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Reportaje:INCENDIOS EN EL CORAZÓN DE LA COSTA BRAVA

Con los nervios a flor de piel, pendientes de la dirección del fuego

Seis coches que no habían podido ser retirados por sus propietarios quedaron totalmente carbonizados

Los pabellones deportivos de Calonge y Platja d'Aro se convirtieron una vez más, como ya sucedió en Maçanet de la Selva, en un lugar de incertidumbre. Allí fueron acogidos los vecinos desalojados. Entre las gradas y el parqué, trabajadores del Ayuntamiento de Castell-Platja d'Aro les ponían al corriente de la situación que se producía en el lugar del incendio, mientras iba llegando regularmente avituallamiento en forma de bocadillos, bebidas y galletas, aportados una vez más por empresarios y comercios de la zona.

La espera se hizo tensa. Especialmente al principio. Con los nervios a flor de piel y pendientes de la dirección del fuego, los primeros momentos fueron de angustia. Pero conforme iban llegando noticias que no hablaban de grandes daños, los ánimos se fueron calmando y a la postre se abandonaron a la resignación.

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"Qué le vamos a hacer, no podemos hacer nada", explicó Miquel Casas, un padre de familia que junto con su mujer, Vanesa García, y sus dos hijos se encontró con el incendio cuando intentaba regresar a su casa de la urbanización de El Masnou después de pasar la mañana en la playa. Casas confiaba en poder volver pronto porque lo habían "dejado todo allí", y lamentaba no haber puesto fin a sus vacaciones el día anterior, a lo que su mujer replicaba: "Mejor estar aquí y saber qué pasa, que no lejos y sin información".

Mientras hubo luz solar, y una vez informados, los desalojados prefieron mantenerse al borde de la carretera de acceso a Platja d'Aro, desde donde contemplaban las llamas como si de una película se tratara. Entre los pocos que se mantenían dentro del pabellón, Antonio y María Carmen Sala, dos hermanos de avanzada edad, explicaban cómo había empezado todo. Ellos fueron de los que vieron más cerca el fuego. Habían tenido que coger el perro y salir corriendo de su casa de Treumal de Dalt, cuando ya había humo por todas partes. "No se podía ni respirar. Nos hemos quedado sin electricidad. Sólo hemos tenido tiempo de agarrar a Cuqui [su perro] y salir corriendo". Desde que se jubilaron viven todo el año en la urbanización y no recuerdan haber pasado momentos de tanto miedo.

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El fuego pilló a la gente en situaciones muy diferentes. Casi todos ellos estaban de vacaciones, pero cada cual las disfrutaba a su manera. Manel Vázquez había ido con su esposa, como hace todas las semanas, a comprar al mercado de abastecimientos de Palamós y cuando regresó a su casa oyó cómo la Policía Municipal llamaba al desalojo desde los altavoces del coche patrulla. "Apenas hemos tenido tiempo de cerrarlo todo, pero de hecho no sufrimos por lo que pueda pasar en nuestra casa porque hemos podido ver muy claramente cómo el fuego se alejaba hacia arriba y ahora sigue avanzando en esa dirección", explicó Vázquez, quien antes de marchar pudo alertar a su vecino. Kurt Notzon es ciudadano suizo, pero como su vecino Vázquez pasa largas temporadas en su casa de la urbanización Mont d'Aro. "¿Qué podemos hacer?, estar aquí y a ver qué pasa", explicaba resignado al tiempo que agradecía haber podido salir en el vehículo de sus vecinos. El fuego quemó en las urbanizaciones seis coches que no pudieron se recogidos a tiempo por sus propietarios.

A medida que pasaban las horas el pabellón municipal se iba vaciando. Cada vez eran más los autorizados a volver a sus casas. La diferencia en el tiempo provocó no pocos equívocos. Mientras unos tomaban la autorización como señal de que los bomberos habían ganado la batalla al fuego y nada había sucedido, otros interpretaban que ellos no eran autorizados a regresar porque sus casas seguían amenazadas. Y continuaba la angustia.

Ya avanzada la tarde se produjo otro momento complicado cuando las emisoras de radio y de la televisión informaron de que los bomberos tenían el fuego controlado y se habían reabierto los accesos a Platja d'Aro. Entonces, muchos de los ciudadanos de Barcelona que hasta entonces habían decidido demorar su regreso hasta Platja d'Aro, tomaron la carretera. A las 21.00 se registraban colas de hasta 10 kilómetros entre la variante de Santa Cristina y Platja d'Aro, mientras la situación en las urbanizaciones recuperaba la normalidad.

La investigación deberá esclarecer las causas del incendio. La consejera de Interior, Núria de Gispert, declaró que había indicios de que hubiera sido intencionado y pidió la colaboración ciudana para recabar información al respecto. Pero como ya sucedió en Maçanet, en numerosas conversaciones se destacaba la suciedad y dejadez de algunas parcelas como uno de los factores que habían contribuido a la expansión del fuego. Antes de dejar sus casas, algunos vecinos habían intentado poner trabas al fuego remojando los alrededores con las mangueras.

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