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CRISIS EN HAITÍ

De 'cura de los pobres' a millonario

Juan Jesús Aznárez

La peripecia de Jean Bertrand Aristide fue azarosa, casi de superviviente, desde que abandonara los votos salesianos de obediencia, castidad y pobreza, y entrara en política en 1985. Nacido en el seno de una familia pobre, expulsado de la orden porque arengaba desde los púlpitos a la sublevación contra el tirano Jean Claude Duvalier, ganó en 1990 la presidencia de Haití casi por aclamación. Fue idolatrado como el Mesías encarnado, el advenimiento hecho realidad, irrumpió desde los púlpitos como el profeta de las libertades y penetró en la entraña de una sociedad, mayoritariamente negra, que le reconoció como propio: negro y mísero. Su inflamado activismo contra la dictadura del último de los Duvalier y la redención ofrecida por la teología de la liberación, prendieron como teas en las paupérrimas barriadas de Puerto Príncipe, Gonaives o Cabo Haitiano.

Pero, ocho meses después de su victoria en las primeras elecciones democráticas de su país, el 30 de septiembre de 1991, ocurrió su primer derrocamiento. "Casi fue un niño de la calle", recuerdan algunos periodistas locales.

Dejó de serlo pronto porque su activismo y vocación de mando, y también su apetencia por las comodidades mundanas, le depararon un destino casi tan incierto como la mendicidad en un país de golpes, contragolpes y sarracinas. Siendo ya presidente, un cuartelazo del general Raoul Cedrás (1991-1994) lo empujó hacia el exilio en Estados Unidos, donde permaneció hasta ser reinstalado en el poder por una invasión de 20.000 marines norteamericanos. Desde entonces, desde hace 10 años, su mandato no ha tenido tregua ni tampoco él la dio a sus opositores, decenas de los cuales perdieron la vida a manos de asesinos oficialistas o huyeron al extranjero.

Casado en el año 1996 con una abogada de origen haitiano y nacionalidad norteamericana, a la que conoció durante su exilio en Estados Unidos (1991-1994), y con la que tiene dos hijas, su descalabro político comenzó en 2000.

Su partido, denominado Familia Lavalas, copó el Parlamento en las elecciones legislativas de mayo de ese año, y la oposición arrancó entonces una sublevación contra su presidencia denunciando tongo en los comicios. La Organización de Estados Americanos (OEA) y observadores internacionales llegaron a la conclusión de que se registraron numerosas irregularidades.

La oposición boicoteó las presidenciales de ese año, ganadas por Aristide en disputa con varios candidatos títeres, y el 17 de diciembre de 2001, un sospechoso ataque al palacio presidencial, presentado por el Gobierno como un intento de golpe de Estado, causó 13 muertos, y una salvaje represión de la disidencia. La comunidad internacional, poco después, congeló 600 millones de dólares destinados a Haití. La huelga general lanzada en enero del año 2003 por los partidos y una plataforma de organizaciones sociales precedió a otras movilizaciones. El ex sacerdote disolvió el Ejército a finales del año 1994, pero no pudo impedir que sus restos, en la soldadesca de Guy Philippe, se agruparan en hordas incontenibles. El 5 de febrero, comenzaron los tiros, que ayer proseguían en un país sin sosiego desde hace siglo.

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Aristide, el cura de los pobres, se fue ayer con riquezas suficientes para un exilio dorado.

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