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Columna
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Ambiguo deambular

La exposición de Susana Talayero (Bilbao, 1961) en la galería bilbaína Colón XVI reclama una especial atención el apartado técnico. La mayoría de sus trabajos los ha pintado al encausto. La técnica encaústica se realiza mediante pigmentos mezclados con cera caliente. Fue utilizada en la pintura mural de la Grecia clásica y alejandrina, de donde pasó al mundo romano.

Plinio disertaba sobre este método con su acreditada autoridad. Tal método más tarde cayó en desuso. Contemporáneamente se sabe que Jasper Johns se sirvió de la encaústica en la elaboración de sus Banderas y Dianas.

Sale recrecida como artista Susana, tras su pelea a brazo partido con los materiales "marcados a fuego". Lo que no es poco.

En lo que atañe a las creaciones de formas, ahí surgen ciertos desajustes. Mientras en las tres piezas grandes las formas, de tamaños varios, que flotan en los cuadros poseen una definición propia -además de corresponder acertadamente con su aportación al logro de lo propuesto-, las obras sobre papel mylar (con técnica mixta) se mueven bajo confusas definiciones.

Estas últimas son formas sin dueño; las cuales parecen como si lo indefinido y provisional persiguieran un cobijo que las protegiera. Mas ese cobijo para ellas lleva consigo una trampa para el espectador, puesto que no le permite aprehender bien lo que ve.

De otro lado, hay piezas que encajarían mejor dentro de un repertorio más coral, conducente al servicio de un fin. Sin embargo, al dejarlas como piezas protagonistas en sí mismas y para ellas mismas, su valor queda bastante menguado y un tanto relegado al mundo de lo inane.

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El hecho de moverse sobre formas de confusas definiciones es una industria harto resbaladiza. Puede servir como motor de vida artística, pero también como un transitar sin rumbo fijo. Puestos a especular sería oportuno saber si esa toma de postura obedece a una actitud calculada o si es producto de una sospechosa falta de pericia creativa.

Sea lo que fuere, ese rol tiene como territorialidad última el horizonte de lo ambiguo. De todos modos, ese cierto acomodo de deambular por la ambigüedad, creemos que como creadora le quita posibilidades de crecer más y mejor.

Si alguien se atreviera a decirle a esta artista que asuma los mayores riesgos imaginables cuando tenga que transformar las confusas definiciones en claras definiciones, posiblemente Nietsche saldría en defensa de ese alguien: "Hay más entrometimiento en el elogio que en la censura".

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