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CUMBRE DE BRUSELAS

Francia y Alemania defienden una UE a 'varias velocidades'

Polonia dice que conectar el fracaso de Bruselas con los fondos sería un grave error

Las amenazas del pasado reciente procedente del eje franco-alemán tomaron ayer más cuerpo que nunca. Ya habían avisado el alemán Gerhard Schröder y el francés Jacques Chirac que pondrían en marcha una Europa a dos velocidades si Los 25 fracasaban en su intento de pactar la primera Constitución europea. El desastre de ayer no es definitivo, pero Schröder y Chirac fueron más explícitos que nunca. Hacer grupos distintos "está en la lógica de un fracaso definitivo", advirtió el alemán. "Ya dije que podíamos formar grupos pioneros", recordó el francés.

No había mejor día que el de ayer para dejar aún más claras las advertencias, amenazas o represalias. Preguntado Schröder si los países fundadores (Francia, Alemania, Italia y los tres del Benelux) podrían plantearse irse por su cuenta en el camino de la construcción europea, respondió: "Seguro. Es obvio que, si no llegamos a un acuerdo en un tiempo previsible sobre el proyecto constitucional de la Convención, la consecuencia puede ser una Europa a dos velocidades. No se debe desear y no lo deseamos, pero está en la lógica de un fracaso definitivo. Alemania trabajará para que no sea así, pero está decidida con Francia y otros, como Reino Unido y otros fundadores, e incluso con otros socios nuevos, a usar la posibilidad de las cooperaciones reforzadas pactadas en el Tratado de Niza".

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Se refería el canciller a la posibilidad de que los países que deseen ir más lejos en determinadas áreas puedan formar grupos de avanzadilla denominados en la jerga europea "cooperaciones reforzadas".

El líder francés recordó que ya había hecho una advertencia similar ante el Parlamento alemán. "Insisto en que [los "grupos pioneros"] es una buena solución, porque constituirá un motor y un ejemplo. Creo que permitiría a Europa ir más rápido, más lejos y mejor", declaró Chirac ayer ante la prensa.

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El primer ministro belga, Guy Verhofstadt, el más fiel aliado del eje franco-alemán, ya había dicho la pasada semana que los fundadores tenían un "plan B" para irse por su cuenta si la Constitución fracasaba. Ayer, repitió la idea: "Si hay un fracaso final, varios países se preguntarán cómo hacer prosperar la integración europea en colaboración sobre la base de la Convención". Verhofstadt lo aclaró aún más: "Varios países, entre Bélgica, no están dispuestos a que Europa tenga un Constitución a favor de los que mercadean".

Entre los prudentes, el luxemburgués Jean-Claude Juncker señaló que esa opción está abierta, pero "sólo como consecuencia de desacuerdos persistentes". "Esa opción va en interés de Europa", señaló Silvio Berlusconi, pese a que su ministro de Exteriores, Franco Frattini, declaró días atrás que era una salida "lógica". "Lo importante es preservar la unidad", reclamó el británico Tony Blair, quien recordó que ya existen cooperaciones reforzadas tan obvias como el euro (no participan Reino Unido, Suecia y Dinamarca) o el espacio Schengen (Londres y Dublín no están incluidos).

Pero en el otro lado están las posibles víctimas con nombres y apellidos: España y Polonia en primera línea y, en la segunda, la mayoría de los países candidatos que entran en la Unión en mayo. El español José María Aznar ya ha reiterado que no le gusta ese plan B y al polaco Leszek Miller, tampoco. Pero contra los dos se cierne, además, otra amenaza más inminente: el futuro reparto de los fondos europeos para el periodo 2007-2013. España reclama un periodo transitorio para las regiones que dejarán de tener derecho a buena parte del pastel y Polonia, en teoría, está llamado a ser el país más beneficiado.

Schröder no se ha cansado de repetir que había "una relación directa" entre las negociaciones de la Constitución y esas perspectivas financieras que deben ser pactadas en los próximos dos años. Ayer, el polaco Miller dijo que conectar una y otra cosa sería "un error garrafal". "Pero no hay que excluirlo", admitió, para agregar: "Pero el debate puede ir en las dos direcciones". Y es que ambas temas deben ser aprobados por unanimidad, con derecho a veto.

Es precisamente ese detalle uno de los más significativos y elocuentes de lo ocurrido ayer. Polonia, sin haber entrado aún en la Unión, ha bloqueado de hecho, ha vetado, el primer proyecto constitucional para Europa. El coste, sin duda, será enorme. Antes del 1 de mayo, fecha de entrada, los Quince deben decidir si aplican a alguno o varios países candidatos las llamadas cláusulas de salvaguardia, por las que no les sería aplicado algún importante capítulo de la legislación comunitaria. Se les podría prohibir exportar determinados productos (agrícolas o ganaderos, por ejemplo) o incluso bloquear la llegada de fondos europeos. Si había dudas de si se le iba a aplicar a Polonia una u otra cláusula, ayer quedaron despejadas.

El primer ministro polaco, Leszek Miller, ayer en la cumbre de Bruselas.
El primer ministro polaco, Leszek Miller, ayer en la cumbre de Bruselas.AP

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