Los toros como pretexto social
Parece una buena idea conmemorar el nacimiento de Picasso con una corrida de toros, pero lo difícil es conjugar una temporada acabada con un otoño caprichoso. Los toros, ayer, eran mero pretexto social que ayudaba a apagar las velas de la tarta; de ahí que no se exigiera mucho en ningún aspecto, no fuera a ser que la seriedad disminuyera el jolgorio.
Al primer toro de Finito sólo llegaron a asustarlo en el primer tercio. El cuarto fue vasto, deslucido y flojo. Exhibió una embestida corta que sólo pudo prolongar el temple técnico de Finito, con el pero de llevarlo por las afueras. Quedó el oasis de algún natural dejándolo llegar de lejos.
En el segundo, Javier Conde estuvo reposado en el cite, mientras que rivalizó en movimiento con el toro, desde que se producía el encuentro hasta la salida, de mano alta y látigo fácil, sin explotar la mina del pitón izquierdo. Insistió sin motivo aparente y coronó la faena con naturales que lo fueron poco.
Zalduendo / Finito, Conde, Morante
Corrida Picassiana. Toros de Zalduendo, terciados, dóciles los dos primeros y con distinto grado de dificultad los restantes. Finito de Córdoba: Estocada honda, caída y perpendicular (ovación); dos pinchazos, estocada honda, trasera, desprendida y tendida, descabello (ovación). Javier Conde: Estocada honda, atravesada y desprendida (oreja); estocada atravesada (oreja). Morante de la Puebla: Pinchazo, otro hondo y trasero (ovación); estocada (oreja). Plaza de la Malagueta, 25 de octubre, dos tercios de entrada.
El tercero pasó por varias fases: aparentemente acabado en varas, se vino arriba en banderillas y llegó corto, rebrincado y claudicante a la muleta. El de la Puebla puso interés entre trapazos.
La historia de los dos últimos fue la de un desencuentro con la voluntad de los toreros.