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MÚSICA EN 7D

El carismático Antonio Vega canta cuatro noches seguidas

Dos símbolos de la música madrileña de las últimas décadas coinciden esta semana. Por un lado, Antonio Vega, el carismático cantante del grupo Nacha Pop que en solitario ha legado grandes joyas al pop de escuela madrileña, y por otro, la sala Siroco, que anda de celebraciones por sus 14 años de conciertos y otras actividades musicales. Sería difícil entender el Madrid musical actual sin la influencia decisiva que han aportado el cantante y el pequeño club.

- El cantante y el club. En los años de la movida, entre finales de los setenta y comienzos de los ochenta, Nacha Pop, con canciones como Miedo al terror o Chica de ayer, creó un sonido peculiar y una escuela que ha seguido durante años practicándose en Madrid como una seña de identidad. Antonio Vega tenía mucho que ver con aquello, como también lo tuvo al emprender, ya en los noventa, su carrera en solitario.

Se prodiga poco discográficamente, y su carisma es tal que se le perdona algún concierto deficiente o discos con canciones que no rallan a la altura de su talento. Pero su talla compositora e interpretativa está fuera de dudas. Discos como Océano de sol, Anatomía de una Ola o De un lugar perdido, o canciones como Se dejaba llevar por ti, San Antonio, El sitio de mi recreo o No me iré mañana constituyen un verdadero tesoro del pop escrito en español.

Aguantando el chaparrón de los rumores difundidos en torno a su atormentada intimidad, Vega se encierra cuatro noches en un club más propio del jazz, Clamores, lo que no significa que el artista, que acaba de cumplir 46 años en diciembre, haya cambiado de estilo. Fiel a su mundo de sensaciones y emociones, Antonio Vega hará un recorrido intimista por su obra y es posible que desvele alguna de sus nuevas composiciones.

La personalidad de Vega ha marcado la música de Madrid, como también ha sido decisiva la influencia de Siroco, una sala que cumple ahora 14 años y que lo celebra en las mismas cuatro noches que él canta. El movimiento indie y el rock alternativo de los noventa tuvieron en el recoleto escenario del club de la calle San Dimas un trampolín desde el que salieron bandas como Dover, Sobrinus o Los Rodríguez. Por él pasaron también Los Sencillos, La Marabunta o Los Enemigos. Dado lo estrecho de la sala, y dada la magnitud de los fastos con los que quieren celebrar el cumpleaños, durante dos días se trasladan a la más capacitada sala Arena para ofrecer dos veladas con 14 bandas de actualidad, una por cada año que cumplen.

De manera gratuita, la primera noche (día 14) está dedicada a lo más vanguardista del rock, mayoritariamente nacional actual, con grupos como GAS Drummers, Getreal, Maple o Los Phillippes. En la segunda (día 15) se mezcla el clasicismo de Garaje Jack o Sobrinus con la fusión electrónica de Dwomo o Venus, la propuesta perra y petarda de Furor o la electropop de Idioterne. Además, en el propio club, el viernes habrá un homenaje a los californianos Red Hot Chili Peppers, y el sábado, un gran fin de fiesta con batucadas, performances y capoeira.

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- Clásicos y populares. Por encima de estilos, la música de los Johann Strauss, padre e hijo, ha sobrevivido a los siglos por haber sabido conjugar el toque popular con lo más clásico y académico. Como en el concierto que cada Año Nuevo se retransmite por televisión, esta noche Madrid acoge una gran gala de la Orquesta Internacional Johann Strauss, dirigida por Georg Kugi con la soprano Krisztine David y el ballet Austriaco K & K.

- Del jazz y del otro pop. El jazz español tiene en Perico Sambeat, Javier Colina y Marc Miralta un trío ocasional de enorme peso que, por unos días, se junta en Calle 54. El valenciano Sambeat es uno de los saxofonistas españoles más reputados y con más prestigio internacional. No le anda a la zaga el contrabajo de Colina ni la implacable batería de Miralta. La unión de estos tres monstruos del jazz español se antoja imprescindible y demuestra la enorme paradoja que vive el género en España: posee grandes instrumentistas y creadores, pero no se les conoce más allá de los circuitos especializados.

Y es que parece que sea el pop la única música en la que no hace falta pertenecer a ningún circuito, aunque haya quien lo practique alejado de los canales comerciales. Es el caso del también valenciano Julio Bustamante o de los donostiarras La Buena Vida. Con estilos diferentes, les une el gusto por hacer canciones partiendo de la sencillez, con letras de cotidianidad cantadas sin querer resultar trascendentes. Por ahí ha caminado toda su vida el madrileño Hilario Camacho, otro veterano que regresa cargado de nuevas canciones recogidas en un disco que presenta con el título No cambio por nada.

El jazz se completa estos días con sabor a tango mediante las composiciones instrumentales de los argentinos Ensamble Nuevo Tango, y también con sabor a cubanía gracias a Vocal Sampling, que, a diferencia de los anteriores, sólo utilizan sus gargantas, sin ayuda de instrumentos. Por su parte el rock español cuenta, entre otras propuestas, con la dureza de Los Suaves, la rumba de Lagarto Amarillo, el reggae de Cañamán y el surf de Los Coronas.

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