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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

La orquesta de Reinaldo Creagh

Receta de boleros (Toda una vida, Piel canela, La vida es un sueño...) para colocar el listón bien alto desde el primer compás. Boleros clásicos que Reinaldo Creagh interpreta con elegancia y energía. Creagh era una de las figuras de la Vieja Trova Santiaguera -todavía se recuerdan sus requiebros cuando hacían El paralítico-, pero, a sus 85 años, no se las había visto aún con una orquesta. El martes debutó en el Metro de Madrid, cerrando el ciclo de conciertos en estaciones del suburbano, y cuentan sus allegados que le subió la fiebre por la tensión del estreno. El jueves por la noche, Cirilo Reinaldo Creagh Berane, vecino de Santiago de Cuba, aparecía por la sala Galileo Galilei.

Por primera vez tiene tras él a una orquesta de 14 elementos. No son músicos con el nombre de los Cachaíto o Galbán que lleva su amigo Ibrahim Ferrer -cuestión de euros o dólares-, aunque ambas orquestas comparten a Demetrio Muñiz Lavallée, director musical de muchas sesiones de la serie Buena Vista Social Club y un tipo que parece capaz de afinar hasta a un grupo de policías municipales. La de Creagh suena francamente bien, con un empaque y prestancia notables para tan poco ensayo y menor recorrido. Hay en ella cubanos, panameños, españoles e hispano-cubanos. Otro cantante, unos cuantos años más joven, Augusto Enríquez, le da respiro al santiaguero octogenario en los números más dinámicos. La Vieja Trova Santiaguera decidió bajar el telón definitivamente hace unos meses, pero Creagh nunca ha querido retirarse. Uno se va ya cuando se muere, solía repetir durante la gira de despedida este hombre que se ganó el sustento como carpintero pulimentador y maquinista de tren. El cuerpo le pide marcha y además su voz muestra un vigor y una elasticidad impropios para su edad. El final de Como fue disipó cualquier duda razonable sobre su capacidad para dar la talla. Allá en Santiago, lejos de los escenarios, empezaba a languidecer. Y el médico le ha prohibido estar tanto tiempo lejos de su familia adoptiva madrileña y sus amigos españoles. A la salida, el único disco que lleva su nombre -lo editó Virgin en 1998- se vendía como rosquillas. Igual sería un buen momento para desempolvarlo.

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