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VISTO / OÍDO
Columna
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Educación de destrucción masiva

Los londinenses han hecho fogatas con copias de la sentencia que limpiaba al primer ministro Blair de cualquier presión sobre David Kelly. Como si quemaran en efigie al juez. Y a los jueces acude la BBC para defender su ¿honor? Digamos únicamente "acierto" al informar. La historia es que Gran Bretaña ha dejado de creer en la justicia y en la BBC: peor eso que dejar de creer en un premier. Raro en un país que tiene todavía tradiciones. Ya han dejado de creer en la familia real, otra de sus agarraderas. Si hubiesen leído a sus clásicos, Defoe, Swift y Dickens, no tendrían necesidad de perder las creencias: no las tendrían. Aquí es distinto. No hemos leído bien a Quevedo, ni la novela picaresca, ni los humoristas del XX, ni hemos entendido bien las joyas del desengaño que salieron de Cervantes, o de otros erasmistas barrocos, con mayor o menor suavidad; y, además, la única institución creíble es la Mentira, que se ha ganado su mayúscula.

Cuando pregunto a los sabios de la tribu -los jóvenes: antes fueron los ancianos, pero fueron destruidos y desprestigiados- por qué se supone que Rajoy puede tener más votos que Zapatero, me dicen que miente más y mejor. Y los suyos; o sea, los que le ponen la gran peana del aznarismo. Cunde la idea de que la Mentira es una institución en sí misma y no ha de considerarse como algo contrario a la gobernación, sino como un apoyo a los fines y los intereses de España, su religión, su posición en el mundo y su rugido majestuoso sobre la Península. Mi pregunta era simple: cómo puede suceder que un Gobierno que miente a sabiendas, y sigue cuando ya se sabe, acusa de delincuentes a los que se acogen a la verdad, y puede tener una mayoría: que aunque no sea absoluta, le servirá para gobernar: porque la oposición (Zapatero) renuncia, viejo caballero español o quién sabe qué, y Rajoy vuelve a los antiguos camaradas de congreso. La respuesta es simple: ya no se cree que la mentira sea mala, sino una virtud política, cultural, religiosa, mundial. Es el viejo sistema de que "el fin justifica los medios", que presidió la Inquisición. (Algo a favor de Aznar y los demás: saben que mienten, y están seguros de que lo hacen por un bien general, dado que los iraquíes, afganos o palestinos no merecen nada. Cuando la gente les oye mentir, les vota: sabe que sufren íntimamente, pero que lo hacen por nosotros. Así es la educación de destrucción masiva).

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