_
_
_
_
ANIMACIÓN

El 'software' y la imagen por ordenador alcanzan su esplendor con la película 'Buscando a Nemo'

"Lucas prima los efectos especiales; Disney, un mundo feliz. Pixar es el mundo imperfecto", dice Carlos Baena

Carlos Baena ha animado pacientemente 361.975 plumas a siete pelícanos. Antes había trabajado tres semanas para quitarle la lana a una ovejita para una escena de 15 segundos; ahora Baena ha conseguido que Marlin y su amiga Dory parezcan que van nadando, arrastrados por mareas y corrientes, naufragando entre corales australianos, como si los peces fueran de verdad. El canario Baena se ha encargado de la animación de dos de los protagonistas de la película Buscando a Nemo, la última maravilla de la casa Pixar, especializada en filmes animados por ordenador.

"Dory tiene problemas de memoria y Marlyn está incapacitado emocionalmente porque ha perdido a su mujer. Mientras que Nemo, su hijo, tiene una aleta rota, es un discapacitado", explica Carlos Baena. "Mientras Lucas prima los efectos especiales, y las películas de Disney presentan un mundo feliz, en Pixar siempre se intenta mostrar un mundo imperfecto. Es lo que me gusta de Pixar".

Más información
Un montón de servidores para 220 dientes y 290.336 burbujas
Disney cierra el centro de dibujos animados de Florida

Este canario de 28 años aterrizó en Estados Unidos sin saber qué iba a ser de su vida, pero llegó a San Francisco en 1994 y se matriculó en Arte, Animación Imagen y Sonido. Cuatro años después se fue a Portland para realizar los anuncios de los dulces M&M. Hace dos entró en la factoría Pixar.

En los estudios Pixar, sin cita previa no se llega ni al aparcamiento. No es por miedo al terrorismo, sino al espionaje industrial. Si se consigue entrar, Pixar se acerca mucho al paraíso laboral. "Aunque se trabaja mucho, la gente sabe pasárselo bien", comenta Baena mientras almuerza en la terraza. Algunos compañeros juegan al fútbol en un césped impecable, otros al voleibol y hay quien nada en la piscina. Se respira cierta relajación tras el éxito de Nemo, fruto de tres años de trabajo de 120 personas, 50 de ellas del departamento de animación, el del canario.

Después de los caramelos,Baena fichó por Lucasfilm. "Animé el cangrejo verde de La Guerra de las Galaxias. Me habría gustado que Lucas valorase más la historia que los efectos especiales".

El moderno hall, luminoso y amplio, es la zona común de la empresa: dianas, futbolines, billares y un restaurante donde hay una sopa mexicana que levanta la boina. Fuera del hall, las fotografías están absolutamente prohibidas, bajo riesgo de expulsión.

Baena trabaja en el departamento de producción, donde cada animador se monta el despacho a su gusto. Alguno la ha convertido en un refugio de montaña. Baena fue más radical. "Dijeron que podíamos hacer lo que quisiéramos y tiré una pared. Se mosquearon un poco, pero mientras tu trabajo sea bueno...".

Baena ha llenado la oficina con juguetes, maquetas, dibujos y unos cuantos ordenadores. Al lado hay un music hall, con piano y batería. "Para relajarnos". Y otro extraño cuarto, empapelado de espejos. "Somos más actores que dibujantes o informáticos. Yo vengo aquí bastante a hacer caras. Las grabo y luego las estudio para plasmar esos gestos en mis animaciones".

Con Buscando a

Nemo, todo Pixar cogió complejo de pez. De entrada, los directores se largaron a Hawai a practicar el submarinismo. A la tropa les colocaron peceras llenas de animalitos de colores. "Se trataba de estudiar sus movimientos, sus hábitos, su colorido, el movimiento del agua".

Ictiólogos llegados de universidades les enseñaron el sistema locomotriz de los peces. Marlin, por ejemplo, es un remador, se impulsa moviendo las aletas pectorales horizontalmente; en cambio, Dory es pez de aleta, se impulsa moviendo las aletas arriba y abajo. En consecuencia, los movimientos del padre eran más fluidos y ágiles que los de Dory, que tiene que aletear frenéticamente.

"Antes de que empecemos nosotros, la película prácticamente está acabada en storyboard. A nosotros nos llega con los diálogos, las voces grabadas, el guión, planos, secuencias", explica Baena. "Mi labor es animar el personaje cuando por ejemplo, dice, 'Hola, ¿como estás?'. Es darle vida; darle esos guiños que le van a convertir en personaje único y casi real. Mi ídolo es Brett Coderre, un genio. Anima al pececito azul cuando habla como una ballena. Sólo con cuatro gestos".

La animación es sólo una parte del problema. Cada efecto, las salpicaduras del agua, por ejemplo, acarrean el desarrollo de un software específico. En casi todas las escenas interviene algún tipo de programa de simulación o de movimiento simulado. "Técnicamente", dice John Lasseter, director de Toy Story, "hemos llegado a unos límites que jamás se habían alcanzado".

Distintas fases del proceso de un fotograma de 'Buscando a Nemo'
Distintas fases del proceso de un fotograma de 'Buscando a Nemo'

Steve Jobs, el Walt Disney del siglo XXI

Steve Jobs pasará a la historia, aunque no se sabe por qué. Quizás por haber creado el primer ordenador doméstico (Apple, 1976), o por la primera película generada por ordenador (Toy Story, 1995) o por popularizar la venta de música en Red (iTunes, 2003).

Jobs dirige Apple y Pixar. La tecnológica al sur de San Francisco, en Silicon; la cinematográfica al norte, en Emeryville. Jobs posee el 55% de las acciones de Pixar, que ya valen cuatro veces más que las que tiene de Apple.

Jobs pasa cuatro días en Apple y sólo uno en Pixar. Ya se ve qué empresa le da más dolores de cabeza. Desde que fundó Pixar, en 1986, tiene el reconocimiento de la crítica y del pueblo..

Oscars y Grammys jalonan cada obra de Pixar: cortos, anuncios y, sobre todo, sus películas: Toy Story (1995); The Bug's life (1998); Toy Story 2 (1999); Monsters Inc (2001).

Cada una, la más taquillera del año. Ahora Buscando a Nemo ha superado a El rey León. Por eso se dice que Jobs es el Walt Disney del siglo XXI.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_