El pundonor de Fernando Cruz salvó la tarde
Tarde revuelta de otoño y primera de feria desapacible y arrugada. Bajos de casta los novillos de Juan Manuel Criado, blandos y con genio cuando buscaban pelea. Sólo el pundonor de Fernando Cruz aportó algo de emoción y tensión artística, en un festejo que muy pronto estará olvidado.
Pero quien no va a olvidar lo acontecido, sin embargo, es el mentado Fernando Cruz, quien puso todo de su parte ante un lote deslucido y problemático, para que no se le fuera de vacío una tarde crucial en su carrera. Así que en su primero, un novillo con cierta nobleza y que tenía un gazapeo pertinaz, como si estuviera pasado de cafeína, realizó una faena de muleta irregular y guerrera. El comienzo y el final estuvieron salpicados de muletazos de trazo firme y templado. Destacó una serie por el pitón derecho, reunida y templada.
Criado / Cruz, Gil, Marín
Novillos de Juan Manuel Criado; 5º devuelto por inválido, sobrero del mismo hierro; desigualmente presentados, mansos, blandos y de mal juego. Fernando Cruz: estocada caída y tendida y dos descabellos (saludos); estocada casi entera, saliendo volteado (oreja). Caro Gil: pinchazo y media (silencio); dos estocadas que asoman, estocada defectuosa -aviso- (silencio). Sergio Marín: dos pinchazos, media tendida -aviso- y cinco descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 3 de octubre. 1ª de feria. Más de media entrada.
Para en el cuarto estar valiente, entregado, el ánimo muy por encima de las nulas condiciones de su oponente para torear largo, con sosiego y mando. Había saludado al novillo, a la postre robaperas y pelín malaje, con una larga cambiada de rodillas pegado a las rayas del tercio. Y luego se entretuvo en pararse, dominar la situación y componer una faena de muleta que tuvo dos series al natural muy meritorias, ante tal novillo de medio viaje que no humillaba; y luego unos muletazos por bajo, de tanteo y para cerrar obra, hondos y ajustados. Salió malamente volteado, tras cobrar una estocada, y se llevó una oreja para el esportón premio al susto, el esfuerzo y el coraje.
Caro Gil no comprendió para nada a su primero, y en su segundo pudo haber sacado mejor resultado de no haber pecado reiteradamente de codilleo y de una colocación deficiente. Y Sergio Marín se topó con dos novillos inválidos, a los que intentó templar sin mucha suerte que digamos. Acusó además falta de oficio, algo que aprenderá, apoyado en sus probadas buenas maneras, que ayer apenas vislumbramos.