Josep Bargalló, hasta el consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura, fueron en el sentido de pedir transparencia informativa el Gobierno y de solicitarle que deje de ejercer presiones sobre los medios de comunicación.

- La consolidación del tripartito. Estas elecciones serán el primer examen para el Gobierno de izquierdas que puso fin a 23 años de pujolismo. El Ejecutivo de Pasqual Maragall está pendiente de estos comicios por múltiples motivos, pero fundamentalmente porque de las urnas depende tanto su propia consolidación como sus proyectos futuros. Durante estos tres meses, el Gobierno catalán ha funcionado a medio gas y con sobresaltos tras la crisis desencadenada por la entrevista del líder de Esquerra, Josep Lluís Carod, con la cúpula de ETA. Las elecciones de hoy despejarán el panorama político y de ellas emanará el futuro Congreso de los Diputados, que deberá ratificar o rechazar el Estatut que apruebe el Parlament de Catalunya. Una mayoría precaria del PP o una victoria del PSOE limaría aristas entre el Gobierno catalán y el Ejecutivo central, sobre todo después de la escalada de tensión seguida por el Gabinete de José María Aznar en las últimas semanas. Algunos ministros del PP han llegado a amenazar con la cárcel al presidente de la Generalitat en caso de que convoque un referéndum sin que las Cortes hayan ratificado el nuevo Estatut. Otros, como el portavoz del Gobierno de Aznar, Eduardo Zaplana, han afirmado que "el tripartito deberia llamarse cuatripartito", en el sentido de que el cuarto socio político es ETA.

- Combate por la hegemonía nacionalista. Esquerra Republicana y Convergència i Unió se disputan el voto nacionalista catalán. Los buenos resultados de los republicanos de Josep Lluís Carod Rovira en las pasadas autonómicas y la pérdida del Gobierno de Cataluña por CiU mantienen en alto las espadas sobre la hegemonía de ese espacio político. A los convergentes les falta la muleta del Gobierno catalán, sin la cual nunca habían concurrido a unas elecciones generales en los últimos 23 años. La federación nacionalista que preside Jordi Pujol ha perdido su principal baza política: ya no puede presentarse como elemento negociador en Madrid para conseguir unilateralmente, sin el concurso de los demás partidos, más competencias o mejor financiación. Y está por ver si la equidistancia al estilo camboniano -ni derecha ni izquierda- que ha practicado Josep Antoni Duran en la campaña se revela como un elemento que les favorece. Mientras que CiU no se define sobre si pactará con el PP, con el PSOE o con ninguno de los dos, Esquerra no se anda con medias tintas. Su líder, Josep Lluís Carod Rovira, ha reiterado que apoyará la investidura de Rodríguez Zapatero y se ha presentado como el gran paladín anti-PP.

- El 'sorpaso' del PP a CiU. Una de las incógnitas de estos comicios es ver si el PP catalán logra superar a CiU en unas elecciones y consolidarse como segunda fuerza política. El PP, que en las pasadas elecciones generales se quedó a 100.000 votos de los convergentes, puede ser que no experimente una subida espectacular. No obstante, si CiU disminuye por el efecto Carod, el PP podría hacerse con esa ansiada segunda plaza que normalizaría a esta formación política en una nacionalidad histórica que no le es todo lo favorable que desearía.

- El futuro del PSC. José Montilla tiene ante sí la tarea de mantener el voto de un partido, el PSC, que no crece entre los más jóvenes. Cataluña ha sido en las elecciones generales un granero de voto socialista. Sin embargo, el primer partido de Cataluña ha visto disminuir paulatinamente su número de diputados, que ha pasado de 25 en 1982 a 17 en 2000. Del tirón del PSC se verá si la voz del tripartito en Madrid es Esquerra o los socialistas catalanes, que probablemente formen una agrupación parlamentaria. También en el terreno de la izquierda es previsible que el tercer socio del tripartito, Iniciativa (ICV-EUiA), siga siendo un hermano menor en lento ascenso: de uno a dos diputados en Madrid.

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