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Reportaje:

La droga mata a El Vaquilla

Juan José Moreno Cuenca, que habría cumplido su condena en 2007, pasó 28 de sus 42 años en la cárcel por robos, motines y fugas

Milagros Pérez Oliva

Justo un mes después de cumplir 42 años y cuando le faltaban cuatro de condena, Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, murió ayer en el hospital de Can Ruti, en Badalona, de una cirrosis hepática derivada de su drogadicción en compañía de su compañera sentimental, Elisabet Fiareli. El Vaquilla había pasado 28 años, la mayor parte de su vida, privado de libertad, desde que a los 14 años fue detenido por primera vez por un robo que le marcaría para siempre: nunca había sido acusado de delitos de sangre, pero su espíritu inquieto y rebelde le habían llevado a protagonizar múltiples fugas y motines carcelarios que habían perpetuado su condición de preso y le habían dado una gran notoriedad pública.

Precisamente por haberse convertido en un protagonista mediático, las autoridades penitenciarias trataron de esmerarse en este preso sobre el que estaba puesta la atención pública, pero lejos de reinsertarse, se convirtió en un paradigma de las dificultades de rehabilitación en unos tiempos en que las drogas interfieren con las vidas de los presos y las políticas penitenciarias. La adicción a la heroína había complicado la vida de Juan José Moreno Cuenca y finalmente se la quitado. Pese a que logró deshabituarse y estuvo un tiempo en programa de metadona, la adicción había llevado el sida y la hepatitis C a su cuerpo. La refundición de condenas que ahora cumplía expiraba el 3 de febrero de 2007 y El Vaquilla había entrado ya en el Departamento de Atención Especial, donde se prepara a los presos para la liberad condicional.

Aunque ya había dejado el primer grado y estaba clasificado de segundo grado, estaba todavía, a petición propia, según explicó ayer su abogada, Sara López, en un módulo de aislamiento. De hecho, no se encontraba bien. El 11 de octubre pasado tuvo que ser ingresado de urgencia en el hospital penitenciario, donde se le diagnosticó una cirrosis hepática causada por el virus de la hepatitis C. Fue dado de alta el día 21 pero reingresó de nuevo el 4 de noviembre con un cuadro ya muy grave de fallo hepático e insuficiencia renal.

Su estado era terminal y su compañera pudo obtener la excarcelación y cumplir así el último sueño de un soñador: morir en libertad. Se habían conocido en 1999. Fue ella quien, sensibilizada por la historia de este indómito preso, finalmente más peligroso para sí mismo que para los demás, se puso en contacto con él por carta. De la relación epistolar pasaron a la personal y al vis a vis y Moreno Cuenca encontró en ella un apoyo decisivo que, de no haberse truncado por la muerte, tal vez le hubiera llevado a la reinserción definitiva. Ella es quien se ha ocupado de su defensa y la que insiste ahora en continuar el pleito que Moreno Cuenca entabló con dos funcionarios de Can Brians, a quienes acusaba de haberle lesionado y vejado, mientras ellos le acusaban de insultos y amenazas.

Ese era el último juicio al que El Vaquilla debía enfrentarse el pasado 1 de diciembre, pero su estado le impidió ya asistir y tuvo que aplazarse. La compañera de El Vaquilla ha pedido a su abogado, Jaume Sans, que prosiga la causa contra los funcionarios. No en vano Moreno Cuenca mantuvo durante toda su vida una tenaz batalla contra el sistema penitenciario, del que se consideraba una víctima y así era visto también por numerosos intelectuales que se habían interesado por su suerte, como el escritor Manuel Vázquez Montalbán o el periodista Josep Maria Huertas Clavería, que coincidió con él en la cárcel Modelo cuando estuvo preso por un artículo sobre el Ejército: "El Vaquilla fue víctima del sistema, como los presos pobres, porque sus delitos siempre fueron de poca monta".

Huertas prologó y editó la biografía de El Vaquilla , un "libro excepcional porque documenta sobre el sistema carcelario de la democracia y sobre cómo se gesta un delincuente común por causas perfectamente ademocráticas", escribió Vázquez Montalbán. Pero quienes le conocieron creen que también fue víctima de la presión mediática. Desde que su vida inspiró la película Perros callejeros, de José Antonio de la Loma, y los medios se fijaron en él, El Vaquilla fue vulnerable al halago de las cámaras y contribuyó, con motines y algaradas, a crear un personaje, El Vaquilla, del que Moreno Cuenca no supo desprenderse.

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Juan José Moreno Cuenca, <i>El Vaquilla.</i>
Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla.

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