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Reportaje:

El cine Amaya se convierte en un teatro

El cómico Moncho Borrajo transforma la sala de la calle del General Martínez Campos en un nuevo espacio escénico

El teatro le quita butacas al cine del barrio de Chamberí. La capital cuenta desde hoy con una nueva sala escénica: el teatro Amaya, un proyecto surgido de las cenizas del antiguo cine Amaya, que cerró sus puertas el pasado 14 de marzo. La nueva sala escénica (General Martínez Campos, 9), impulsada por el actor cómico Moncho Borrajo y el productor Alberto Blasco, pretende albergar en el futuro espectáculos de gran formato, sobre todo teatro musical.

La nueva sala, presentada ayer a los medios de comunicación, está decorada en tonos verdes y tiene un total de 832 localidades, unas doscientas menos de las que tenía el antiguo cine. "El espacio es de color verde, porque el teatro es como una planta que hay que regar cada día", ilustró Borrajo.

"El patio de butacas es de color verde porque es como una planta que hay que regar cada día", dice Borrajo

La primera función del Amaya tendrá lugar mañana, con el espectáculo Cosas mías, producido, dirigido e interpretado por el propio Moncho Borrajo. El actor se transformará en cinco personajes "para arrancar al espectador la carcajada" en una gala que cuesta entre 16 y 35 euros. Después, el cómico-empresario quiere que la sala albergue, sobre todo, obras de teatro musical, género que vive un momento dulce en las carteleras de la capital.

El cómico estuvo arropado en el acto de presentación del teatro por la concejal de las Artes, Alicia Moreno, y por el director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Andrés Amorós. También asistieron su "amigo del alma" el alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez (Borrajo es gallego) y los actores José Luis López Vázquez, Carmen Conesa, Manuel Zarzo, María Luisa San José y Miriam Díaz Aroca, entre otros.

Borrajo también aprovechó la ocasión para presentar su nueva compañía teatral, llamada Teatralmaya y formada por siete jóvenes actores. "He cumplido mi sueño de crear mi propio teatro y mi propia compañía, una tarea que ha sido especialmente dura y complicada", señaló ayer el nuevo empresario. Con Teatralamaya, el cómico quiere dar oportunidades a nuevos actores. "A jóvenes valores con mucho talento para el humor y la comedia", señaló el empresario.

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La remodelación del teatro ha afectado sobre todo al patio de butacas, que ha sido reducido por los operarios para construir el escenario. Éste tiene una boca de 11 metros de ancho por seis de alto y un almacén debajo de las tablas.

Los arquitectos que originalmente diseñaron el espacio son Luis Gutiérrez Soto (arquitecto también de los cines Rex y Carlos III) y Aguinaga. Pía López Izquierdo se ha encargado de la reforma del local, que ocupa la planta baja de un moderno edificio de viviendas.

La sala ha tenido que ser remodelada en profundidad, ya que carecía también de dependencias para los artistas. El teatro Amaya contará con siete nuevos camerinos, situados en el sótano, de cuatro por tres metros, con duchas amplias, agua caliente y calefacción. "Habrá incluso camerinos para los no fumadores", bromeó Borrajo.

El actor, muy emocionado durante la presentación, resumió en una frase la ilusión que ha puesto en el proyecto: "Me siento querido. Amo el teatro".

Además del teatro Amaya, la capital ha sido testigo del nacimiento reciente de otras dos salas dedicadas al teatro: el Réplika Teatro y la sala María Guerrero (dentro del teatro Nuevo Alcalá).

El Réplika Teatro (calle de Justo Dorado, 8) empezó a funcionar el pasado 25 de septiembre de la mano de Jarolaw Bielski y Socorro Anadón. Bielski, polaco, lleva casi veinte años viviendo en España, y su penúltimo trabajo como director fue Reciclajes (2002), en el teatro Pradillo. Ahora Bielski dirige en el Réplika Teatro la obra Cuarteto para cuatro actores, de Boguslaw Schaeffer. La entrada cuesta 10 euros. "Llevamos años acariciando este proyecto, que al final llega a puerto. Ahora empieza a ser realidad lo que a muchos les parecía una locura", explican los responsables de la nueva sala.

El Réplika Teatro cuenta también con una academia de actores donde se da un programa de formación que dura tres años. Las clases incluyen interpretación, entrenamiento de cuerpo y voz, historia del teatro o taller de versos. Además, el Réplika ofrece talleres de esgrima escénica o de canto.

La sala María Guerrero

Otra nueva sala que alberga la capital está dentro del Nuevo Teatro Alcalá (calle de Jorge Juan, 62; esquina a la calle de Alcalá). Se llama María Guerrero (nada que ver con el teatro del mismo nombre) y tiene capacidad para 270 personas. Este espacio acoge actualmente la obra Venecia, de Jorge Accame. El empresario argentino Alejandro Romay es el artífice del resurgimiento de este teatro, que cuenta además con una escuela de música, danza, canto e interpretación, dedicada al compositor gaditano Manuel de Falla.

Teatro Amaya. General Martínez Campos, 9. Teléfono 915 934 005 y www.teatroamaya.com. Réplika Teatro. Justo Dorado, 8. Teléfono 915 350 570 y www.replikateatro.com. Nuevo Teatro Alcalá. Sala María Guerrero. Jorge Juan, 62. Teléfono 914 264 779.

Adiós a un clásico de Chamberí

La apertura del teatro Amaya supone el cierre definitivo de una sala cinematográfica emblemática dentro del barrio de Chamberí. Durante años perteneció a la empresa Industriales del Cine (Inducinsa) y podía acoger a 1.058 personas.

El cine Amaya fue inaugurado en noviembre de 1962 con la película Amaya, de Luis Marquina. La sala acogió estrenos importantes, como Furtivos, de José Luis Borau, y fue una de las salas cinematográficas más concurridas de la capital.

El cine fue también testigo de episodios violentos. La proyección de La prima Angélica, de Carlos Saura (1974), provocó que unos sesenta simpatizantes de la Falange lanzasen bolsas de pintura contra la pantalla y bombas fétidas al grito de "¡Saura, farsante¡". La excusa: en la película se hacía una burla del saludo falangista.

El 1 de octubre de 1993 sufrió un incendio mientras más de 800 personas asistían a la proyección de El fugitivo, con Harrison Ford. El pánico cundió entre los espectadores, que salieron huyendo. Apagado el fuego, se reanudó la proyección.

La última década supuso el declive de la sala, que no ha aguantó la competencia del vídeo y de las multisalas de cine.

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